Prólogo
M ientras hojeaba una revista científica en 2006, una página llamó mi atención. Era un reporte de un estudio de cirugía de pérdida de peso (bariátrica) realizado a personas obesas que padecían diabetes tipo 2. Contenía una gráfica del nivel de azúcar en la sangre de los participantes luego de la cirugía. Apenas días después de la operación, ese nivel había vuelto a la normalidad y muchos de los participantes pudieron dejar de tomar medicamentos.
Se trataba de un hallazgo impresionante porque, hasta entonces, se creía que la diabetes tipo 2 era una enfermedad irreversible, de por vida. A la gente que tiene esta afección suele señalársele que requiere primero medicamentos y luego, quizás, insulina, y que debe acostumbrarse a vivir con la diabetes. Pero la razón de mi interés en ese estudio particular fue que el regreso a un nivel normal de azúcar en la sangre hubiera sido tan rápido. Esto coincidía con una teoría que yo desarrollaba en ese momento: que la diabetes tipo 2 es mero resultado de demasiada grasa en el hígado y el páncreas, lo cual interfiere con la producción de insulina. El súbito retorno a un nivel normal de azúcar no tenía nada que ver con la cirugía, sino con el hecho de que los participantes de pronto hubiesen reducido la cantidad de comida que consumían. Si esta teoría era cierta, la diabetes tipo 2 podía revertirse en su totalidad con la sola restricción de alimentos.
La ciencia avanza lenta y cautelosamente. Cualquier hipótesis debe probarse con rigor. En la última década mi equipo de investigación y otros, que también se desempeñan en la Newcastle University, habían investigado, a detalle, los mecanismos de fondo de la diabetes tipo 2. Así desarrollamos nuevas formas de medir la grasa en el hígado y el páncreas, usando potentes escáneres de resonancia magnética.
Ya hemos puesto fin a minuciosos estudios que indican que quienes de veras quieren librarse de la diabetes tipo 2 pueden, en sólo 8 semanas, bajar mucho de peso y bajar su nivel de azúcar a la normalidad, o casi. Estas personas se mantienen sin diabetes mientras tengan el peso estable. De este modo, demostramos que es posible revertir una enfermedad que, en gran medida, aún se considera irreversible.
¿Cuál es el impacto de esto a largo plazo sobre la salud en general? ¿Tiene desventajas para algunas personas? Para contestar estas y otras importantes preguntas, Diabetes UK financia ya un magno estudio de atención primaria que durará hasta 2018.
Entre tanto, me alegra mucho que el doctor Michael Mosley promueva la importancia de la pérdida de peso para controlar el nivel de azúcar en la sangre. Él es un experto en la divulgación de la ciencia médica y su vinculación con la vida diaria.
En este libro, sobre el mayor problema de salud de nuestro tiempo, el doctor Mosley reúne información científica objetiva procedente de fuentes confiables y elabora un complejo panorama que transmite una profunda comprensión, ilustrada por numerosos casos individuales.
Si tú tienes diabetes tipo 2 y te interesa recuperar por completo la salud, este libro es para ti. Si esa condición te viene de familia, hazlo circular en ella. En el siglo XXI debemos contrarrestar individualmente un fenómeno nuevo para nuestra sociedad: por primera vez en 200,000 años de evolución del homo sapiens, tenemos que evitar el daño que puede producirnos el omnipresente exceso de comida.
P ROF . R OY T AYLOR
Noviembre de 2015
Introducción
M illones de nosotros tenemos un alto nivel de azúcar en la sangre, pero muchos no lo sabemos.
Quizá tú sientas sed a menudo, o debas orinar con frecuencia. Tal vez tus heridas tardan en sanar o te sientes inusualmente cansado. O más todavía, no tienes ningún síntoma.
Pero un alto nivel de azúcar en la sangre es una muy mala noticia. Acelera el proceso de envejecimiento, causa diabetes tipo 2 y aumenta el riesgo de contraer enfermedades del corazón y sufrir un derrame cerebral.
Éste es un libro sobre el azúcar en la sangre. Trata de la epidemia de diabetes tipo 2 que se ha extendido por el mundo entero en los últimos años. Trata también de la insidiosa acumulación de azúcar que precede a la diabetes tipo 2, afección a la que se conoce como prediabetes. Es una llamada de atención, una advertencia.
Pero de nada sirve resaltar un problema si no puedes hacer algo para resolverlo. Así, si tienes diabetes tipo 2, en este libro te presentaré una dieta que puede revertirla en sólo ocho semanas. Si tienes prediabetes, te enseñaré a impedir que avance.
¿Por qué me importa tanto esto? Porque hace unos años me diagnosticaron diabetes tipo 2; mi azúcar en la sangre estaba fuera de control.
Primero, un poco de historia: estudié medicina en el Royal Free Hospital de Londres. Cuando me gradué, seguí una carrera en el periodismo y en los últimos treinta años he hecho documentales sobre ciencia y salud para BBC Television, primero detrás de cámaras y más tarde como conductor. He informado sobre muchos de los más grandes problemas médicos de las tres últimas décadas y entrevistado a innumerables expertos en una enorme gama de temas. Esta experiencia me ha dado una perspectiva única. No exagero entonces cuando digo que el reciente aumento de la diabesidad (diabetes más obesidad) es verdaderamente aterrador.
Para ser franco, durante mi carrera no he tenido particular interés en la nutrición. Cuando estudié, casi no se hablaba del efecto de los alimentos en el cuerpo, más allá del obvio “Come menos y haz más ejercicio”, que puede ser cierto pero no tiene ninguna utilidad.
Si hace una década me hubieras preguntado qué sabía sobre dietas, seguro te habría respondido que el mejor modo de adelgazar es hacerlo gradualmente y con una dieta baja en grasas. Que lo mejor es que bajes medio o un kilo a la semana, porque un sistema más rápido arruinará tu metabolismo y terminarás haciendo dietas yo-yo. En ocasiones seguí este principio, pero recuperaba el poco peso que perdía. No me daba cuenta de que ése era un mal consejo.
Hace tres años me hicieron un examen de sangre de rutina durante una visita a mi doctora. Días después ella me llamó para decirme no sólo que mi colesterol estaba demasiado alto, sino también que mi azúcar en la sangre se situaba en la escala diabética. Nada más y nada menos. Había llegado el momento de pasar a los medicamentos. Esto me asustó y pregunté qué podía hacer. Porque, incluso entonces, yo sabía que esa enfermedad no era algo trivial.
No debí sorprenderme. Los problemas de azúcar suelen ser hereditarios, y cuando mi padre murió, a la relativamente prematura edad de 74 años, sufría una amplia variedad de enfermedades, como diabetes tipo 2, deficiencia cardiaca, cáncer de próstata y lo que ahora sospecho que era demencia senil temprana.
En vez de iniciar una vida de tratamientos médicos, decidí hacer un documental para la BBC en el que buscara otras formas de mejorar mi salud.
Mientras hacía ese filme, Eat, Fast, Live Longer, tropecé con la obra de científicos como el profesor Mark Mattson, del National Institute on Aging, y la doctora Krista Varady, de la University of Illinois en Chicago, que investigaban el llamado “ayuno intermitente”.
Años de investigación en animales y abundantes pruebas en humanos han demostrado los múltiples beneficios que es posible obtener a partir de una reducción periódica del consumo de calorías. Entre ellos se cuentan no sólo la pérdida de peso, sino también mejoras en el estado de ánimo y la memoria.
Emprendí entonces lo que llamé la dieta 5:2 (de alimentación normal cinco días a la semana y reducción a 600 calorías los otros dos) y descubrí que era muy manejable. Bajé 9 kilos en 12 semanas y mi nivel de azúcar en la sangre y de colesterol volvió a la normalidad. Después de hacer ese documental, escribí con Mimi Spencer el libro
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