Este libro nace de la idea de transmitir una serie de vivencias, conocidas o experimentadas por su autor. Como podrán leer a continuación, las distintas fases en la vida de los inmigrantes suponen una variada colección de barreras burocráticas, culturales, sociales, lingüísticas, familiares y personales.
Dichas barreras suelen dejar a más de uno en el camino, mientras que otros, con el paso de los años, consiguen superarlas. Uno de ellos, mi padre.
Mi padre, autor de este libro, después de conseguir llegar a lo que muchos inmigrantes aspiran, se dedicó a mirar hacia atrás, a ver quién se quedó en el camino. A volver sobre sus pasos y guiar a los que se perdieron.
De ahí mi pequeña interpretación del título. Según el autor, viene de la historia de los europeos que iban a Sudamérica y de los latinos, muchos descendientes de esos europeos, que vuelven al viejo continente. Para mí, “Viaje de ida y vuelta”, cuenta la historia de un tipo que va y viene por el camino del inmigrante. Siempre se va solo, y siempre se vuelve con alguien. Cada uno de ellos trae consigo una historia, algunas de ellas y las de mi padre, están esperando que las leas.
Capítulo 1
Una decisión importante
Cuando uno se enfrenta ante la disyuntiva de seguir o no acompañando una situación inestable de un país que solo te da un horizonte tormentoso, uno no sabe cómo sobrevivir en una jungla que es buena para algunos y muy mala para otros.
Es una circunstancia desagradable, porque se empiezan a mezclar sentimientos: por un lado, el tiempo que uno cree que un país necesita para retomar su curso y recuperar una estabilidad que perdió. Si treinta o cuarenta años para una evolución de ese tipo no significa absolutamente nada, para el ser humano es toda su vida útil. Por el otro lado, un sentimiento de culpa por no poder adaptarse a los cambios del país, ya que en la peor jungla siempre hay muchos seres vivos que se adaptan y sobreviven.
Siempre los más vulnerables son los primeros en ser abatidos, y los más inteligentes y fuertes son los que se adaptan, se integran y finalmente sobreviven.
Uno busca desesperadamente alguien que pueda ayudarte para poder integrarte dentro de una sociedad que entra en un “sálvese quien pueda”, sin importar quién queda en el camino ni cómo ayudar a revertir una situación insostenible que evidencia una pendiente que desemboca en un precipicio.
La cama, un café en un bar donde nadie te conoce y la negativa de una solución que puede estar al alcance, pero que la falta de predisposición no te permite encontrar, son circunstancias que te llevan a pensar que otro lugar es posible. El vaso medio lleno o medio vacío empieza a tomar fuerza. Quizás no todo es tan negativo, ni todo lo que uno cree es tan maravilloso. La estabilidad emocional es lo más importante para lograr un equilibrio que te permita evaluar el lugar y la circunstancia.
Una carga familiar es el otro factor que te presiona para determinar qué hacer con tu vida y sobre todo con tu futuro, porque ni siquiera tu vida empieza ya a tener sentido.
Tu inmediata solución por un lado, el futuro que les puedes deparar a tus hijos dentro de un escenario donde predomina lo superficial, donde la vida humana comienza a no significar nada, y la falta de valores, son otros ingredientes que ayudan a tomar una decisión de cambio.
La vida tiene que tener valor por encima de todo, y cuando en una sociedad predomina el “sálvese quien pueda”, esa falta de patrones de conducta y de reglas de juego claras para todos, hace que se pierda la dignidad y que la autoestima esté por los suelos. Y la culpabilidad es tan grande, que te hace pensar que tu vida no vale para nada, porque te sientes incapaz de resolver tu futuro y el de tus hijos.
Una cantidad de ingredientes muy variados son los culpables de tomar una decisión de cambio.
El lugar y un futuro medianamente digno es otro factor que predomina dentro de todo este cóctel. ¿Dónde? Las noticias son siempre buenas cuando uno ve el vaso medio lleno, ya que la información que nos llega a los países pobres o empobrecidos son los macroeconómicos, que no te muestran la realidad, pero es cierto que te permiten evaluar una regla general: un país con un desempleo relativamente bajo, una cobertura social, el cobro de una prestación por desempleo y otros beneficios que para un inmigrante de países pobres o empobrecidos son elementos que suenan como imposibles en países subdesarrollados, puede ser un buen destino.
Suena muy lógico y coherente la búsqueda de un país que tenga un idioma que nos permita comunicarnos e integrarnos dentro de una sociedad, sin tantas dificultades como aquellos que tardan años en llegar a un país mejor. Este es el caso de los que proceden de países africanos, que intentan llegar a Europa aunque tengan que morir en el intento, porque perdieron todo y les queda únicamente su vida y el futuro de sus hijos.
Cuando se toma la decisión hay que comenzar a preparar la documentación para viajar. En algunos países de América no es fácil salir y en otros de África directamente no les importa.
Hace un tiempo se llegaba a Europa como turista y luego había que tratar de acomodar los papeles en la ciudad donde habíamos caído. En mi caso particular, yo tenía un ofrecimiento de empleo, y mi condición de hijo de españoles me daba cierta seguridad para establecerme en España sin ninguna dificultad. Al menos eso es lo que pensaba antes de llegar a España, y me lo corroboró una consulta mediante correo electrónico al Defensor del Pueblo Andaluz, donde me confirmaron que no debería tener problemas para establecerme en España.