Me parece que las que tienen el coraje de rebelarse a cualquier edad
son las que hacen posible la vida…,
son las rebeldes quienes amplían las fronteras de los derechos, poco a poco…,
quienes estrechan los confines del mal y los reducen a la inexistencia.
NATALIE BARNEY
«Se hace camino al andar» depende
del género del camino,
de la procedencia de los pies
y la pertenencia de los zapatos.
ÁNGELA BOTERO PULGARÍN
e INMACULADA LOZANO CARO
En «Atrapadas en el limbo. Mujeres, migraciones y violencia sexual», la autora describe en profundidad la violencia sexual que sufren las mujeres en su camino migratorio, dejando claro, sin embargo, que el fenómeno se enmarca dentro del problema más general de los roles y las desigualdades de género, y de las relaciones de poder que de ello se deriva.
En una escala de situaciones de vulnerabilidad, la situación de las mujeres migrantes en contextos de frontera ocuparía seguramente el lugar más elevado.
Sonia Herrera
Atrapadas en el limbo
Mujeres, migraciones y violencia sexual
Cuadernos CJ 187
ePub r1.0
Raksha2.2.14
Título original: Atrapadas en el limbo
Sonia Herrera, 2014
Ilustración de portada: Ignasi Flores
Editor digital: Raksha
Corrección de erratas del texto original: Pilar de la Herrán
ePub base r1.0
SONIA HERRERA SÁNCHEZ (Barcelona, España, 1984) es editora del blog de Cristianisme i Justícia. Especialista en educomunicación (Máster Internacional en Comunicación y Educación de la UAB), periodismo y conflictos armados (Postgrado “La comunicación en los conflictos y en la paz” —UAB—), cine e igualdad de género (Máster Oficial de Igualdad de Género en las Ciencias Sociales —UCM—). Investiga sobre la representación audiovisual del feminicidio en Ciudad Juárez y es miembro de diversas organizaciones y asociaciones vinculadas a la cultura de paz y a la defensa de los derechos de las mujeres: Asociación de mujeres cineastas y medios audiovisuales (CIMA), Red Iberoamericana de Narrativas Audiovisuales (Red INAV), Associació de Dones Periodistes de Catalunya (ADPC), Red de Mujeres Iberoamericanas de Cine y Medios Audiovisuales (MICA), y el Observatori sobre la Cobertura informativa de Conflictes (OCC) de la Universitat Autònoma de Barcelona. De sí misma dice que está «enamorada de América Latina» y es «apasionada de la literatura, las redes sociales, la gastronomía, los muebles viejos, las artesanías, las manualidades, los sombreros y la música que remueve conciencias y alegra el alma. Soñadora de otro mundo posible».
Su blog es «La lente violeta».
Notas
2
FRONTERAS Y VIOLENCIA SEXUAL: UN FENÓMENO COMPLEJO
Si el riesgo y la vulnerabilidad estructural caracterizan los movimientos migratorios en general —principalmente cuando se realiza de forma indocumentada—, esta situación se agrava de forma excepcional en el caso de las mujeres, ya que los ataques y abusos que sufren se dirigen habitualmente contra su sexualidad, agrediendo su integridad física, psíquica y emocional.
La violencia sexual es un fenómeno complejo, polimórfico (ya que atañe a lo físico, lo psicológico, lo social y lo institucional) y difícil de documentar debido a la escasez de datos sobre migraciones segregados por sexo en algunas regiones del mundo y por la ausencia de estadísticas fiables y reportes sobre las agresiones sexuales en particular.
Como concepto, podemos definir la violencia sexual que sufren las mujeres en tránsito como todo acto o agresión, tanto físico (la violación, por ejemplo) como simbólico (amenazas o ataques verbales, comentarios soeces, acoso…), que va dirigido contra la sexualidad, la identidad y el cuerpo de la mujer migrante y que ésta interpreta y siente como tal.
En definitiva, los actos que concretizan la violencia sexual pueden considerarse, tal como afirma la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) y la Plataforma de Acción de Beijing, entre otras disposiciones internacionales, como manifestaciones de las desigualdades de poder relacionadas con el género que se producen constantemente en la sociedad y que continúan subordinando a las mujeres respecto a los varones en razón de su sexo.
2.1. Cuerpos violables: patriarcado, capitalismo y objetualización del cuerpo femenino
La violencia es una forma cruel de negación del otro/a y cosificación del sujeto: «La violencia específica contra las mujeres abarca así el amplio espectro que va desde las condiciones extremas de las guerras hasta la cotidianidad del ámbito doméstico.»
Dicha cosificación u objetualización de las mujeres no representa otra cosa que la negación de éstas como iguales y la «apropiación del cuerpo y de la sexualidad de la mujer.
Así, el concepto capitalista de propiedad privada y la ideología patriarcal se alían perversamente para revalidar constantemente la subordinación y la dominación femenina mediante el control y el acceso forzado y no consensuado a sus cuerpos que se acentúa en el caso de la violencia sexual contra las mujeres migrantes en una situación de frontera o en zonas de tránsito migratorio.
«El caso es reflexionar sobre esta cuestión: ¿por qué es la exposición a la violencia sexual o la muerte como resultado de ella, el tributo principal que las mujeres deben pagar para participar de esta “archinombrada” fiesta intercultural del movimiento de la globalización? Parece que se jugara una gran partida de ajedrez global entre los reyes del capitalismo, del colonialismo y del patriarcado, donde las peonas o las figuras femeninas que salen de sus casillas iniciales fueran piezas zancadilleadas, comidas al paso, o sacrificadas. Sin embargo, el feminismo y el pensamiento crítico tienen que reconocer también que son piezas que se coronan de Reinas si alcanzan la octava casilla.»
En ocasiones, además, la violación se utiliza como una forma de humillar y atemorizar tanto a otras mujeres como a los propios hombres que las acompañan ya que en muchas culturas y sociedades las agresiones sexuales son interpretadas como ataques contra el honor masculino o incluso contra el de toda la comunidad a la que pertenece la víctima. De este modo, tal como afirma Olivia Ruiz, «violar a una mujer migrante en frente del esposo, hermano, hijo o acompañante degrada a la mujer y al hombre (o a los hombres) que la acompaña».
Otra cara de la cosificación y mercantilización del cuerpo femenino durante el transcurso del viaje migratorio tiene que ver con la utilización del sexo como estrategia de supervivencia. De este modo, algunas mujeres migrantes utilizan su cuerpo como moneda de cambio o como billete hacia el país de destino y ofrecen favores sexuales a cambio de protección, alimentos, ayuda o para evitar controles policiales, asaltos o violaciones colectivas, entre otros obstáculos.
Sea como fuere, las mujeres migrantes ven vulnerados sus derechos más básicos de ciudadanía en todas las etapas del proceso migratorio. Tanto en el origen como durante el trayecto y a menudo también en el país de destino las mujeres pierden, por ejemplo, su derecho a la integridad física, a un trabajo digno y a vivir libres de violencia. Pero más allá del contexto socioeconómico, ¿qué define específicamente al abuso sexual que sufren las mujeres en tránsito? Consideraremos dos características esenciales: