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Scott Kelly - Resistencia: Un año en el espacio

Aquí puedes leer online Scott Kelly - Resistencia: Un año en el espacio texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2017, Editor: ePubLibre, Género: No ficción. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Scott Kelly Resistencia: Un año en el espacio
  • Libro:
    Resistencia: Un año en el espacio
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2017
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Resistencia: Un año en el espacio: resumen, descripción y anotación

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AGRADECIMIENTOS

AMIKO ME DIJO UNA VEZ: «El trabajo en equipo convierte los sueños en realidades», y los vuelos espaciales son el mayor deporte de equipo que existe, por lo que pasar cualquier cantidad de tiempo en el espacio requiere del apoyo y la colaboración de miles de personas. Desde los instructores que nos forman hasta los controladores y directores de vuelo que trabajan en el centro de control, pasando por mis amigos y mi familia, que me mantienen en contacto con mi vida en la Tierra, no hay espacio suficiente en este libro para darles las gracias a todos, así que un agradecimiento colectivo tendrá que valer.

En primer lugar, quiero darle las gracias a mi compañera —y ahora prometida—, Amiko Kauderer. Espero que las páginas de este libro pongan de manifiesto lo importante que fue para mí que estuviese a mi lado día a día a lo largo de este viaje, experimentando junto a mí sus dificultades y sus triunfos, sus momentos álgidos y también los más bajos. He intentado expresar hasta qué punto Amiko ha sido fundamental para el éxito de esta misión, pero las palabras no alcanzan a expresar el papel que ha desempeñado en mi vida estos últimos ocho años. Gracias, Amiko.

Mis hijas, Samantha y Charlotte, han hecho muchos sacrificios por su padre. Desde mi ausencia en cumpleaños y días señalados a la alteración general de sus vidas, a tener que aceptar los riesgos inherentes a los vuelos espaciales y compartir a su padre con el mundo. Han sido valientes, flexibles y resilientes. Estoy orgulloso de vosotras y os agradezco que hayáis sabido gestionarlo todo con fortaleza y gentileza. Gracias.

Mi hermano Mark ha estado junto a mí desde que nací, y me ha desafiado y apoyado a lo largo de nuestras vidas. Puesto que también había volado al espacio, comprendió la emoción, las dificultades y las tribulaciones de este viaje. Su apoyo y consejo han sido fundamentales para mí, y por ellos le estoy muy agradecido. Gracias.

Mis padres soportaron el desgaste emocional de ver cómo sus hijos despegaban hacia el espacio y de tener que esperar nuestro regreso a la Tierra sanos y salvos; un total de siete veces en el caso de mi madre, Patricia, y de ocho para mi padre, Richard. Quiero agradecerle también a mi madre que mostrase con su ejemplo todo lo que hacía falta para alcanzar una meta ambiciosa.

Mi exmujer, Leslie, me ofreció su apoyo decidido al asumir el papel de madre soltera a tiempo completo y asegurarse de que nuestras hijas estuvieran bien cuidadas en la Tierra cada vez que yo salía a trabajar fuera del planeta. Gracias.

Escribir un libro es también un proyecto en equipo. Esta es mi primera experiencia como escritor, pero ha sido también la primera vez en que mi colaboradora, Margaret, ha trabajado en el libro de otra persona. A pesar de ello, la experiencia de colaboración no habría podido ser más fácil. Desde el principio, Margaret ha resultado ser digna de confianza no solo a la hora de mantener la confidencialidad sino también al permitir que me abriera y explorara mis propias emociones, lo que permitió dar vida a estas historias personales. Gracias, Margaret, por ayudarme a lo largo de este proceso, y gracias por tu amistad.

Nuestro editor, Jonathan Segal, también fue una parte fundamental del proceso y del producto final. Gracias, Jonathan. Asimismo debo dárselas a mi agente literaria, Elyse Cheney, no solo por hacer realidad este acuerdo con la editorial sino también por ser mi mentora y amiga.

Mi médico de vuelo, el doctor Steve Gilmore, merece un reconocimiento especial por cuidar de mi salud durante tantos años, en el espacio y en la Tierra, y por sus atinados consejos sobre buena parte del contenido de temática médica que aparece en el libro.

Debo dar las gracias igualmente a algunas de las personas que me ofrecieron sus puntos de vista sobre las experiencias que describo, y que me permitieron contar sus historias. Mucha gente me ayudó a completar los detalles, dándome su opinión sobre los borradores del libro y contribuyendo de distintas maneras. Gracias a Bill Babis, Chris Bergin, el doctor Steve Blackwell, Beth Christman, Paul Conigliaro, Samantha Cristoforetti, el doctor Tracy Caldwell Dyson, Tilman Fertitta, Steve Frick, el doctor Bob Gibson, Marco Grob, Ana Guzman, Martha Handler, la doctora Elena Hansen, Brooke Heathman, Christopher Hebert, Giselle Hewitt, el doctor Al Holland, Akihiko Hoshide, Bill Ingalls, Omar Izquierdo, el doctor Smith Johnston, el doctor Jeff Jones, Bob Kelman, Serguéi Klinkov, Nathan Koga, Mike Lammers, el doctor Kjell Lindgren, la doctora Gioia Massa, la doctora Megan McArthur, el doctor Brian Miles, Rob Navias, el doctor James Picano, la doctora Julie Robinson, Jerry Ross, Tom Santangelo, Daria Shcherbakova, Kirk Shireman, Scott Stover, Jerry Tarnoff, Robert Tijerina, Terry Virts, Serguéi Volkov, la doctora Shannon Walker, la doctora Liz Warren, Doug Wheelock y el doctor Dave Williams.

Por último, quiero darle las gracias a Tom Wolfe por su inspiración original. Creo de todo corazón que si no hubiese leído Lo que hay que tener a los dieciocho años no habría escrito este libro ni habría tenido el privilegio de volar al espacio.

SCOTT KELLY Orange Nueva Jersey 21 de febrero de 1964 es un astronauta - photo 1

SCOTT KELLY (Orange, Nueva Jersey, 21 de febrero de 1964) es un astronauta estadounidense y aviador naval, tres veces comandante de la Estación Espacial Internacional. Acaba de volver a la Tierra tras pasar casi un año entero en el espacio, rompiendo todos los récords y convirtiéndose en el ser humano que más tiempo ha pasado fuera de la Tierra. Actualmente, vive en Houston, Texas.

PRÓLOGO
ESTOY SENTADO en la cabecera de la mesa del comedor en mi casa de Houston - photo 2

ESTOY SENTADO en la cabecera de la mesa del comedor en mi casa de Houston, acabando de cenar con mi familia: mi novia desde hace muchos años, Amiko; mis hijas, Samantha y Charlotte; mi hermano gemelo, Mark; su mujer, Gabby; su hija, Claudia; nuestro padre, Richie; y Corbin, el hijo de Amiko. Es algo sencillo lo de compartir mesa y comida con los seres queridos, una escena que mucha gente vive cada día sin darle mucha importancia. Para mí, es algo con lo que llevo soñando casi un año. He imaginado tantas veces cómo sería esta comida que ahora que por fin estoy aquí no parece del todo real. Las caras de los seres queridos, que no he visto en tanto tiempo, el parloteo de muchas personas hablando a la vez, el tintineo de los cubiertos, el movimiento del vino en la copa; todo me resulta extraño. Incluso la sensación de que la gravedad me mantiene sentado se me hace rara, y cada vez que dejo una copa o un tenedor sobre la mesa busco por un momento un punto de velcro o una tira de cinta adhesiva para que no se muevan. Hace cuarenta y ocho horas que he vuelto a la Tierra.

Me separo de la mesa e intento ponerme en pie, sintiéndome como un anciano que se levanta de su sillón.

—Estoy acabado —anuncio.

Todos se ríen y me animan a que me retire a descansar. Empiezo el trayecto hasta el dormitorio: unos veinticinco pasos desde la silla hasta la cama. Al tercero parece como si el suelo se tambalease bajo mis pies, y tropiezo con una maceta. En efecto, nada pasa con el suelo, es mi sistema vestibular tratando de adaptarse a la gravedad terrestre. Estoy acostumbrándome a volver a andar.

—Es la primera vez que te veo tropezar —dice Mark—. Lo estás haciendo bastante bien.

Sabe por experiencia personal lo que se siente al volver a estar bajo la gravedad tras una temporada en el espacio. Al pasar junto a Samantha, me apoyo en su hombro y ella me sonríe.

Llego hasta el dormitorio sin más incidentes y cierro la puerta tras de mí. Me duele el cuerpo entero. Todas las articulaciones y todos los músculos sufren bajo la aplastante presión de la gravedad. También siento náuseas, aunque no he vomitado. Me desvisto y me meto en la cama, disfrutando del tacto de las sábanas, la ligera presión de la manta sobre mi cuerpo y la mullida almohada bajo mi cabeza. He echado mucho de menos esto. Puedo oír la alegre cháchara de mi familia detrás de la puerta, voces que desde hace más de un año no he oído sin la distorsión de los teléfonos que envían las señales a través de satélites. Me quedo dormido con el reconfortante sonido de sus voces y sus risas.

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