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Nassim Nicholas Taleb - El lecho de Procusto

Aquí puedes leer online Nassim Nicholas Taleb - El lecho de Procusto texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: Barcelona, Año: 2018, Editor: Paidós, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Nassim Nicholas Taleb El lecho de Procusto

El lecho de Procusto: resumen, descripción y anotación

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«Si por la mañana sabes cómo será tu día con alguna precisión, es que estás un poco muerto: cuanta más precisión, más muerto estás.» Cada aforismo incluido en este libro trata sobre un lecho de Procusto: los humanos, frente a los límites de nuestro conocimiento, lo invisible y lo desconocido, resolvemos la tensión al exprimir la vida y el mundo en ideas genéricas, categorías reductivas y términos específicos. Solo al abrazar lo inesperado y aceptar lo que no sabemos, podemos ver el mundo tal como es.

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El lecho de Procusto — leer online gratis el libro completo

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SINOPSIS

Cada aforismo incluido en este libro trata sobre un lecho de Procusto: los humanos, frente a los límites de nuestro conocimiento, lo invisible y lo desconocido, resolvemos la tensión al exprimir la vida y el mundo en ideas genéricas, categorías reductivas y términos específicos. Solo al abrazar lo inesperado y aceptar lo que no sabemos, podemos ver el mundo tal como es.

EL LECHO

DE

PROCUSTO

AFORISMOS FILOSÓFICOS Y PRÁCTICOS

NASSIM

NICHOLAS

TALEB

Traducción de

Genís Sánchez Barberán

Para Alexander N Taleb PROCUSTO En la mitología griega Procusto fue el - photo 8

Para Alexander N. Taleb

PROCUSTO

En la mitología griega, Procusto fue el cruel propietario de una pequeña hospedería de Coridalo, Ática, a medio camino entre Atenas y Eleusis, donde se llevaban a cabo los ritos mistéricos. Procusto tenía un sentido de la hospitalidad muy particular: secuestraba a los viajeros, les ofrecía una generosa cena y luego los invitaba a pasar la noche en una cama un poco especial. Quería que encajaran en el lecho a la perfección. A quienes eran demasiado altos les cortaba las piernas con un hacha afilada; a los que eran demasiado bajos los estiraba (se decía que su nombre era Damastes o Polifemo, pero se le dio el apodo de Procusto, que significa «estirador»).

En el más puro acto de justicia poética, a Procusto le salió el tiro por la culata. Uno de los viajeros resultó ser el intrépido Teseo, que más adelante, en su heroica carrera, mataría al Minotauro. Después de la consabida cena, Teseo hizo que Procusto yaciera en su propio lecho y, para que encajara en él con la perfección habitual, lo decapitó. Así siguió Teseo el método de Hércules de pagar con la misma moneda.

En otras versiones más siniestras (como la que consta en la Biblioteca de Pseudo-Apolodoro), Procusto tenía dos camas, una pequeña y otra grande; hacía que las víctimas de corta estatura se echaran en la grande y que las altas yacieran en la pequeña.

Cada aforismo que aparece aquí trata de una especie de lecho de Procusto: nosotros, los seres humanos, al afrontar los límites del conocimiento y las cosas que no observamos, lo oculto y lo desconocido, resolvemos la tensión embutiendo la vida y el mundo en ideas claras y trilladas, en categorías reduccionistas, en vocabularios específicos y en narraciones manidas que, en ocasiones, tienen consecuencias explosivas. Además, parecemos no ser conscientes de este «retroencajamiento», como sastres que se enorgullecen de haber entregado un traje perfectamente ajustado tras alterar quirúrgicamente las extremidades de sus clientes. Por ejemplo, pocos se dan cuenta de que estamos cambiando los cerebros de los escolares con ciertos fármacos para que se ajusten al currículo y no al revés.

Puesto que los aforismos pierden su encanto cuando se explican, de momento solo insinúo el tema central de este libro y dejo para el epílogo discusiones más elaboradas. Son pensamientos independientes y comprimidos en

Aviso

Los aforismos son diferentes de un texto convencional. El autor recomienda no leer más de cuatro de una sentada. También es preferible elegirlos al azar.

EL LECHO
DE
PROCUSTO
PRELUDIOS

La persona a la que más temes contradecir es a ti mismo.

Una idea empieza a ser interesante cuando te asusta llevarla a su conclusión lógica.

La gente está mucho menos interesada en lo que tratas de mostrarle que en lo que tratas de esconder.

Las empresas farmacéuticas son mejores inventando enfermedades que encajen con fármacos existentes que inventando fármacos que encajen con enfermedades existentes.

Para entender el efecto liberador del ascetismo, considera que perder toda tu fortuna es mucho menos doloroso que perder solo la mitad.

Para llevar a un tonto a la quiebra, dale información.

El mundo académico es al

En ciencia necesitas entender el mundo; en los negocios necesitas que no lo entiendan los demás.

Sospecho que condenaron a muerte a Sócrates porque hay algo muy alienante, poco atractivo y escasamente humano en pensar con demasiada claridad.

La educación hace al sabio un poco más sabio, pero hace que el tonto sea muchísimo más peligroso.

La prueba de la originalidad de una idea no es la ausencia de un único predecesor, sino la presencia de muchos pero incompatibles.

El doble castigo de la modernidad es hacernos envejecer prematuramente y vivir más.

Un erudito es alguien que expone menos de lo que sabe; es lo contrario de un periodista o un asesor.

Tu cerebro es más inteligente cuando no le dices qué hacer, algo que a veces descubre la gente al ducharse.

Si tu ira disminuye con el tiempo, has cometido una injusticia; si aumenta, es que la has sufrido tú.

Me pregunto si quienes propugnan la generosidad por las recompensas aparejadas se dan cuenta de la incoherencia de semejante propuesta, o si lo que llaman generosidad es más bien una estrategia de inversiones atractiva.

Quienes piensan que la religión trata de «creencias» ni entienden la religión ni entienden las creencias.

El trabajo te destruye el alma invadiéndote furtivamente el cerebro durante las horas que, oficialmente, no dedicas a trabajar; sé selectivo con las profesiones.

En la naturaleza nunca repetimos el mismo movimiento; en cautiverio (la oficina, el gimnasio, el trayecto al lugar de trabajo, el deporte), la vida no es más que una lesión por estrés repetitivo. No hay aleatoriedad.

Usar como excusa la falta de sentido común de otra persona es, de por sí, una falta de sentido común.

Adaptarse a la camisa de fuerza de la restrictiva lógica (aristotélica) no es lo mismo que evitar incoherencias fatales.

La economía no puede asimilar la idea de que lo colectivo (y el conjunto) son desproporcionadamente menos previsibles que los individuos.

No hables de «progreso» en términos de longevidad, seguridad o comodidad antes de comparar los animales de un zoo con los que viven en libertad.

Si por la mañana sabes cómo será tu día con cierta precisión, es que estás un poco muerto: cuanta más precisión, más muerto estás.

No hay un estado intermedio entre el hielo y el agua, pero hay uno entre la vida y la muerte: un empleo.

Tienes una vida calibrada cuando la mayor parte de lo que temes ofrece la posibilidad excitante de la aventura.

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