AGRADECIMIENTOS
A los hombres y mujeres de los diversos departamentos en el cuartel general del FBI en Washington DC, que me han ayudado a la hora de recabar información escrita y fotográfica de diversos casos que aparecen reflejados en este libro, y en especial a los agentes federales miembros del Escuadrón Gambino.
A Gerald Shur, fundador y exdirector del WITSEC (Programa Federal de Protección de Testigos), por sus buenos consejos, que me permitieron seguir una línea clara de interpretación con respecto a acontecimientos que relato en este libro.
A Oliver Revell, agente del FBI durante casi treinta años, que investigó desde el asesinato del presidente Kennedy, el Ku Klux Klan, o el Watergate y, por supuesto, a la Mafia, y que me aconsejó sobre los temas más interesantes para relatar en este libro y que ahora conforman los capítulos.
A Debbie Weierman, del cuartel general del FBI en Washington DC, por darme libre acceso a las más de catorce mil páginas de documentos sobre el Crimen Organizado.
A Ralph Saint Just, detective de la División de Información Pública del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), por ponerme en contacto con otros detectives que prefirieron no aparecer en este libro, quienes me explicaron las interioridades de una investigación contra el Crimen Organizado.
A Philip Di Franco y Sandra Stotsky, por relatarme en la isla de Ellis los orígenes de la comunidad italoamericana.
A David Amoruso y David Hopman, por abrirme sus extensos archivos privados sobre la Cosa Nostra.
A Juan Carlos Blanco, jefe del servicio de documentación del diario El País, por su infinita paciencia a la hora de tramitar mis peticiones.
A Pedro Miró, por su gran ayuda a la hora de seleccionar el mejor material gráfico que aparece en este libro.
Y, por supuesto, a Pilar, mi editora, que creyó en este libro.
A todos ellos, mi más humilde y sincero agradecimiento. Una parte de este libro les pertenece.
ANEXOS
I
BREVES BIOGRAFÍAS
Barbara, Joseph (1905-1959)
Propietario de la mansión donde se celebró la cumbre de Apalachin en 1957. Barbara tenía un especial seguro de vida debido a sus buenas relaciones con diferentes cuerpos policiales que ponía al servicio de las familias de Cosa Nostra. Llegado a Estados Unidos con tan solo dieciséis años, trabajó poco después como matón para la familia de Buffalo y más tarde como asesino para la familia de Pensilvania. Joseph Barbara era un experto utilizando la corbata siciliana. Su carrera criminal abarca casi tres décadas y media. Días antes de tener que comparecer ante la Comisión por la cuestión del «fiasco de Apalachin», falleció a causa de un ataque cardiaco.
Bompensiero, Frank; alias Bomp (1905-1977)
Traidor a la Cosa Nostra, Bompensiero se convirtió en informador federal durante años. Su carrera fue de lo más extraña, ya que mientras seguía ejecutando a gente para la Cosa Nostra, informaba por otro lado al FBI. Uno de los «contratos» más extravagantes que tuvo que llevar a cabo fue el asesinato de dos líderes de la familia de Detroit que, sin saberlo, le habían contratado para matar al otro. Bompensiero cumplió y los mató a los dos. Bomp estaba bajo el mando de Jack Dragna, jefe de la familia de Los Ángeles, y mantenía un estrecho contacto con Jimmy Fratianno, otro informador federal. También se acusó a Bompensiero del asesinato de Tamara Rand, empresaria relacionada con la Mafia de Las Vegas. En febrero de 1977, diez años después de haberse convertido en informador del Gobierno, Bomp fue asesinado en plena calle.
Bonanno, Joseph (1905-2002)
Uno de los míticos líderes de Cosa Nostra, Bonanno llegó a América desde Sicilia; poco después su familia regresaría a Castellammare del Golfo. Él vivió su adolescencia entre las bandas callejeras, hasta que fue obligado a salir de Estados Unidos. Pudo regresar en 1925, después de una breve etapa en Cuba. Trabajó bajo las órdenes de Capone y en 1927 para Salvatore Maranzano. Con el apoyo de Lucky Luciano y Meyer Lansky, Bonanno se hizo millonario gracias a buenas inversiones, hasta que Luciano decidió crear las Cinco Familias. Una de estas era la familia Bonanno. En 1960, Bonanno intentó entrar en zonas bajo control de otras familias, en Arizona, en la Cuba de Batista y en Haití. En 1963 pretendió hacerse con el control de Brooklyn tras la muerte de Joe Profaci y asesinar a varios jefes, como Carlo Gambino, Lucchese, Magaddino y DeSimone. El complot fue descubierto y Bonanno fue obligado a exiliarse a Tucson tras un breve secuestro. En 1983 publicó sus memorias, aunque rechazó declarar ante un Gran Jurado por sus revelaciones en su libro. En mayo de 2002 falleció de un ataque cardiaco a los noventa y siete años, aún en su exilio de Tucson.
Cardinella, Salvatore; alias el Diablo (1880-1921)
Su carrera la desarrolló primero para La Mano Negra en Nueva York y poco después en Chicago. Mató por primera vez con tan solo dieciséis años. Se calcula que al final de su carrera había asesinado mediante el estrangulamiento a no menos de veinte personas. Para ello se había diseñado un cable de acero dentado con dos agarraderas y un nudo corredizo. Cuando la víctima tenía el cable en su cuello comenzaba a luchar para aflojarse el nudo, pero al estar dentado se estrangulaba más rápidamente. Cardinella fue detenido, juzgado y condenado a muerte. Un día antes de ser ejecutado, Salvatore Cardinella fue encontrado colgado en su celda sin signos de violencia. El italiano había preferido no violar el código de omertà a cambio de la conmutación de la pena de muerte por la de cadena perpetua.
Colosimo, Jim; alias Big Jim (1871-1920)
Jim Colosimo llegó en 1895 a Chicago y rápidamente se convirtió en un poderoso jefe de la Mafia. Con la ayuda de sus dos guardaespaldas y asesinos, Michael Kenna y John Coughlin, implantó un régimen de terror que dirigió desde su propio café, el Colosimo’s Bar en la avenida South Wabash. Colosimo convirtió la prostitución de Chicago en verdaderas factorías de sexo. Cada prostituta cobraba 2 dólares a los clientes, de los cuales Big Jim se embolsaba 1,20 dólares. Colosimo pagaba a La Mano Negra hasta que se trajo desde Brooklyn a Johnny Torrio para acabar con esa situación. Torrio no solo se convirtió en el vicejefe de la familia, sino que también decidió acabar con la vida de Colosimo. Para ello se trajo de Nueva York a un joven de diecinueve años llamado Alphonse Al Capone y Frankie Yale, que, según dicen, fueron quienes dispararon sobre Big Jim Colosimo la tarde del 11 de mayo de 1920.
Dewey, Thomas E. (1902-1971)
Dewey era un caballero de brillante armadura, sin duda alguna. Sus biógrafos dan una mayor importancia al hecho de que fuese el candidato presidencial por el Partido Republicano en 1944 y 1948 que haber sido uno de los mayores azotes de la Mafia. Como fiscal especial y fiscal del Distrito, envió a varios gánsteres a la cárcel y a la silla eléctrica. Cuando Dutch Schultz pidió permiso a Luciano para matar a Dewey, este se lo negó, lo cual provocó el enfrentamiento entre ambos. Dewey consiguió enviar a la cárcel a Luciano por cincuenta años, aunque décadas después le concedería un perdón especial como gobernador del estado por sus servicios a la causa aliada en la Segunda Guerra Mundial. Dewey firmó entonces la deportación de Lucky Luciano a Italia. Años después, Thomas Dewey rechazó comparecer ante el Comité Kefauver. Se retiró por completo de la vida pública y ejerció la abogacía en un pequeño pueblo. Murió en 1971 rodeado de su esposa, sus hijos y sus nietos.