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SINOPSIS
En uno de sus libros más provocadores, el famoso pensador Nassim Nicholas Taleb redefine lo que significa comprender el mundo, tener éxito en una profesión, contribuir a una sociedad justa y equitativa, detectar el absurdo e influir en los demás. Citando ejemplos que van desde Hammurabi a Séneca, o del gigante Anteo a Donald Trump, Taleb demuestra cómo la voluntad de aceptar los propios riesgos es un atributo esencial de héroes, santos e individuos prósperos en todos los ámbitos de la sociedad.
Un desafío a las antiguas creencias sobre los valores de aquellos que dirigen las intervenciones militares, realizan inversiones financieras y difunden credos religiosos.
JUGARSE
LA PIEL
ASIMETRÍAS OCULTAS EN LA VIDA COTIDIANA
NASSIM
NICHOLAS
TALEB
Traducción de
Antonio Francisco Rodríguez Esteban
A dos hombres valientes:
Ron Paul,
un romano entre griegos; y
Ralph Nader,
santo greco-fenicio
Este libro, aunque autónomo, es una continuación de la colección Incerto, que combina a) debates prácticos, b) relatos filosóficos, y c) comentarios científicos y analíticos sobre los problemas del azar, y sobre cómo vivir, comer, dormir, discutir, luchar, trabar amistad, divertirnos y tomar decisiones en condiciones de incertidumbre. Aunque resulta accesible a un amplio grupo de lectores, conviene no engañarse: Incerto es un ensayo, no la popularización de algunos trabajos presentados anteriormente de forma tediosa (aunque aquí dejamos al margen los complementos técnicos de dicho volumen).
Jugarse la piel aborda cuatro temas: a) la incertidumbre y la fiabilidad del conocimiento (tanto práctico como científico, asumiendo que hay diferencias entre ambos), o, en palabras menos corteses, la detección de mierda; b) la simetría en los asuntos humanos, es decir, la equidad, la justicia, la responsabilidad y la reciprocidad; c) el intercambio de información en las transacciones; y d) la racionalidad en los sistemas complejos y en el mundo real. Que estos cuatro elementos no pueden separarse es algo que resulta obvio cuando es uno mismo quien se juega... la piel.
Jugarse la piel no solo es algo necesario para la equidad, la eficacia comercial y la gestión de riesgos: es necesario, además, para comprender el mundo.
En primer lugar, actúa como filtro e identificador de porquería; es decir, detecta la diferencia entre teoría y práctica, entre conocimiento real y conocimiento cosmético, y entre la academia (en el mal sentido de la palabra) y el mundo real. Para decirlo en forma de principio: en el ámbito erudito no hay diferencia entre la academia y el mundo real; en el mundo real sí que la hay.
En segundo lugar, plantea las distorsiones de la simetría y la reciprocidad en nuestra propia vida: si obtienes recompensas, también debes asumir los riesgos, no dejar que otros paguen el precio de tus errores. Si pones en riesgo a los demás y estos resultan perjudicados, tienes que pagar un precio por ello. Así como tienes que tratar a los demás tal como te gustaría que te trataran a ti, tendrás que compartir también la responsabilidad de esas circunstancias sin caer en la injusticia ni en la desigualdad.
Si ofreces una opinión y alguien sigue tu criterio, estás moralmente obligado a exponerte a sus consecuencias. En el caso de que transmitas una opinión económica:
No me digas lo que «piensas»; dime lo que hay en tu cartera.
En tercer lugar, este libro trata de la información que deberíamos compartir con los demás, lo que un vendedor de coches usados debería —o no debería— contarte sobre el vehículo en el que estás a punto de gastarte una buena parte de tus ahorros.
En cuarto lugar, es un ensayo sobre la racionalidad y sobre la prueba del tiempo. La racionalidad del mundo real no guarda relación con aquello que es lógico para el reseñista del New Yorker o para algún psicólogo que utiliza ingenuos modelos de primer orden, sino con algo mucho más profundo y estadístico, de lo cual depende tu propia supervivencia.
No confundamos la idea de jugarse la piel, tal como se define y utiliza en este libro, con un problema de incentivos, con el hecho de disponer de una parte de los beneficios (tal como normalmente se utiliza este término en el ámbito financiero). No se trata de eso. Es más bien algo relacionado con la simetría, con compartir nuestros perjuicios, asumiendo una penalización si algo va mal. Es una idea que vincula la noción de incentivos, la compra de coches de segunda mano, la ética, la teoría contractual, el aprendizaje (en la vida real y en la académica), el imperativo kantiano, el poder municipal, la ciencia del riesgo, el contacto entre los intelectuales y la realidad, la responsabilidad de los burócratas, la justicia social probabilista, la teoría de opciones, la buena conducta, los vendedores de mierda, la teología... En fin, ya paro.
L OS ASPECTOS MENOS OBVIOS DE JUGARSE LA PIEL
Un título más correcto (aunque más incómodo) para este libro hubiera sido Los aspectos menos obvios de jugarse la piel: las asimetrías ocultas y sus consecuencias. A mí no me gusta nada leer libros que me transmitan obviedades. Me gusta que me sorprendan. Por lo tanto, aplicando la misma reciprocidad del jugarse la piel, no llevaré al lector a un tedioso y predecible viaje tal como hacen las conferencias universitarias, sino que le haré experimentar el tipo de aventura que a mí me gusta.
Para conseguirlo, este libro se ha estructurado de la forma siguiente. Al lector no le llevará más de sesenta páginas comprender la importancia, el predominio y la omnipresencia del jugarse la piel (es decir, la simetría) en la mayor parte de sus aspectos. Pero no abunda en explicaciones de por qué algo tan importante es importante: si se justifica continuamente un principio, se acaba degradándolo.
El camino de la aventura nos lleva a centrarnos en el segundo paso: en las implicaciones sorprendentes —esas asimetrías ocultas que no vienen de inmediato a la mente—, así como en las consecuencias más obvias, algunas de las cuales son bastante incómodas mientras que otras resultan inesperadamente útiles. Comprender los entresijos de cómo nos jugamos la piel permite comprender también los grandes enigmas subyacentes a la compleja matriz de la realidad.