Gilles Dubois
1000 RECETAS
DE SALSAS
coulis, jugos, caldos, fumets,gelatinas...
EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Traducción de Sonia Afuera Fernández.
Fotografías de la cubierta de © C. Valentin/L’eau à la bouche (salsas), © C. Valentin/Hoa Qui (salsa de ajo) y © C. Valentin/Hoa Qui (mantequilla de Montpellier).
© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
© [2016] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-316-7
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
ÍNDICE
PRÓLOGO
Un salsero que se precie tiene que ser un brillante químico, un genio, un creador, una especie de piedra angular de la cocina, porque «las salsas son a la cocina lo que los colores al cuadro del maestro pintor». Sin embargo, no todo el mundo goza de ingenio, ni es un químico brillante; por eso hoy me apetece escribir esta obra, para que quien quiera pueda sentirse y convertirse, como he hecho yo, en un genio y un químico brillante.
En efecto, no hay nada más sencillo que sorprender a los amigos elaborando minuciosamente una buena salsa casera para acompañar a la simple carne a la parrilla o al pescado al vapor que se han cocinado. Así se queda ante todos como un perfecto cocinero, y todo gracias a una habilidad conseguida por medio de este «repertorio de salsas».
No sé si mi «sentido de la cocina» es innato, como una especie de don que he desarrollado con el tiempo, o si simplemente ha nacido del amor por crear, del placer por comer bien o de la curiosidad por el gusto, pero una cosa es cierta: es una pasión que vive en mí desde hace mucho tiempo.
A semejanza de una persona que, apasionada por la pintura, decide convertirse en pintor profesional, o como quien ama el mar y se hace marinero, yo decidí de forma natural asociar mi pasión a mi oficio y convertirme en chef de cocina. ¡Qué maravillosa recompensa de la vida, la de ejercer profesionalmente, realizar durante todo el día la actividad a la que uno adora dedicarse en la vida privada, cuando tiene tiempo libre! Esto es lo que yo he tenido la suerte de poder hacer y, puesto que tengo ganas también de compartir este arte —porque la cocina es un arte, conocido como «arte culinario»—, he salido al encuentro de los mejores cocineros, para ofrecer al lector esta obra.
Ahora le toca a usted convertirse en un artista, puesto que el saber del verdadero artista culinario es infinito: lleva a cabo cosas magníficas, utilizando los abundantes recursos de la cocina. No hay que olvidar que la cocina mediterránea goza de fama mundial y que en nuestra gastronomía disponemos de un patrimonio inestimable. El arte culinario es el reflejo de un pueblo y de su civilización, y es indisociable de su historia. Igual que la pasión por el mar se transmite de generación en generación, el amor por la cocina también debe ser transmitido a nuestros hijos, que, a su vez, lo transmitirán a los suyos, y así sucesivamente, para que nuestro tesoro siga vivo.
Como es posible constatar, muchas de mis recetas se inspiran en las creaciones de Antonin Carême. Y es que cuesta imaginar hasta dónde llegó la gloria de Carême: todos los cursos de Europa solicitaban sus servicios. No llegó a ser chef de Napoleón, pero tuvo el honor de recibir la visita del emperador y de Josefina, en 1806, en la cocina del príncipe Talleyrand. Si hay algún cocinero que considere que la cocina es un arte, este es Antonin Carême. Porque cree en los avances de este arte. De hecho, fue él quien escribió el primer libro de cocina propiamente dicho: L’Art de la cuisine française au xix siècle , publicado tras su muerte en 1833. Auguste Escoffier, que en 1919 fue el primer cocinero condecorado con la Légion d’Honneur, también ha inspirado ampliamente esta obra; y no olvidaré al famosísimo Brillat-Savarin, que pronunció en el siglo xix esta bonita frase: «El Creador, al tiempo que fuerza al ser humano a comer para sobrevivir, lo tienta con el apetito y lo recompensa con el placer». La frase no explica nada... ¡pero lo resume todo!
El objetivo de esta obra es amenizar sus platos, conseguir una cocina original e imaginativa, para transformar la experiencia culinaria en una aventura gastronómica cuyo único fin sea la excelencia.
Deseo que encuentren en el uso de esta obra tanto placer como yo he obtenido a la hora de «cocinarla».
Gilles Dubois
Chef de cocina,
elegido por la Academia de gastronomía Brillat-Savarin, sillón 177,
ex miembro de la cadena mundial de asadores,
entronizado por la Orden Mundial de Gourmets Degustadores,
ex miembro de la fundación François Rabelais
AL PRINCIPIO FUE BRILLAT-SAVARIN
La vida del hombre, un gastrónomo espiritual
Conocido hoy básicamente por su calidad como gastrónomo, Jean Anthelme Brillat-Savarin (Belley, 1755–París, 1826) fue, aunque sea menos célebre por ello, magistrado y político. Primero fue abogado del tribunal de Belley y luego pasó a ser diputado de la Asamblea Constituyente en 1789, alcalde de Belley, presidente del Tribunal Civil de Ain y miembro del Tribunal de Casación. Proscrito durante la época del Terror, se refugió en Suiza y luego en América, donde vivió tres años.
Regresó a Francia en septiembre de 1797, tras ser borrado de la lista de emigrados, y ocupó sucesivamente las funciones de comisario en el ejército de Alemania, bajo las órdenes de Augereau, y comisario del poder ejecutivo en el tribunal de Seine-et-Oise, antes de poder recuperar su puesto en el Tribunal de Casación (germinal año viii ).
Brillat-Savarin escribió diversos opúsculos: Vues et projets d’économie politique (aparecido en 1801); un fragmento de una obra manuscrita titulada Théorie judiciaire (1808); De la Cour suprême (1814), segundo fragmento de la obra sobre la teoría judicial; y Essai historique et critique sur le duel (1819). No obstante, estos trabajos no habrían salvado su nombre del olvido si no hubiera publicado, poco antes de su muerte, Fisiología del paladar: meditaciones de gastronomía trascendental , en la que trabajó durante mucho tiempo y que constituye una de las mejores obras gastronómicas.
Los aforismos de Brillat-Savarin
Brillat-Savarin, además de ser un fino gourmet , era un hombre con ingenio. En la página siguiente presentamos algunos de los aforismos que abundan en su Fisiología del paladar . Por supuesto, no se trata de tomárselos al pie de la letra: son una serie de exageraciones espirituales, adecuadas para amenizar a los comensales durante una comida.
La Academia de gastronomía Brillat-Savarin
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