Léa Schalk, 2017
Traducción: Laura Soler Pinson
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
CÓMO INTERPRETAR TUS SUEÑOS
- ¿Problemática? ¿Alguna vez te has despertado sobresaltado tras una pesadilla, pero no has entendido su significado? ¿O te has convertido en el protagonista de un sueño extraño donde se mezclan unos elementos a cada cual más intrigante y absurdo? ¿Pero por qué soñamos? ¿Qué papel desempeñan los sueños? ¿Realmente podemos interpretarlos?
- ¿Meta? Comprender el mecanismo de los sueños, su influencia en nuestro día a día, y descubrir cómo descifrarlos.
- ¿Preguntas frecuentes?
- ¿Todo el mundo sueña?
- ¿Soñamos todo el rato cuando estamos durmiendo?
- ¿Para qué sirven los sueños?
- ¿Por qué no siempre me acuerdo de mis sueños?
- ¿Qué es un sueño premonitorio? ¿Existen realmente?
- ¿Mis sueños pueden influir en mi día a día?
- ¿Cómo interpreto mis sueños?
El sueño: ¿hay algo más íntimo y personalizado que esa película nocturna en la que somos a la vez el director y el protagonista y, la mayoría de las veces, sin que nos demos cuenta? Con todo, cabe señalar que, a veces, el ritmo alocado de nuestras jornadas lo convierte en el menor de nuestros problemas. Pocos son aquellos que, cuando se despiertan, dedican tiempo a explorar esas improbables aventuras imaginarias. ¿Pero realmente existe alguien que nunca se haya despertado aterrorizado o, incluso, llorando, presa de preguntas angustiosas? «¿Era un sueño? ¿Por qué he soñado esto?». Y, al contrario, ¿quién no ha intentado alguna vez alargar un dulce sueño para ver dónde lo llevaría? Y es que, aun con todo, nuestras fantasías nos hacen reflexionar, especialmente si se trata de algo extraño o conmovedor.
¿Los sueños son fantasías desprovistas de sentido o, por el contrario, son valiosas fuentes de información acerca del inconsciente? ¿Hasta qué punto podemos y debemos escucharlos? ¿Por qué con mucha frecuencia solo quedan fragmentos en nuestra memoria? ¿Podemos recordarlos mejor e, incluso, interpretarlos? ¿Qué dice la ciencia al respecto? En este texto, intentaremos explorar todos estos aspectos, manteniendo los ojos bien abiertos.
¿DE DÓNDE VIENEN LOS SUEÑOS?
Los ciclos del sueño y sus fases
Las preguntas relacionadas con la interpretación de los sueños y con su dimensión psíquica son apasionantes, pero ¿qué ocurre desde un punto de vista puramente fisiológico cuando soñamos? Las neurociencias clínicas contemporáneas —es decir, las especialidades médicas que estudian el sistema nervioso, como la neurología o la medicina del sueño— se basan en el estudio en directo de la actividad cerebral para comprender mejor el fenómeno onírico, entre otras cosas.
A finales de los años 1950, el investigador francés Michel Jouvet observa un fenómeno inesperado basándose en el electroencefalograma. Se trata del sueño paradójico, una fase del sueño que, desde entonces, se asocia al fenómeno de la ensoñación. Jouvet la califica como paradójica por el contraste que existe entre, por una parte, los movimientos oculares y la actividad cerebral que se desencadenan y, por otra, el cuerpo inerte y la dificultad para despertar al individuo.
¿Sabías que…?
El sueño paradójico no es exclusivo del ser humano. En efecto, se ha demostrado que todos los animales de sangre caliente —es decir, los pájaros y los otros mamíferos— también tienen esta capacidad.
Para situar mejor las fases de sueño paradójico —y, por lo tanto, el momento en el que soñamos, como aseguran varios expertos— dentro de una noche de sueño, debes saber que esta viene configurada por una sucesión de ciclos de entre 90 y 120 minutos cada uno. Durante un periodo de sueño, se pueden contar de 3 a 5, en las que los científicos distinguen varias fases:
- el sueño lento, que dura entre 60 y 75 minutos, y que está conformado por cuatro estadios:
- el adormecimiento, que se caracteriza por un estado de semiinconsciencia durante el que es fácil despertarnos (estadio I);
- el sueño lento ligero, por el que, con más frecuencia, pasamos durante la noche. Representa alrededor del 50 % de nuestro tiempo de sueño (estadio II);
- el sueño lento profundo conforma los estadios III y IV. Durante la primera parte de esta fase, la tensión muscular y la actividad cerebral disminuyen y, además, alcanzamos el nivel más profundo de sueño lento.
- el sueño paradójico (fase REM —Rapid Eye Movement— o MOR —Movimiento Ocular Rápido—), que dura entre 10 y 20 minutos. Durante este periodo, el cerebro está en plena efervescencia y, a veces, su consumo de oxígeno es incluso superior al que experimentamos cuando intentamos resolver un problema complejo;
- el sueño intermedio, que corresponde a un periodo muy corto previo al despertar entre los distintos ciclos.
A partir del momento en el que nos acurrucamos bajo nuestro edredón, normalmente bastan unos veinte minutos para sumergirnos en un sueño lento profundo. Durante esta transición, asistimos a un cambio de las ondas eléctricas que emite nuestro cerebro, que disminuye su intensidad progresivamente, lo que hace que cada vez seamos menos receptivos a los estímulos externos, a menos que sean muy fuertes o que la persona que duerme los considere importantes (la evocación de su nombre, llanto, etc.). El sueño lento profundo, que nos ofrece una recuperación física óptima, es más pronunciado durante la primera mitad de la noche. Por ello, las primeras horas de sueño tienen propiedades extremadamente reparadoras. No obstante, la actividad cerebral de las fases lentas no es nula, sino que más bien está compuesta por impresiones sensoriales simples, descontextualizadas (por ejemplo, sensaciones de frío o calor, o emociones como la tristeza, el miedo, etc.). No suele suceder que las personas que están durmiendo, y que se despiertan durante estas fases, recuerden sus sueños con detalle. Sin embargo, esta travesía nocturna está lejos de ser un largo río tranquilo. Al final de un periodo de sueño lento, las ondas se aceleran y el hipnograma —gráfico que permite visualizar las distintas fases de sueño y de vigilia— vuelve a mostrar una actividad cerebral intensa: estamos en pleno sueño paradójico. La actividad onírica es compleja en este punto, con un marco, personajes, impresiones sensoriales potentes, etc. Si la persona que está durmiendo se despierta durante esta fase o la despiertan, será capaz de narrar el contenido de su sueño con precisión y muchos detalles. Esta fase de actividad nerviosa intensa representa alrededor del 20 % del tiempo de sueño total en los adultos, entre el 40 y el 50 % en los recién nacidos y todavía más en la etapa prenatal.
¿Sabías que…?
El sueño paradójico está caracterizado por una atonía muscular y una inmovilidad del cuerpo, por lo que no es infrecuente que tengas la sensación de estar paralizado durante un sueño.
Una vez que pasa la zona de turbulencias del sueño paradójico, llega el sueño intermedio, en el que recuperamos la sensibilidad a los estímulos externos. Si no nos despierta nada en ese momento, empezamos un nuevo ciclo, y en seguida olvidaremos esa corta vigilia. Por la mañana, es obvio que una mínima vigilia al final de un ciclo podrá desencadenar un despertar total.
Un vínculo que se cuestiona
Si bien varios científicos han podido demostrar una correlación entre el sueño paradójico y los recuerdos de las ensoñaciones, lo cierto es que también han observado que eso no significaba que la actividad cerebral se detuviera durante las otras fases, sino que simplemente era diferente y menos pronunciada. A partir de los años 2000, tomando como base nuevos datos experimentales, se ha cuestionado el dúo sueño paradójico/ensoñación. Para algunos expertos, hoy en día ya no es correcto afirmar que solo el sueño paradójico genera ensueños.