Podemos recibir una palabra profética del Señor de muchas maneras diferentes: Podemos tener una impresión en nuestro espíritu; el Señor puede iluminar un pasaje de la Escritura que tenga un significado particular en nuestras vidas; o podemos tener un sueño vívido y profético. La profecía también puede llegar cuando alguien comunica sabiduría y consejo que proporciona a otros la dirección que están buscando en sus vidas. Algunas personas pueden hasta decir: “Creo que el Espíritu de Dios te dice esto”. La profecía puede venir de Dios o de seres angélicos que le visiten y le den una revelación sobrenatural. Todos ellos son métodos firmes y bíblicos que Dios utiliza en diferentes momentos para hablarnos.
LA PROFECÍA TIENE LÍMITES
Debemos ser conscientes de varias cosas a medida que comencemos a movernos en el área de recibir palabras proféticas. Debemos entender que la profecía tiene límites que Dios ha establecido para nuestra propia protección. Por ejemplo, en un ámbito colectivo, Pablo da la siguiente pauta: “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen” (1 Corintios 14:29).
Otro límite se establece en 1 Tesalonicenses 5:19-21: “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno”. El resto de este capítulo está dedicado a aplicar pruebas a palabras proféticas a fin de que podamos retener lo bueno.
CÓMO DETERMINAR SI LA PALABRA VIENE DE DIOS
No todas las voces que oímos vienen del Espíritu Santo. Satanás tiene la capacidad de falsificar dones a fin de causar confusión y hacer que nos desviemos del camino. Su capacidad de falsificar incluye el don de profecía. Jeremías cita al Señor diciendo: “No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban” (Jeremías 23:21).
Eso sigue sucediendo. Hay falsos profetas. Por eso, se nos advierte que probemos todas las cosas y retengamos lo bueno. Estas son algunas fuentes sucias de palabras proféticas de las que necesitamos ser conscientes.
1. El ocultismo. “Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti” (Isaías 47:13). Las fuentes del ocultismo incluyen videntes, cartas de tarot, tablas de ouija, astrología y horóscopos, clarividentes, médiums, percepciones extrasensoriales, brujería, adivinación, etc. ¡Estas fuentes de palabras proféticas deben evitarse por completo! Saúl, por ejemplo, obtuvo revelación al visitar a una bruja. Sin embargo, debido a que era una fuente ilegítima de revelación— no de Dios—finalmente dio como resultado la muerte de Saúl.
2. Engaños. “¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?” (Jeremías 23:26). No todo aquel que la dé una falsa profecía lo hace con malicia; sencillamente está confundido. A veces, esas personas caminan en su propio engaño, pensando que oyen la voz de Dios cuando no es así.
3. Deseos descontrolados. Los deseos son una función natural de la emoción humana. Los deseos están unidos a nuestros anhelos, aspiraciones, impulsos y expectativas. Si no se controlan, los deseos pueden hacer que nos rebelemos contra la voluntad de Dios en nuestras vidas. ¿Ha oído alguna vez a alguien usar la expresión “deseo ardiente”? Muchas veces, podemos anhelar tanto tener algo que escuchamos cualquier voz que esté en línea con nuestros deseos. Por tanto, la falsa profecía puede venir mediante un deseo que esté tan descontrolado que ya no podemos discernir la voz de Dios de la voz del enemigo en nuestra propia carne. La profecía puede salir de los anhelos del corazón de alguien, en lugar de salir de una palabra pura del Señor.
4. Manipulación y control. “Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas” (Ezequiel 13:17). La profecía se ha utilizado para tratar de manipular a personas para que emprendan acciones que de otro modo no emprenderían. Por ejemplo, alguien podría querer que cierta persona se casara con otra persona. Parece algo bueno—tan bueno, de hecho, que Dios debe de quererlo también—, y por eso acuden al uno o al otro y dicen: “El Señor dice que debes casarte con _____”. El verdadero origen que está detrás de esa palabra no era Dios sino un espíritu manipulador y controlador. Hablaremos de esto más extensamente más adelante en el capítulo.
5. Inmadurez. Hay verdaderos profetas que aún no han madurado en sus dones y puede que den una palabra del Señor mezclada con sus propias emociones; por tanto, la palabra es impura. Es ahí donde debe realizarse una criba y donde debemos “retener lo bueno”.
6. Falsos sueños. “He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos” (Jeremías 23:32). El enemigo es capaz de falsificar sueños proféticos, al igual que es capaz de falsificar palabras proféticas. Debemos comprender que cuando estamos dormidos no estamos plenamente activos en nuestro espíritu. Muchas veces el enemigo utilizará ese periodo para hablarnos palabras falsas.
7. Demonios. “En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel” (Jeremías 23:13). Al igual que el Señor puede enviar ángeles para profetizar, el enemigo puede enviar a uno de sus secuaces (Baal se envió en el ejemplo bíblico que damos) para dar una profecía demoníaca.
JUZGAR LA PROFECÍA
Hay muchos orígenes para lo que puede parecer como profecía de Dios. ¿Cómo sabemos si lo que se dice viene de Dios? ¿Cómo probamos la profecía? La siguiente lista ha sido compilada en parte del libro de Graham Cooke, Developing YourProphetic Gifting [Cómo desarrollar sus dones proféticos], y en parte de mi propia experiencia en cuanto a juzgar la profecía:
1. ¿Le edifica, exhorta y consuela la palabra que ha recibido? ¿Logra las funciones básicas que bosquejamos en el último capítulo? El versículo de 1 Corintios 14:3 dice que el verdadero propósito de la profecía es edificar, exhortar y consolar. Si la palabra le deja con un sentimiento de incomodidad en lugar de edificación, o si siente que algo no es correcto, no debería recibir la palabra sin realizar otras pruebas.
2. ¿Cuál es el espíritu que está detrás de la profecía? Alguien podría comenzar a hablarle una palabra, pero el espí-ritu que está detrás de esa palabra no parece correcto. Puede que haya en ella un espíritu de condenación. Aun si pudiera ser totalmente verdadera, si usted se siente aplastado y condenado, puede que necesite juzgarla. Recuerde que el espíritu en que toda profecía debiera darse es el amor; por tanto, aun una palabra de exhortación o de corrección debería dejarle con libertad para reedificar.
3. ¿Se conforma a la Escritura? Dios no va a decir una cosa en la Biblia y luego le dirá a usted la contraria en una palabra profética. La palabra profética del Señor siempre estará en línea con la Palabra de Dios inspirada y escrita, la cual se nos ha dado como guía y ejemplo. Recuerde: la Biblia no tiene límites o espacio de tiempo; por tanto, descubrirá que los principios y la iluminación de la Palabra de Dios son igual de importantes para nosotros en la actualidad de lo que fueron cuando se escribieron. En otras palabras, su ejemplo o principio escritural puede encontrarse en el Antiguo Testamento con tanta frecuencia como en el Nuevo Testamento. Pero si alguien le da una palabra y no encuentra usted principio escritural, base o ejemplo de ella en la Biblia, no debería usted aceptar la palabra.
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