Consiga el trabajo
que en verdad desea
JAMES CAAN
www.megustaleer.com
Contenido
Introducción
H ace un par de años puse un anuncio para contratar a un gestor de inversiones en mi sociedad de capital privado, Hamilton Bradshaw. En el anuncio decíamos que el candidato debía acreditar una experiencia de tres años como censor jurado de cuentas, tenía que haber trabajado para una de las cinco primeras firmas auditoras y haber estudiado en Oxford o en alguna universidad de características similares. Eran las condiciones habituales para conseguir el empleo.
Una tarde recibí una llamada desde recepción.
—Hay alguien abajo que quiere verle.
Eché un rápido vistazo a mi agenda y vi que no tenía citas concertadas para esa hora.
—Lo siento —dije—. No puedo ver a nadie. En estos momentos estoy muy ocupado.
Colgué el teléfono.
Tres cuartos de hora más tarde, recibí otra llamada.
—James, continúa sentado en recepción.
—¿Qué quiere?
—Ah, dice que solo quiere ver a James Caan.
—No, olvídalo.
No obstante, pedí a un miembro de mi equipo que bajara y le explicara que nunca recibimos a nadie sin cita previa y que lo lamentábamos, pero no había ningún hueco disponible. Mientras el empleado se iba a transmitirle el mensaje, yo continué con lo que estaba haciendo.
Sin que yo lo supiera, incluso después de haber recibido la mala noticia, el tipo se limitó a preguntar a qué hora cerraba la oficina y continuó sentado, esperando pacientemente. Aquella tarde yo tenía una reunión en la City, y a las cuatro atravesé la recepción y salí del edificio.
De pronto intuí que había alguien detrás de mí. Me giré en redondo.
—Hola, James —dijo el hombre—. Me llamo Greg. Vi su anuncio solicitando un gestor de inversiones, y aunque carezco de los requisitos que solicita, sé que puedo hacer el trabajo.
Miré al tipo y no pude reprimir una sonrisa, porque si bien estaba pensando para mis adentros: «¡Vaya morro!», me vi forzado a admirar el hecho de que, como le faltaba la titulación necesaria y la experiencia exigida, había deducido que la única forma de abordarme era esta.
—Mi coche está aparcado en la esquina —dije—. Tiene exactamente un minuto, hasta que llegue al coche, para explicarme por qué debería concederle una entrevista. Sesenta segundos, a partir de este momento.
Greg me hizo un resumen de su vida. Me dijo en esencia que, no obstante carecer de los requisitos académicos específicos y no haber trabajado para ninguna de las firmas auditoras más importantes, en la práctica había hecho este trabajo.
—Estoy decidido —insistió—. Soy muy trabajador. He leído su página web. Sé a qué negocio se dedica. Sé exactamente lo que hace, y capto la idea de cómo administra carteras de inversiones.
Gracias a sus investigaciones, Greg sabía tanto sobre la empresa y nuestro negocio que al final de su discurso de un minuto tuve que decir:
—De acuerdo, aquí tiene el número de teléfono de mi director de inversiones. Llámele. Estaremos todos reunidos hasta las ocho de la noche, pero si le llama entonces, yo me ocuparé de conseguirle una cita.
A las ocho en punto llamó al director de inversiones. Le invitamos a una entrevista. En circunstancias normales, yo jamás asistía a una primera entrevista, pero esta vez lo hice, junto con nuestro director de inversiones y nuestro director financiero. De antemano, ya había decidido que Greg las iba a pasar canutas. Había entrado en liza gracias a su cara dura. Yo pensaba que si estaba tan seguro de sus capacidades debía ser muy bueno. Le sometimos a una entrevista muy áspera, y formulamos algunas preguntas muy inquisitivas y agudas. Me quedé estupefacto. Tenía una gran respuesta para cada pregunta. ¡Eso sí que era capacidad de resistencia!
Al final de la entrevista pedí a Greg que esperara fuera mientras hablaba con mis colegas. Los tres nos mostramos de acuerdo en que debíamos concederle el empleo enseguida. Todos nos dimos cuenta de que podíamos haber entrevistado a alguien provisto de todos los requisitos, pero ¿qué valor podíamos adjudicar a la determinación, el dinamismo y las ganas de conseguir aquel trabajo?
Le pedimos que volviera a entrar.
—Estamos asombrados —dije—; aun así es un placer para nosotros ofrecerle el cargo.
Greg vino a trabajar con nosotros y lo hizo muy bien. Al abordar la situación desde una nueva perspectiva y poner patas arriba las convenciones habituales, había conseguido su trabajo ideal.
Este libro versa precisamente sobre eso: cómo conseguir el trabajo que realmente desea y que transformará su carrera. En un momento en que lo único que parece seguro en el mundo de los negocios es la incertidumbre, y cuando el mercado laboral es más desafiante que nunca, voy a darle el mejor consejo que pueda, basado en treinta años de experiencia trabajando, fundando y dirigiendo empresas de selección de personal.
En el mercado laboral se dirime una batalla campal, de modo que se necesita toda la munición que se pueda conseguir para llevar ventaja y sobresalir.
Le guiaré paso a paso a través de todo el proceso. Cómo ser positivo sin desfallecer en un contexto económico difícil. Cómo ser proactivo a la hora de buscar las oportunidades laborales adecuadas. Cómo vender su imagen para lograr una entrevista. La importancia vital de la preparación, para que esté relajado y seguro en la entrevista, y pueda ofrecer una gran actuación. Cómo llegar al acuerdo más ventajoso para usted en una oferta de trabajo. Y en cada fase intentaré arrojar una luz diferente sobre los métodos formularios y tradicionales de abordar todo el proceso.
Vivimos una época de flexibilidad e imaginación, pero también es preciso trabajar con ahínco, como hizo Greg cuando investigó de forma tan exhaustiva a Hamilton Bradshaw (aunque debo advertir, por si se le ocurre dejarse caer por recepción para intentar tenderme una emboscada similar, que el suyo fue un caso único). Aunque parezca increíble, el 95 por ciento de los candidatos nunca se molestan en dar un paso más. Nadie les ha explicado cómo lograr un empleo. Se mueven por instinto. Ven un trabajo y, casi sin pensarlo, envían su viejo currículum y cruzan los dedos.
Lo digo porque he trabajado en el campo de la selección de personal toda mi vida. No lo he descubierto por casualidad. He aprendido los entresijos y los detalles del negocio gracias a mi experiencia personal y directa. Juntos vamos a hacer crecer las probabilidades de conseguir el trabajo perfecto.
Porque creo a pies juntillas en que es posible encontrar el empleo de sus sueños, aunque ha de ser capaz de hacer el trabajo. Es inútil decir «Quiero ser primer ministro», por ejemplo, si es incapaz de ejercer el cargo. Solo puede desempeñar un papel si posee aptitudes para ello, pero conseguirlo exige planificación, preparación y determinación. Recuerde que la mayoría de la gente, la inmensa mayoría de los demás candidatos que solicitan el trabajo que usted desea, ni siquiera intentan llevar a cabo el diez por ciento del trabajo extra que mejoraría sus probabilidades. Por eso no consiguen esos empleos.
Un estupendo incentivo es inspirarse en alguien a quien admira, alguien que haya conseguido su trabajo ideal gracias al compromiso, la fe y el dinamismo auténtico. Pienso en gente como Stuart Rose, quien empezó en Marks & Spencer como aprendiz de administración a principios de los setenta, y treinta años después fue nombrado director general de la empresa. Philip Clarke, que empezó trabajando los sábados en la cadena de grandes superficies Tesco cuando tenía catorce años, y fue nombrado director general de la empresa en sustitución de Terry Leahy, quien también había sido reponedor de jovencito. O Rose Marie Bravo, encargada de compras en unos grandes almacenes de Long Island, que terminó al mando de Saks Fifth Avenue, antes de poner de nuevo a Burberry en la senda del éxito.