Escribir el propio currículum es un difícil ejercicio de autoevaluación y de síntesis, regido por normas precisas que no se pueden ignorar. Este libro pretende ser una ayuda en esta tarea, proporcionando ejemplos adecuados a las distintas situaciones, desde la búsqueda del primer empleo hasta las aspiraciones del joven que pretende integrarse en los cuadros directivos, desde el perito informático hasta el diseñador creativo, desde la respuesta a los anuncios en el diario local hasta las ofertas de trabajo en lenguas extranjeras.
Quien lee un currículum ha de decidir, basándose sólo en la lectura de un simple folio, si es oportuno o no, convocar al candidato para celebrar una entrevista a fin de conocerlo mejor.
La opción de convocar a una persona viene dictada frecuentemente por una impresión recibida, o por la curiosidad que suscita un detalle que parece interesante. Por lo tanto, es importante que el currículum, auténtica carta credencial del candidato, no deje traslucir indiferencia o actitudes de improvisación: todos deseamos que quien se dirija a nosotros nos dedique la debida atención.
La comunicación escrita
LA DIFICULTAD DE ESCRIBIR
Scripta manent. Probablemente, por esta razón, experimentamos un cierto malestar frente a una página en blanco o ante la pantalla vacía del monitor de nuestro ordenador, cuando nos encontramos en la situación de tener que comenzar a escribir. La incertidumbre sobre los contenidos que hemos de transmitir, el miedo a no conseguir expresarnos correctamente o a que se nos escape alguna inconveniencia, pueden resultar una dificultad seria a la hora de empezar.
Los estudios de la edad escolar nos preparan raramente a escribir con claridad y con un tono serio, pero informal, ya que generalmente se da más importancia al estudio del estilo literario y poético que no será, luego, el más adecuado para tratar los argumentos cotidianos, personales y profesionales.
Por otra parte, en el mundo del trabajo cada uno de los sectores usa su propia jerga, que frecuentemente debilita y resta importancia a las novedades y originalidades que se puedan dar en nuestros mensajes: usar frases y modismos estandarizados puede ser cómodo, pero en realidad, no llama la atención y, sobre todo, no consigue mantener activa la atención del lector.
Sin el afán de intentar sobresalir a toda costa, hemos de escribir, sin embargo, con un estilo personal, conciso y de fácil comprensión, sin que por ello tenga que resultar aburrido o, todavía peor, desagradable.
LA SOCIEDAD DE LAS COMUNICACIONES
La sociedad actual se caracteriza porque en ella las comunicaciones adquieren una importancia creciente, que parece privilegiar el uso de sistemas audiovisuales cada vez más sofisticados. Pero, si por una parte el recurso a las nuevas tecnologías del sonido y de la imagen se extiende más cada día, también es cierto que, al mismo tiempo, crece la conciencia de la necesidad de dominar el lenguaje escrito, que, aunque hoy en día se encuentra cada vez más descuidado, sigue siendo un importante instrumento de expresión personal.
En el mundo laboral del futuro, de hecho, habrá cada vez menos espacio para los llamados semianalfabetos tecnológicos, es decir, aquellos que no son capaces de usar y de apreciar la riqueza y los matices de la lengua, tanto hablada como escrita.
Se alejan ya de forma definitiva los tiempos en que se podía considerar aceptable, y en algunos casos original, una carta escrita a lápiz sobre un folio de cuaderno, toda ella con mayúsculas y sin signos de puntuación, o bien a la que le faltara el encabezamiento o las fórmulas finales de cortesía.
LA COMUNICACIÓN
Comunicación e información se utilizan frecuentemente como sinónimos, pero para plantear correctamente el argumento, es necesario que seamos precisos. Mientras que la comunicación es el acto de la transmisión de un mensaje, la información se refiere a su contenido.
Comunicar es el acto de ponerse en contacto con otra persona, influyendo en su comportamiento
Los protagonistas del proceso de comunicación son:
— el EMISOR: quien envía el mensaje;
— el RECEPTOR: el destinatario del emisor;
— el CÓDIGO: un lenguaje conocido por ambos.
Comunicar, pues, significa transmitir un mensaje utilizando un código conocido. Por lo que se refiere a la transmisión, una de las formas de comunicación más sencilla es la comunicación escrita, ya que lleva directamente a la comprensión (decodificación) del mensaje; inmediatamente veremos que «más sencilla» no significa en este caso lo mismo que «más fácil», sino que, por el contrario, requiere un mayor esfuerzo de preparación.
En una conversación, de hecho, el receptor elabora la decodificación, y envía una respuesta de cualquier tipo (feed-back) que puede ofrecer indicaciones sobre el nivel de comprensión de todo cuanto acabamos de decir.
Comunicar no es tan sólo hablar; en cualquiera de nuestros comportamientos, inflexiones de la voz, gestos e incluso en nuestros silencios o en la inmovilidad hay un significado implícito: la palabra escrita, sin embargo, es estática y, aunque si bien está mucho más pensada, al no permitir una rectificación inmediata, ha de ser ponderada y precisa.
El mayor problema de la comunicación escrita reside, precisamente, en la imposibilidad de verificar inmediatamente si el significado de lo que queremos decir le quedará claro a nuestro interlocutor o no, mientras que en un diálogo o en una discusión, el comportamiento, la simple expresión de los ojos y las objeciones que nos hace el interlocutor, nos ayudan a explicar, puntualizar e incluso corregir nuestras afirmaciones.
Podemos esquematizar el proceso de comunicación en dos tipos:
— Comunicación en una dirección
— Comunicación en doble dirección