Annotation
No sólo en el trabajo o la escuela encontramos ejemplos de mobbing o bullying, sino también en el ámbito del hogar. En la actualidad existen muchos más casos de hijos acosadores de los que cabe imaginar. Niños consentidos, sin conciencia de los límites, que organizan la vida familiar, dan órdenes a sus padres y chantajean a todo aquel que intenta frenarlos; jóvenes que engañan, ridiculizan a sus mayores y a veces roban; adolescentes agresivos que desarrollan conductas violentas. En definitiva, hijos desafiantes que terminan imponiendo su propia ley.Este libro necesario de Javier Urra, psicólogo forense, primer Defensor del Menor en España y autor de Escuela práctica para padres —también publicado por esta editorial—, está pensado para todos los padres que son víctimas de estos pequeños o no tan pequeños tiranos, y para quienes desean prevenir situaciones extremas, muchas veces fomentadas por nuestra misma realidad social. Para ello es preciso educar en el respeto y el afecto, transmitir valores, hablar con nuestros hijos y escucharles, e intentar acrecentar su capacidad de diferir las gratificaciones y tolerar las frustraciones. En otras palabras, apoyar la labor educativa en los tres pilares básicos: autoridad, competencia y confianza.
Javier Urra
EL PEQUEÑO DICTADOR
Primera edición: febrero de 2006
Segunda edición: febrero de 2006
© Javier Urra Portillo, 2006
© La Estén de los libros, S.L., 2006 Avenida de Alfonso XIII, 1, bajos 28002 Madrid Teléf.: 91 296 02 00 • Fax: 91 296 02 06 Pág. web: www.esferaIibros.com
Diseño de cubierta: Rudesindo de la Fuente
ISBN: 84-9734-444-8
Depósito legal: M. 8.605-2006
Fotocomposición: IRC, S. L.
Impresión: Rigorma Encuademación: Martínez Impreso en España-Printed in Spain
A los padres que se esfuerzan y disfrutan con su bella labor. A los hijos que se hacen merecedores de todo el cariño. A aquellos que intentándolo no consiguen entenderse y ser felices.
El texto que usted va a leer busca ser de notable levedad al tiempo que un relato vibrante, y señalar una parte oscura dentro del paisaje humano.
Capítulo 1
Hijos maltratadores
Se habla de mobbing, de bullying, del acoso en el trabajo, en la escuela. Existen también Hijos Acosadores en el Hogar.
La mayoría de los jóvenes no son tiranos, claro que no. Y en todo caso muchos más son víctimas de malos tratos que verdugos. Asimismo hemos de aseverar con rotundidad que los padres en general educan correctamente, transmiten buenas pautas educativas. Los problemas, las dificultades, son numéricamente escasos, pero repercuten negativamente en todo el entorno de los focos de tensión relacional.
Que centremos la atención en un problema cierto como el de los hijos tiranos, no debe confundimos y hacemos creer que todo es un desastre. La mayoría de las familias funcionan muy bien. Padres e hijos se sienten orgullosos unos de otros, se apoyan, se comprenden, se respetan, se quieren, se continúan.
La Real Academia de la Lengua define el término tirano como la persona que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, y también, simplemente, como el que impone ese poder y superioridad en grado extraordinario los estudios y no tienen obligaciones ni participan en actividades o relaciones interactivas.
A la penosa situación en que un hijo arremete contra su progenitor no se llega por que éste sea un perverso moral, o un psicópata, sino por la ociosidad no canalizada, la demanda perentoria de dinero, la presión del grupo de iguales... pero, básicamente, por el fracaso educativo, en especial en la transmisión del respeto, y, si no: ¿por qué en la etnia gitana no acontecen estas conductas, muy al contrario, se respeta al más mayor?
El niño o joven que se droga, que se implica con algún grupo de iguales disocíales, que se fuga... no va a ningún sitio, sólo huye de la incomprensión, la falta de atención, de afecto, seguramente de un maltrato (entendido éste con más I amplitud que el específicamente físico). Se maltrata a nuestros jóvenes cuando no se les transmiten pautas educativas que potencien la autoconfianza, ni valores solidarios y, a cambio, se les bombardea con mensajes de violencia. Se les maltrata cuando se les cercena la posibilidad de ser profundamente felices y enteramente personas.
Las «causas» de la tiranía residen en:
• Una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos pero no en sus deberes, donde ha calado de forma equívoca el lema «no poner límites» y «dejar hacer», abortando una correcta maduración. Para «no traumatizarles» se les cede, permite y ofrece todo aquello que se dice no tuvieron sus padres o abuelos. Hay falta de autoridad.
Es obvio que se ha pasado de una educación de respeto, casi miedo al padre, al profesor, al conductor del autobús, o al policía, a una falta de límites, donde algunos jóvenes (los menos) quieren imponer su ley de la exigencia, de la bravuconada.
El cuerpo social ha perdido fuerza moral; desde la corrupción no se puede exigir. Se intentan modificar conductas, pero se carece de valores.
Igualmente parece existir una crisis de responsabilidad en la sociedad, una falta de compromiso que no sólo ha generado cambios en los niños. En España, hemos pasado, de la moral del sacrificio y la renuncia, al hedonismo. Todo se quiere alcanzar sin esfuerzo. En la sociedad del bienestar, del consumo, se procura dejar de asumir responsabilidades que después pueden conllevar problemas: por ejemplo, acompañar a los niños a una excursión.
Y es que, como dice el doctor Enrique Rojas (1998), «en la actualidad hay un vacío moral, y el materialismo, el hedonismo, la permisividad, el relativismo y el consumismo son los valores que imperan en la sociedad. Estos valores han surgido a raíz de los grandes cambios sociales y tecnológicos ocurridos en los últimos años, como la revolución informática, la preocupación por los derechos humanos y la caída del bloque comunista, entre otros». Por tanto, consideramos que el sistema de valores actual y las pautas educativas permisivas inciden en gran medida en los hijos despóticos.
• Unos medios de comunicación, primordialmente la televisión, en los que es incuestionable que la «cascada» de actos violentos (muchas veces sexuales) difuminan la gravedad de los hechos.
Nada tiene que ver el disparo del Séptimo de Caballería contra los indios (o viceversa), que nosotros veíamos, con la brutal carnicería en la que hoy se deleitan.
O anuncios de juguetes que dejan en la mano del niño la capacidad para decidir «la vida del otro». O peligrosos, como «el niño será rubio, tendrá los ojos azules».
O vídeos tan esperpénticos como Muñeco diabólico, Suicídate y descansa para siempre o Comando terrorista. La televisión es utilizada por muchos padres como «canguro», el golpeo catódico continuado invita ocasionalmente a la violencia gratuita y en general adopta una posición amoral al no definir lo que socialmente es adecuado de lo inaceptable.
Nos rodea un alto grado de zafiedad y mal gusto. No se ha de desplazar toda la responsabilidad a los medios de comunicación cuando hay una «moda de inmoralidad».
• El gran cambio que se ha producido en la forma de vida. Los niños pasan mucho tiempo solos. No viven a su ritmo. Lo bueno parece ser hacer todo cada vez más deprisa; vivimos a las órdenes del reloj. No hay tiempo para escuchar, contar cuentos, o jugar con los hijos; estamos demasiado cansados. Los niños viven con estrés; los llamados «niños agenda» completan sus horas con actividades extraescolares. El peso de las condiciones del entorno también afecta a las relaciones de los padres y las madres.