Linda Manzanilla • Luis Barba
Arqueología
Una visión científica del pasado del hombre
La Ciencia para Todos /
Primera edición (La Ciencia desde México), 1994
Segunda edición (La Ciencia para Todos), 2001
Tercera edición, 2003
Primera edición electrónica, 2010
La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de Educación Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
D. R. © 1994, Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-0360-9
Hecho en México - Made in Mexico
La Ciencia para Todos
Desde el nacimiento de la colección de divulgación científica del Fondo de Cultura Económica en 1986, ésta ha mantenido un ritmo siempre ascendente que ha superado las aspiraciones de las personas e instituciones que la hicieron posible. Los científicos siempre han aportado material, con lo que han sumado a su trabajo la incursión en un campo nuevo: escribir de modo que los temas más complejos y casi inaccesibles puedan ser entendidos por los estudiantes y los lectores sin formación científica.
A los diez años de este fructífero trabajo se dio un paso adelante, que consistió en abrir la colección a los creadores de la ciencia que se piensa y crea en todos los ámbitos de la lengua española —y ahora también del portugués—, razón por la cual tomó el nombre de La Ciencia para Todos.
Del Río Bravo al Cabo de Hornos y, a través de la mar Océano, a la Península Ibérica, está en marcha un ejército integrado por un vasto número de investigadores, científicos y técnicos, que extienden sus actividades por todos los campos de la ciencia moderna, disciplina que se encuentra en plena revolución y que continuamente va cambiando nuestra forma de pensar y observar cuanto nos rodea.
La internacionalización de La Ciencia para Todos no es sólo en extensión sino en profundidad. Es necesario pensar una ciencia en nuestros idiomas que, de acuerdo con nuestra tradición humanista, crezca sin olvidar al hombre, que es, en última instancia, su fin. Y, en consecuencia, su propósito principal es poner el pensamiento científico en manos de nuestros jóvenes, quienes, al llegar su turno, crearán una ciencia que, sin desdeñar a ninguna otra, lleve la impronta de nuestros pueblos.
Comité de Selección
Dr. Antonio Alonso
Dr. Francisco Bolívar Zapata
Dr. Javier Bracho
Dra. Rosalinda Contreras
Dr. Jorge Flores Váleles
Dr. Juan Ramón de la Fuente
Dr. Leopoldo García-Colín Scherer
Dr. Adolfo Guzmán Arenas
Dr. Gonzalo Halffter
Dr. Jaime Martuscelli
Dra. Isaura Meza
Dr. José Luis Moran
Dr. Héctor Nava Jaimes
Dr. Manuel Pcimbert
Dr. Ruy Pérez Tamayo
Dr. Julio Rubio Oca
Dr. José Sarukhán
Dr. Alfonso Serrano
Dr. Guillermo Soberón
Dr. Elias Trabulse
Coordinadora
María del Carmen Farías
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos al personal del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM SU apoyo para la realización de este libro: a Guadalupe Sánchez Nieves la corrección del texto; a Fernando Botas la elaboración de los dibujos; a José Saldaña y Humberto Arrieta las fotografías y a todos aquellos que participaron con nosotros en los trabajos arqueológicos en Arslantepé (Turquía), Tiwanaku (Bolivia), Teotihuacan, Cuanalán y Cobá (México).
INTRODUCCIÓN
En la lejanía, entre las dunas del desierto, se ve la figura de un hombre con botas, pantalón corto y sarakoff, quien afanosamente cava con la ayuda de una pala ).
Este estéreotipo
Figura 1. Estereotipo del arqueólogo excavando en el desierto.
del arqueólogo ha permeado muchas culturas, aun cuando en la actualidad tal visión romántica está muy lejos de la realidad, como también la figura de Indiana Jones, con un
Y no es que el quehacer arqueológico esté exento de aventuras y vicisitudes. Quienes trabajan en los sitios que ocupó la cultura maya o en el sureste asiático saben de los peligros de la selva tropical (; aquellos que lo hacen en el altiplano boliviano o en el Tíbet conocen del mal de montaña y de los intensos fríos; quienes exploran sitios sumergidos en el mar o restos de embarcaciones de comerciantes enfrentan las sorpresas de la fauna marina y la descompresión.
Figura 2. Otro estereotipo: Indiana Jones.
Si las imágenes sugeridas se cambiasen por la de grupos de individuos equipados con aparatos muy refinados que detectan lo que se encuentra bajo la superficie; por la de equipos de trabajo que planifican eficientemente sus excavaciones arqueológicas, ya que la labor de desenterrar los "tesoros" del pasado se torna más bien en una minuciosa cirugía; por la de grupos interdisciplinarios que analizan en los laboratorios de física atómica los componentes de las piezas halladas y que posteriormente figurarán en algún museo, y que recrean frente a una computadora la distribución espacial de sitios y utensilios ), entonces nos acercaremos a las herramientas que el arqueólogo del siglo xx tiene a su alcance.
Figura 3. Los sitios mayas de la jungla.
Figura 4. Laboratorio móvil de prospección arqueológica, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM; estudios químicos y mapas de distribución en computadora.
El reto que ofrece el estudio disciplinado y sistemático de los vestigios de las actividades de los hombres del pasado es sorprendente. El arqueólogo es un detective que debe tomar en cuenta hasta un grano de polen ( para reconstruir parte del gigantesco rompecabezas.
Figura 5. Grano de polen de quenopodiáceas-amarantáceas de la excavación de un conjunto residencial teotihuacano en Oztoyahualco, valle de Teotihuacan. (Proyecto a cargo de la doctora Linda Manzanilla, cortesía del biólogo Emilio Ibarra.)
Los restos dejados por las actividades de los hombres de otros tiempos yacen en la parte superior de la corteza terrestre . Muchos se encuentran protegidos por una matriz sedimentaria hasta el momento en que el arqueólogo llega con su brocha y cucharilla. Otros se han integrado a la conformación del paisaje, simulando montes naturales. Algunos más han sido disectados por torrentes y ríos, en cuyos taludes se ven cortes de lo que alguna vez fue una superficie plana. La superficie de la corteza terrestre 12
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