Annotation
• Una obra práctica e inspiradora que invita a las mujeres a envejecer con vitalidad y plenitud, cuidándose físicamente, liberándose de emociones tóxicas y afrontando el proceso como una experiencia completamente positiva para el cuerpo y el alma. • La autora combina historias personales con ejercicios prácticos y las últimas investigaciones en materia de salud y envejecimiento. • La Dra. Christiane Northrup está considerada una destacada experta en temas de salud y bienestar de la mujer a nivel internacional. «Deja salir a la diosa que llevas dentro. Acógela, complácela, haz que se sienta a gusto. Poco a poco, empezará a asomar. Hasta que un día, muy pronto, te mirarás al espejo y una mujer totalmente nueva te devolverá la sonrisa.» Christiane Northrup Tengamos la edad que tengamos, siempre seguiremos siendo diosas… Christiane Northrup, autora de cabecera de millones de mujeres en todo el mundo, nos demuestra que la experiencia de envejecer puede ser radicalmente distinta de todo cuanto nos han contado. Para burlar la temida decadencia, afirma la doctora Northrup, no hacen falta operaciones y medicamentos. Combinando ejercicios prácticos con las últimas investigaciones acerca de la salud y el envejecimiento, nos acerca los principios de una vida sin edad, desde una salud vibrante hasta una vida sexual plena, pasando por la belleza y la capacidad de mover el cuerpo con alegría y facilidad. El libro incluye un completo programa de catorce días para empezar a vivir sin edad, disfrutando física, emocional y espiritualmente de la diosa fértil y palpitante que fuimos y seguimos siendo.
INTRODUCCIÓN
LAS DIOSAS CONOCEN EL PODER DEL PLACER
LAS DIOSAS SE SIRVEN DEL PODER CURATIVO INTERIOR
LAS DIOSAS ENTIENDEN LAS CAUSAS DE LA SALUD
LAS DIOSAS LLORAN, SE ENFADAN Y SIGUEN ADELANTE
LAS DIOSAS
LAS DIOSAS AMAN SIN PERDERSE A SÍ MISMAS
LAS DIOSAS SABOREAN EL PLACER DE LA COMIDA
También puedes nadar, que es una forma maravillosa
Conectar con otras personas mediante la oración o
EL PROGRAMA
RECURSOS
NOTAS
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TEMÁTICO
AGRADECIMIENTOS
LAS DIOSAS NUNCA ENVEJECEN
LA FÓRMULA SECRETA PARA SENTIRTE RADIANTE, VITAL Y DISFRUTAR A CUALQUIER EDAD
Dra. Christiane Northrup
A la diosa eterna que habita en cada mujer, y a Gaia Sofia, la Tierra misma
URANO
Argentina - Chile - Colombia - España Estados Unidos - México - Perú - Uruguay - Venezuela
Editor original: Hay House, California Traducción: Victoria Horrillo Ledesma
1.a edición Noviembre 2015
Copyright © 2015 by Dr. Christiane Northrup All Rights Reserved
© 2015 de la traducción by Victoria Horrillo Ledesma © 2015 by Ediciones Urano, S.A.U.
Aribau, 142, pral. - 08036 Barcelona www. edicionesurano. com
Los versos de «We have not come to take prisoners» proceden de la edición de Penguin de The Gift: poems by Hafiz, de Daniel Ladinsky. Copyright © 1999 Daniel Ladinsky. Reproducidos con permiso del autor.
El poema «The Kiss» [El beso] pertenece a Make me your own: poems to the Divine Beloved, de Tosha Silver. Copyright © 2013. Reproducido con permiso de Urban Kali Productions.
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ISBN EPUB: 978-84-9944-917-3
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INTRODUCCIÓN
Una de mis amigas de veintitantos me dijo: «Chica, eres un rompecabezas. No eres joven, no eres vieja. No sé qué rayos eres. Eres Otra Cosa. Tú sigue así. ¡Funciona!»
TOSHA SILVER, AUTORA DE O UTRAGEOUS OPENNESS [ESCANDALOSA APERTURA]
Hace poco fui a una tienda de deportes a que me ajustaran los anclajes de las botas de esquí y el dependiente, a todas luces más joven que yo, me preguntó qué edad tenía. Por lo visto, si superas cierta edad dan por sentado que necesitas unos anclajes que se suelten rápidamente porque tu equilibrio se ha deteriorado y es más fácil que te caigas. Soy una mujer físicamente activa, más activa, de hecho, que cuando era más joven, y bailo con regularidad el tango argentino, de modo que gozo de buen equilibrio. «Ponga cuarenta», le dije al dependiente, que estaba mirando una tabla para decidir el ajuste de mis anclajes. Lo mismo hago con los aparatos del gimnasio. No hace falta que la máquina de step me acune como si fuera una frágil viejecita que podría hacerse daño si el programa la zarandea un pelín. Si no estoy a gusto, paro y ajusto la máquina. No me permito a mí misma azorarme o sentirme avergonzada por tener que bajar el ritmo, ni permito que la noción que tienen los demás acerca de los 40, los 50, los 60 o cualquier otra década, conforme la imagen que tengo de mí misma.
Cuando alguien te pregunta qué edad tienes, ¿lo recuerdas siquiera, o es algo tan poco importante para ti que te olvidas de la cifra a no ser que se acerque un «cumpleaños hito»? La edad es sólo un número, y la falta de edad equivale a no comulgar con la idea de que un número lo determina todo, desde tu estado de salud a tu atractivo o tu valía. Una puede ser más joven a los 60 que a los 30 porque ha cambiado de actitud y de estilo de vida. Ser intemporal equivale a desafiar las normas de lo que supuestamente significa tener tal o cual edad. Es, sencillamente, no hacerse «vieja» nunca: no sentir que has dejado atrás la mejor época de tu vida y que a partir de ahí todo va cuesta abajo.
Si se me permite, quiero dejar clara una cosa: empezamos a envejecer desde el instante en que nacemos. Pero en nuestro contexto cultural no empleamos el término «envejecimiento» hasta que alcanzamos los 50, aproximadamente, y casi todos asociamos «envejecimiento» con «deterioro». Lo cierto es que, en lo relativo a envejecer, hay personas en la veintena o incluso más jóvenes que ya muestran síntomas de «envejecimiento» (deterioro de la masa muscular, inestabilidad del azúcar en sangre y pérdida de equilibrio), mientras que otras que superan los 70 son la imagen misma de la salud. Según la doctora Joan Vernikos, científica y ex directora de la División de Ciencias de la Vida de la NASA, que se encargó de preparar a John Glenn, de 77 años, para regresar al espacio, el envejecimiento no es más que una forma de ingravidez paulatina: es lo que le sucede a tu cuerpo cuando no te levantas del sillón, cuando no te mueves, cuando no llevas una vida activa ni experimentas la fuerza gravitatoria terrestre. Hacerse mayor no equivale a un declive inevitable de la salud física, ni a un deslizamiento hacia la irrelevancia cultural.
Las diosas nunca envejecen