¡Recarga tu día!
Un enfoque radicalmente sencillo para tener energía
Título original: Your fully Charged Life. A Radically Simple Approach to
Having Endless Energy and Filling Every Day with Yay
Edición en formato digital: julio, 2022
D. R. © 2021, Meaghan B Murphy
Esta edición fue publicada en acuerdo con TarcherPerigee, un sello de
Penguin Publishing Group, una división de Penguin Random House LLC
D. R. © 2022, derechos de edición mundiales en lengua castellana:
Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V.
Blvd. Miguel de Cervantes Saavedra núm. 301, 1er piso,
colonia Granada, alcaldía Miguel Hidalgo, C. P. 11520,
Ciudad de México
penguinlibros.com
D. R. © 2022, Natalia Herrero, por la traducción
Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright . El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del Derecho de Autor y copyright . Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.
Queda prohibido bajo las sanciones establecidas por las leyes escanear, reproducir total o parcialmente esta obra por cualquier medio o procedimiento, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público sin previa autorización. Si necesita reproducir algún fragmento de esta obra diríjase a CemPro (Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor, https://cempro.com.mx).
ISBN: 978-607-381-956-5
Composición digital:
Mutare, Procesos Editoriales y de Comunicación, S.A. de C.V.
Facebook: @penguinebooks
Twitter: @penguinlibrosmx
Instagram: @penguinlibrosmx
Youtube: @penguinlibrosmx
Para mi papá, mi ave cardenal
De una pequeña chispa puede estallar
una poderosa llama.
Dante Alighieri , Divina Comedia: Paraíso
INTRODUCCIÓN
RELÁMPAGOS
Emprender un camino nuevo siempre es difícil,
pero no mucho más que permanecer en
una situación que no te aporta nada.
MAYA ANGELOU
G ruñona: éste era mi apodo en la infancia. Me lo gané al ser la clase de niña que siempre esperaba lo peor. Recuerdo pensar que mi mamá seguro pasaría tarde por mí. O que el juego que recién comenzaba seguro me aburriría y que además perdería. En tercero de primaria, cuando mi familia comenzó a planear un viaje a Disney World, yo no quería ir. En serio. ¿Por qué querría hacerlo? Seguro habría filas enormes para entrar a los juegos y haría mucho calor; así que, no gracias, prefería quedarme en casa. En quinto de primaria, cuando mis compañeros de clase escribieron y protagonizaron una obra llamada La clave del entendimiento , yo creé un personaje a mi imagen y semejanza: Neggy, la personificación de la negatividad. Poco después de este episodio, mis padres me regalaron un collar con un dije dorado de Gruñón, el enano de Blancanieves , que aparecía de pie con el ceño fruncido, los brazos cruzados y una mueca de desaprobación. Porté ese collar y un gesto quejoso hasta los últimos años de mi adolescencia.
Ahora, a mis cuarenta, aún tengo el collar, pero siento como si le perteneciera a alguien más. De cierta forma es así. A lo largo de los últimos veinte años, aproximadamente, me han llamado de muchas maneras, pero jamás me han dicho “gruñona”. Hoy en día, mis amigos bromean diciendo que cuando me tiro un pedo, en vez de un gas, sale un arcoíris. Los collares que uso tienen dijes de relámpagos —un símbolo de energía que adopté hace algunos años como mi logotipo personal— y repito la palabra ¡hurra! cada vez que puedo. El resto de mi guardarropa podría describirlo como el de una persona extrovertida; amo los colores brillantes y patrones inspirados en emojis porque me hacen sonreír y también quienes me rodean, además de que dan pie a conversaciones.
Cuando se trata de conversar, no sólo hablo sobre lo que me parece interesante o genial, sino que también tiendo a evangelizar . En una ocasión, luego de hacer una parada a las 6:30 a. m. en el local de donas y helados Dunkin’/Baskin-Robbins al salir del gimnasio, alabé tanto un pastel de helado con la forma de Santa Claus que todos los que estaban formados en la fila terminaron por comprar uno, además de desearse una feliz Navidad al salir del lugar. En las fiestas, siempre soy la que abre y cierra la pista de baile, animando a todos con mis pasos y energía. En mi bolso llevo algunas piedras que mis hijos y yo decoramos con mensajes positivos para esconderlas alrededor de West field, Nueva Jersey, la ciudad donde vivimos. El exalcalde incluso me nombró directora de Entusiasmo por mi intenso compromiso y amor por nuestra comunidad. Y suelo terminar cualquier conversación casual con mi despedida favorita: “¡Que tengas el mejor día DEL MUNDO !”, porque en verdad creo que podría serlo.
Muchas personas a lo largo de los años han comentado o me han preguntado sobre mi energía. Una vez que me conocen mejor, suelen decirme que les impresiona saber todo lo que hago en un día y se preguntan cómo conservo mi buen humor. A la fecha me sorprenden estos comentarios; lo único que hago es vivir de una forma que me hacer sentir bien y que me funciona: me levanto a las 5:00 a. m. para sudar con mi animada tribu de amigos fitness , luego voy al supermercado (siempre y cuando no haya mucha gente y nadie me necesite en casa; sólo así puedo ponerme al corriente con la vida de mis cajeras favoritas) y paso tiempo de calidad con mis hijos Charley, James y Brooks antes de que se vayan a la escuela y yo al trabajo en Woman’s Day , donde soy la directora de Contenido.
Cuando estoy en la oficina, por lo general me dedico a animar a mi equipo o a gritar: “¡Soy más rápida que un correo electrónico!”, mientras cruzo los pasillos de camino a una junta o al escritorio de alguien. O paso de editar textos a grabar videos para televisión o pódcast, todo sin dejar de animar a la gente y tomarme selfies y videos búmeran con ellos, antes de subirme al autobús de regreso a casa. Casi todas las noches llego a tiempo para convivir con mis hijos antes de que se vayan a dormir, recibo todos los mimos posibles y luego me relajo un rato en el sillón con mi esposo Pat.
En conclusión, soy lo más alejado posible de ser gruñona. Y es justo por esta razón que no he desechado el dije. Me recuerda lo lejos que he llegado y las decisiones que he tomado y sigo tomando, que me condujeron hasta aquí. Me recuerda las acciones que he emprendido y sigo emprendiendo, y el empeño que he puesto para transformar de manera fundamental no sólo mi forma de sentir, sino de interactuar con el mundo y conmigo misma. Es la prueba —¡soy la prueba!— de que todos podemos cambiar. No importa si eres Gruñona o Dormilona, o una de sus primas lejanas, Ansiosa, Pesimista o Infeliz; no estás destinada a desempeñar ese rol para siempre. Puedes aprender nuevas maneras de aproximarte a la vida, ver las cosas desde una perspectiva diferente y tomar acciones donde antes no te atrevías a hacer nada o te sentías impotente o deprimida. Y, al hacerlo, verás que una enorme cantidad de energía, entusiasmo, alegría y optimismo natural y genuino comenzará a bullir dentro de ti.