FRANCESCO GUICCIARDINI (Florencia, 6 de marzo de 1483 – Arcetri, 22 de mayo de 1540) fue un filósofo, historiador y político italiano conocido fundamentalmente por su «Historia de Italia», en la que se recogen los acontecimientos acaecidos en este territorio desde 1494 a 1532. Está considerado como el padre de la historiografía moderna debido a su búsqueda constante de las fuentes originales en las que encontrar y con las que contrastar los datos.
Título original: Ricordi politici e civili
Francesco Guicciardini, 1857
Traducción: Manuel Manzano
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
NOTA SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN
Guicciardini escribió varias versiones de sus Ricordi. Reproducimos la que él reunió en 1528 con pensamientos que había ido escribiendo en años anteriores, y la última redacción, de 1530. Entre ambas versiones existen numerosas coincidencias y reiteraciones sobre los asuntos tratados, si bien cuando así sucede suele haber variaciones que obedecen al hecho de haber sido escritas en momentos distintos. En todo caso reflejan la insistencia de Guicciardini en ciertos temas.
Con la intención de facilitar la lectura de estas máximas, escritas por Francesco Guicciardini en un lenguaje, el fiorentino del siglo XVI, ciertamente complejo, hemos simplificado la traducción, y reducido quizá la fruición estética que brinda el elaborado estilo del autor, para dar prioridad a la comprensión del mensaje transmitido.
Notas
[1] «El cargo revela al hombre». (N. del T.)
[2] «El destino conduce a quien lo acepta y arrastra a quien rehúsa admitirlo», Séneca. (N. del T.)
[3] «Una cosa lleva a la otra». (N. del T.).
[4] «Lo dicta la experiencia». (N. del T.).
[5] «Considerándolo todo». (N. del T.)
[6] «¡Oh, ingenios más agudos que maduros!» (N. del T.)
[7] «De futuras contingencias no puede haber una verdad determinada». (N. del T.)
[8] «Abismos profundos». (N. del T.)
[9] «La suerte ayuda a los valientes». (N. del T.)
[10] «El destino conduce a quien lo acepta y arrastra a quien rehúsa admitirlo», Séneca. (N. del T.)
[11] «El cargo revela al hombre». (N. del T.)
PRIMERA REDACCIÓN
(Hasta 1528)
1. Aquellos ciudadanos que anhelan el honor y la gloria para su ciudad son loables y útiles, sobre todo si no los buscan a través del desacuerdo y la usurpación, sino que se esfuerzan en ser buenos y prudentes, y en hacer buenas obras para la patria, y Dios quiera que en nuestra república abunde esta ambición. Pero aquellos que desean la grandeza únicamente para sus propios fines son perniciosos, porque quien ve dicha grandeza como un ídolo no tiene freno alguno, ni de justicia ni de honestidad, y pasa por encima de todo para alcanzarla.
2. Aquellos que en verdad no son buenos ciudadanos no pueden ser vistos como buenos durante mucho tiempo, y, aunque sólo quieran dar la impresión de que son buenos ciudadanos en vez de querer serlo, aun así, deben esforzarse por serlo, porque, de lo contrario, a la larga, ni siquiera lo parecerán.
3. Los hombres se inclinan naturalmente hacia el bien; de modo que a todos, cuando no obtienen placer o utilidad del mal, les gusta más el bien que el mal. Sin embargo, debido a que su naturaleza es frágil y las oportunidades que invitan al mal son infinitas, por interés propio se desvían fácilmente de su inclinación natural. Por esa razón, los legisladores sabios descubrieron el estímulo y la brida, es decir, la recompensa y el castigo, pero no para quebrantar la naturaleza humana, sino para retenerla en su tendencia natural. Cuando la recompensa y el castigo no se utilizan en una república, es muy difícil encontrar buenos ciudadanos. En Florencia lo vemos cada día.
4. Si oyes o lees que alguno prefiere el mal al bien, debes llamarlo bestia y no hombre, porque carece de ese apetito que es naturalmente común a todos los hombres.
5. Los grandes defectos y los desórdenes son inherentes al gobierno popular y, sin embargo, en nuestra ciudad los sabios y buenos ciudadanos los aprueban como males menores.
6. Podemos concluir, por lo tanto, que en Florencia quien es sabio es también buen ciudadano, porque, si no fuera buen ciudadano, no sería sabio.
7. Esa generosidad que agrada a lo público rara vez se encuentra en los hombres verdaderamente sabios, pero quien parece generoso no es tan digno de elogio como quien es juicioso.
8. En la república el pueblo ama al ciudadano que hace justicia, pero los sabios despiertan más reverencia que amor.
9. ¡Oh, Dios, cuántas más razones hay para creer que a nuestra república le falta poco para derrumbarse, frente a la idea de que perdurará largo tiempo!
10. Quien posee buen juicio puede hacer mejor uso de ello que quien tiene buen genio, mucho más que al revés.
11. No amenaza a la calidad de vida de las personas que un ciudadano tenga más reputación que otro, siempre que proceda esta del amor o de la reverencia universal, y es facultad del pueblo mantenerlos en su puesto; de hecho, sin tales puntales males se sostienen las repúblicas. ¡Y sería bueno para nuestra ciudad que los tontos de Florencia entendieran bien en esta parte!
12. Quien tiene que mandar a los demás debe poseer mucha discreción y respeto por el poder. No digo que deba carecer de él, sino que mucho es dañino.
13. Es muy útil administrar los propios asuntos en secreto, pero aún es mucho más útil hacerlo sin parecer que se esconde nada a los amigos, muchos se sienten poco estimados y se indignan cuando ven que uno rechaza contarles sus cosas.
14. Tres cosas deseo ver antes de que llegue mi muerte, pero dudo que, aunque viviera mucho, pueda ver alguna: una república bien ordenada en nuestra ciudad, Italia liberada de todos los bárbaros y el mundo liberado de la tiranía de estos malvados sacerdotes.
15. A menos que tu seguridad esté completamente garantizada por un tratado o por una fuerza tan grande que, pase lo que pase, no tengas nada que temer, es de locos mantenerse neutral cuando otros están en guerra. Porque no satisfaces a los vencidos y sigues siendo presa del vencedor. Si no te convence la razón, contempla el ejemplo de nuestra ciudad y lo que le sucedió al permanecer neutral en la guerra que el papa Julio y el rey católico de Aragón libraron contra el rey Luis de Francia.
16. Pero si aun así quieres ser neutral, pacta esa neutralidad con el bando que la desee, porque es una manera de tomar partido; y, si este bando alcanza la victoria, puede que se muestre reacio o le dé vergüenza atacarte.
17. Mucho mayor placer reside en controlar los antojos deshonestos que en satisfacerlos, porque este último es breve y del cuerpo; y el primero, una vez que nuestro apetito ha disminuido un poco, es duradero, y del alma y la conciencia.
18. El honor y la reputación son más deseables que las riquezas. Pero, dado que una reputación hoy en día apenas puede ganarse o mantenerse sin riquezas, los hombres virtuosos no deben buscarla de manera desmesurada, sino lo suficiente para adquirir o preservar la reputación y la autoridad.
19. El pueblo de Florencia es comúnmente pobre, pero nuestro estilo de vida es tal que todos quieren ser ricos. Por lo tanto, es difícil preservar la libertad en nuestra ciudad, porque este apetito hace que los hombres persigan su beneficio personal sin respeto ni consideración por el honor y la gloria públicos.