Quisiera manifestar mi agradecimiento por su apoyo y amistad a mis colegas en Mount Sinai: a los doctores Mike Iannuzzi, Meyer Kattan, Alvin Tierstein, Gwen Skloot, David Nierman, Maria Padilla, Philliph Landrigan, Eugenia Zuskin, Judith Nelson, Tom Kalb, Scott Lorin, Cynthia Caracta, Sharon Camhi, Michelle Gong, David Kaufman, Juan Wisnivesky, Lori Shah y Stasia Wieber. Quiero agradecer especialmente a Kay Derman del Departamento de Voluntarios de Mount Sinai, quien me ofreció la oportunidad de trabajar en mi laboratorio con jóvenes estudiantes y futuros médicos.
Al personal y miembros de la junta de la Asociación Americana del Pulmón de la ciudad de Nueva York—Louise Vetter; a Robert Mellins, M.D., mi amigo y tutor; Peter Smith, M.D.; Bernadette Murphy; Rob Roth; Neil Schluger, M.D.; David Rappaport, M.D.; Joan Reibman, M.D.; Lester Blair, M.D., y Rami Bachiman.
Al increíble personal de Mount Sinai: a mi amigo y mano derecha, Teo Hoke; a Judith Schneiderman, Angelo Chiarelli, Katherine Barboza, Lourdes Mateo, Michelle Solomon, Rachel Posner, y Shirly Palleja. Gracias a Ian Ochshorn, a Joe Widow-ski y a los miembros del personal del Departamento de Cuidados Respiratorios, quienes trabajaron de manera infatigable para ofrecerles cuidados y servicios esenciales a nuestros pacientes más enfermos.
A mis colegas de la Universidad de Yale: los doctores Herbert Reynolds; Arend Bouhuys (quien fuera jefe de Medicina Neumológica), Arthur Dubois, de la Fundación Pierce de Yale; Michael Littner; Theodore Witek, quien trabaja actualmente con Boehringer Ingelheim; Michael Niederman, actual jefe de Medicina Neumológica del Hospital de la Universidad de Winthrop; Richard Matthay, vicepresidente de Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale; y a Samuel O. Thier, antiguo jefe de Medicina en Yale.
A mis colegas al frente de la lucha contra el COPD: John Walsh, CEO de la Fundación COPD; a Sam Giordiano, CEO de AARC; Claude Lenfant, antiguo jefe de NHLBI; a Shri Nair, M.D., de Yale Norwalk; Bart Celli, M.D., de la Universidad de Tufts; Barbara Rogers de NECA; Linda Marshall de la Fundación Americana de la Herencia; Barry Make, M.D. del National Jewish Hospital de Denver; Robert Sandhaus, M.D. de la Fundación Alfa-1; y a William Kutscher del Efisema/COPD Journal of Patient Centered Care.
A mis compañeros, soldados en la lucha con la industria tabacalera y la salud ambiental: Joe Cherner, fundador de Los Servicios Educativos Libres de Humo; a Hubert Humphrey III, antiguo gobernador de Minnesota; Ira Burnim de la Oficina Legal Sureña para los Pobres; y a Eric Frumin de ACTWU.
A mi artista Eric Faltreco por las hermosas ilustraciones y el diseño de la página Web; a Denise Mann por su oportuna ayuda editorial; a mi agente Marly Rusoff por su apoyo incondicional.
A mis compañeros neumólogos: Peter Barnes del Instituto Nacional del Corazón y del Pulmón en Londres; Nicholas Gross, M.D., de la Escuela Stritch de Medicina de la Universidad de Loyola; Dean Hess, RRT del Hospital General de Massa-chussets; y a Neil Mac-Intyre, M.D. de la Universidad de Duke.
A mis profesores y colegas del Centro Médico de la NYU: al difunto John McClement, M.D.; Saul Farber, M.D., Martin Kahn, M.D., Arthur Localio, M.D., y Joseph Ransohoff, M.D.
A Alfred La Spina de Kaz/Honeywell, quien me ofreció un apoyo invaluable en programas educativos para una mejor salud pulmonar; a Rachel Littner, cuya experiencia en PR produjo un verdadero revuelo.
Al personal de HarperCollins: a mi sabio y muy paciente editor Toni Sciarra, quien hizo que fuera todo un placer escribir este libro; Shelby Meizlik del Departamento de Publicidad, cuyas acertadas sugerencias le dieron a este libro el toque personal necesario.
NEIL SCHACHTER, M.D., es profesor de medicina pulmonar en Mount Sinai School of Medicine y director médico del Departamento de Cuidados Respiratorios. Ha sido presidente de la Asociación Americana del Pulmón de Nueva York y ha publicado 400 artículos y estudios. Vive con su esposa en la ciudad de Nueva York.
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T res cosas sé sobre Katherine Davis: que es la autora de 22 novelas románticas, que mide 6 pies sin zapatos y que nunca me llama a menos que tenga un problema muy serio.
La conocí cuando su esposo fue atropellado por una minivan. Lo condujeron a la sala de emergencias, sus pulmones colapsaron y me llamaron para una consulta. Mientras interveníamos a Nate, su corazón se detuvo brevemente y tuvimos que hacer un gran esfuerzo para que su sistema cardíaco funcionara de nuevo. En la siguiente ocasión Katherine llamó porque su caldera estaba despidiendo humo y ella y su familia había inhalado un hollín negro y aceitoso. Imaginé lo peor cuando me llamó tarde en una noche lluviosa de primavera.
“¡Neil, no puedo creer lo que ha sucedido!,” dijo con ansiedad.
Le hice varias preguntas: “¿Cómo está Nate? ¿Tiene dificultades para respirar? ¿Siente dolor?”
“¡No, no!,” exclamó. “¡Tengo un resfriado terrible! Ustedes los médicos pueden resucitar a los muertos. ¿Puedes hacer algo para aliviar mi nariz congestionada y mi dolor de garganta?”
Sentí tanto alivio que solté una carcajada. “¡No es gracioso!,” protestó ella. “Tuvimos que cancelar nuestro viaje a Italia por culpa de este maldito resfriado.”
Hay que señalar que Katherine no es la única en padecer resfriados ni en sentirse frustrada. Cada año, los estadounidenses sufren la sorprendente cifra de 1,000 millones de resfriados. Gastamos 5,000 millones de dólares en remedios para el resfriado, secreción nasal. Estas infecciones virales tan comunes son responsables por la pérdida de 50 millones de días laborales y 60 millones de días escolares. La influenza, es decir, la gemela malvada del simple resfriado, afecta anualmente a 60 millones de personas en ese país y cobra veinte mil vidas. De hecho, la influenza y la neumonía son la sexta causa de muerte en los Estados Unidos.
La Guía Médica para Resfriados y Gripe le dirá cómo evitar estas enfermedades, le ofrecerá los métodos más efectivos para reducir la congestión, la fiebre y otros síntomas incómodos producidos por los resfriados, la gripe o cualquier infección respiratoria, y qué hacer cuando se agrava una infección.
Tendemos a denominar como resfriado a cualquier malestar acompañado de tos y estornudos, pero realmente existen seis tipos diferentes de infecciones respiratorias que empiezan con síntomas semejantes. Además de los resfriados y la gripe, la bronquitis, la neumonía, el dolor de garganta, y la sinusitis afectan diferentes partes del sistema respiratorio que requieren programas individualizados para su prevención y tratamiento. Por ejemplo, el resfriado de Katherine Davis se había transformado en bronquitis y fue necesario que yo le diera un pequeño tratamiento con broncodilatadores para reducir la irritabilidad de sus vías respiratorias. Si su resfriado hubiera sido tratado a tiempo y correctamente, es probable que no hubiera padecido los problemas pulmonares que la obligaron a cancelar su viaje.