mis amores tardíos.
I NTRODUCCIÓN
L AS PARADOJAS DE LOS PADRES
¿P or qué ser padres? El cuidado de los hijos es exigente y agotador, y sin embargo, para la mayoría de las personas es también profundamente satisfactorio. ¿Por qué? ¿Qué hace que merezca la pena?
Una respuesta habitual, sobre todo para los padres y las madres de clase media de la actualidad, es que se es padre o madre para hacer eso que se llama parenting . To parent es un verbo que describe una actividad orientada a la consecución de objetivos; describe un empleo, un tipo de trabajo. El objetivo es convertir a tu hijo en un adulto mejor, o más feliz, o más exitoso, mejor de lo que sería de otro modo, o —aunque esto solo lo susurramos— mejor que los hijos del vecin.º El tipo apropiado de parenting dará como resultado el tipo apropiado de niño, quien a su vez se convertirá en el tipo apropiado de adulto.
Claro, que a veces la gente utiliza la palabra parenting solo para describir lo que los padres hacen en realidad. Pero con más frecuencia, sobre todo en la actualidad, parenting se refiere a algo que los padres deberían hacer. En este libro argumentaré que ese modelo normativo de crianza es esencialmente erróneo desde los puntos de vista científico, filosófico y político, así como desde el mío personal. Es entender equivocadamente cómo padres e hijos actúan y piensan en realidad, y es entender de forma igualmente equivocada cómo deberían pensar y actuar. De hecho, este modelo de crianza ha complicado la vida a padres e hijos, en lugar de facilitársela.
La idea de esta crianza profesionalizada está tan extendida y es tan seductora que podría parecer evidente, incontrovertible y obvia. Pero al mismo tiempo que los padres —incluida, sin duda, la madre que escribe este libro— se sienten atraídos por este modelo de crianza, sienten también, a menudo de forma vaga, que hay algo en él que no funciona . Nos preocupamos porque nuestros hijos no sacan buenas notas en el colegio y, al mismo tiempo, porque sufren debido a la presión a la que se ven sometidos para que las saquen. Comparamos a nuestros hijos con los hijos de nuestros amigos y luego nos sentimos despreciables por hacerlo. Leemos la última noticia que alaba o critica la última fórmula de crianza y luego decimos, quizá un poco demasiado alto, que, después de todo, en la práctica seguimos actuando por intuición.
Trabajar para conseguir un resultado concreto es un buen modelo para muchas empresas humanas importantes. Se trata del modelo adecuado para carpinteros, escritores o empresarios. Podemos valorar si alguien es un buen carpintero, escritor o empresario por la calidad de sus sillas, sus libros o el balance financiero. En estas teorías de la educación infantil, la crianza sigue el mismo modelo. Los padres son una especie de carpintero; sin embargo, el objetivo no es producir un tipo determinado de producto, como una silla, sino un tipo determinado de persona.
En el trabajo, la experiencia lleva al éxito. La promesa de estas teorías sobre la crianza es que hay una serie de técnicas, una cierta pericia, que los padres podrían adquirir y que les ayudarían a conseguir el objetivo de moldear la vida de sus hijos. Y ha surgido una considerable industria que promete proporcionar exactamente esa pericia. Hay unos sesenta mil libros en la sección de crianza infantil de Amazon, y la mayoría de ellos tienen la palabra «¿Cómo…?» en el título.
Por supuesto que muchos de estos libros simplemente dan consejos prácticos sobre ser padres. Pero son muchos más los que prometen que si los padres llevan a cabo las técnicas adecuadas, pueden influir sustancialmente en cómo saldrá el niño.
Sin embargo, este modelo de crianza no es solo lo que encontramos en los libros de información práctica. Ese modelo determina lo que la gente piensa sobre el desarrollo de los niños en general. Soy especialista en psicología del desarrollo: trato de comprender cómo es la mente del niño y por qué es así. Pese a ello, casi todas las personas que me entrevistan sobre la ciencia de la infancia siempre me hacen alguna pregunta acerca de lo que los padres deberían hacer y cuál será el efecto a largo plazo de lo que hacen.
Esta idea de crianza es también una importante fuente de desasosiego para los padres, sobre todo para las madres. Contribuye a alimentar las interminables «guerras de madres». Si aceptamos la idea de que la crianza de los hijos es una clase de trabajo, entonces debemos elegir entre esa clase de trabajo y otras clases de trabajo (como, por ejemplo, el trabajo). Las madres, en particular, se pasan la vida confusas y a la defensiva con respecto a si es posible ejercer satisfactoriamente de madre y trabajar de igual modo en otras actividades, y se ven obligadas a elegir entre restar importancia a la maternidad y renunciar a su profesión. Pero los mismos dilemas afectan a los padres varones, en mayor grado aún puesto que no tienen el mismo reconocimiento.
En parte como consecuencia de ello, se da el impulso compensatorio de subestimar la importancia de ser padres; de ahí las sarcásticas memorias en las que algunas mujeres tímidamente confiesan su ambivalencia hacia la maternidad. Después de todo, si ser padres es una especie de trabajo destinado a la creación de un adulto satisfactorio, es un pésimo empleo, con infinidad de horas laborales, salario y prestaciones inexistentes y muchas cargas. Y durante veinte años no tenemos ni idea de si lo hemos realizado bien, un hecho que de por sí convertiría este trabajo en una actividad estresante que provoca sentimientos de culpa. Pero si no es una clase de trabajo, ¿por qué lo hacemos? Y si el fin no es crear un tipo determinado de adulto, ¿qué sentido tiene?