Título original: La casta autonómica. La delirante España de los chiringuitos locales.
Sandra Mir Mayor y Gabriel Cruz García, marzo de 2012.
Editor original: Polifemo7 (v1.0)
Segundo editor: xlakra (v1.1)
Corrección de erratas: xlakra
ePub base v2.0
¿Qué es más barato? ¿Una ambulancia que recorra sesenta kilómetros o una que se traslade a trescientos?
¿Sabe en qué pueblo salió elegido un concejal de Medio Ambiente condenado por pirómano?
¿Puede liarse un policía autonómico a mamporros contra un policía nacional por inspeccionar una pollería?
¿Es verdad que las abejas son diferentes en cada autonomía?
¿Se puede hablar de un trasvase sin mencionar la palabra trasvase?
¿Puede un pueblo parar un gran plan energético?
¿Cuál es el cargo en la administración con la carrera más fulgurante y el peor expediente académico?
¿Cómo se suspende en Valencia un examen de sobresaliente?
¿Quién ha pagado un aeropuerto que sólo sirve para que los vecinos del pueblo entren a pillar el wi-fi?
¿Qué comunidad compró un tren sin tener hechas las vías?
¿Cuál adquirió tantas mascarillas y guantes como para soportar la tercera guerra mundial?
Consuma este libro con moderación porque le garantizamos que es el paseo más surrealista a través de nuestra administración autonómica y local. Pese a que su ironía le haga sonreír, es un dibujo riguroso de este país pintado con hechos reales.
Bienvenido a la realidad de nuestra casta autonómica, el lugar donde se tienen más o menos derechos dependiendo de donde se haya nacido. Al finalizar su lectura, lo único que le quedará por preguntarse será: ¿y yo estoy dentro de este invento?
Sandra Mir Mayor y Gabriel Cruz García
La casta autonómica
La delirante España de los chiringuitos locales
ePUB v1.1
Polifemo7 & xlakra17.04.12
SANDRA MIR estudió Periodismo en la Universidad CEU San Pablo de Valencia. Comenzó a trabajar en prensa escrita en el periódico Las Provincias en 1997, para más tarde especializarse en televisión. Lleva más de doce años realizando reportajes de investigación para Antena 3 y Telecinco. En sus trabajos ha reflejado realidades tan duras como la prostitución infantil en Pakistán, el tráfico de menores en Ecuador, las niñas soldado de Sierra Leona y la violencia callejera en Venezuela. Periodista varias veces infiltrada con cámara oculta, recibió la mención especial del I Premio Miguel Gil de Periodismo por La residencia de los horrores, donde desenmascaró, tras cinco meses de investigación, los malos tratos que sufrían los ancianos de un centro. También fue una de los artífices del reportaje El escándalo de Miss España, donde se demostraba el fraude del concurso de belleza y que fue emitido en más de veinte países. En 2001 se trasladó a Madrid para incorporarse al equipo de Investigación de El Mundo TV. Posteriormente trabajó para el programa 7 días 7 noches de Antena 3. Actualmente trabaja como miembro del equipo de Reporteros de los servicios informativos de Telecinco.
GABRIEL CRUZ es licenciado en Periodismo y diplomado en Criminología. Tras superar los tres años de preparación exigidos fue uno de los detectives privados más jóvenes de nuestro país. Ahora está a la espera de presentar su tesis doctoral en Derecho Constitucional. Fue redactor en París (Radio France Internationale). En Buenos Aires colaboró en diversos medios argentinos (Radio Rivadavia) y como corresponsal para varios españoles. En nuestro país ha trabajado para todos los medios existentes: diarios nacionales, revistas, radios, webs y televisiones (TVE, Antena 3 y Telecinco), y los protagonistas de algunas de sus investigaciones han sido condenados judicialmente. Actualmente es reportero de los informativos de Telecinco, donde ha ejercido también como enviado especial en conflictos internacionales en Haití, Líbano o Chad. Recibió el premio ENEX Internacional que otorgan varias cadenas nacionales de televisión de todo el mundo por su reportaje en la frontera de Melilla.
AGRADECIMIENTOS
Por aquello de que las mujeres van delante, Gabriel me cede el paso y me deja que sea yo la primera en agradecer este trabajo a la persona más importante de mi vida. A Alfonso, él es mi marido, mi familia y mi mejor amigo. Gracias por hacerme sentir en cada momento la mujer más especial del mundo. Sin tus lecturas a deshoras, y sin tu eterna paciencia, ningún párrafo de este libro habría sido posible.
Quiero agradecer también a mis padres todos los esfuerzos que han hecho durante su vida. Papá gracias por tus valores, tu espíritu crítico y por criar a cinco hijos a golpe de tu pincel, sin sueldo fijo y sin venderte a nadie. Gracias mamá por ser siempre mi apoyo, mi bastón, por desvelarte por nuestros problemas, eres el ejemplo de lo que es ser una buena persona. Sin vuestra educación no habría valorado lo poco que hacen los políticos por ciudadanos trabajadores como vosotros.
A mi abuela por enseñarme que en la vida da igual la edad, lo importante son las ganas de luchar por lo que uno cree. Con más de noventa años… todavía acudía a manifestaciones.
A mis hermanos. Gracias por jugar conmigo siempre. Gracias por vuestras bromas y peleas, si no fuera por vosotros no habría desarrollado tanta ironía ni aprendido a dialogar… y a discutirlo todo.
A mis sobrinos y sobrinas, porque sin vosotros no creería en que en el futuro las cosas podrán ir mejor.
¡Ah!… Y, por último, a Bruce, porque pasear con él despejaba las dudas cuando un capítulo se atascaba.
Ahora recoge la palabra Gabriel, mi socio en esta aventura, también he de agradecerle a él su gran formación en este largo viaje. Ha sido un placer.
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Bueno, el primero es para Sandra por haberme dejado participar contigo en este proyecto profesional. Después, cómo no, el reconocimiento a mi tribu. A Marta, por haberme fabricado tiempo cuando no tenía, por sus relecturas… por todo, por cada día que, siendo dos, seguimos siendo uno.
A Pastora y Gabriel, por haberme hecho aprender a las malas aquello que dijo Hemingway: «La papelera es el mejor amigo del escritor». ¿Por qué todas las veces que toqueteabaismi ordenador sin permiso apretabais, justo, la tecla de borrar? Vosotros sois el principio y el fin de todas mis cosas. A mis padres, esa clase media que ha sufrido impasible el pillaje y la incompetencia de algunos miembros de la casta política de este país. Los héroes no son los que salen en las películas o ganan un partido de fútbol, sino los que, como Francisco, se levantaban de madrugada a repartir y por la tarde se ponían a conducir un autobús. O como Pepita, que atendía una casa y al mismo tiempo trabajaba cosiendo sin parar hasta que se le saltaban las cervicales. A mi hermano, uno de los mejores aviadores de este país, por haber superado su peor vuelo. Con él a Eva y a Raquel, mis dos queridas sobrinas. A mis abuelos, que pasaron la época más dura de este país: pasos por capilla para ser fusilados, incluidos. En especial, a mi abuela Gala, que se murió pensando: «Pepa, este niño va para ministro». En unos años en los que ser ministro era… ser ministro.