Índice
A Alfonso, por serlo todo, por compartir conmigo la vida que
siempre había soñado… y por darme mi mejor regalo, Héctor.
A Pastora y a Gabriel, principio y fin de todas mis cosas. Perdonad
si a veces me enfadé con vosotros por interrumpirme mientras escribía.
A Marta, a mi familia. Los héroes no son los que salen en las películas,
son los que, como ellos, se han roto la vida trabajando.
Y, muy especialmente, a Amaya Valles, por animarme a escribir
incluso cuando el cáncer te comía. Pasa el tiempo pero no el olvido.
Si la eternidad no existía, se creó cuando llegaste.
«El arte de la supervivencia política es ir día a día.
Si pasan los suficientes la gente se olvida…
y empiezan a preocuparse por otros asuntos».
K ELSEY G RAMMER , en su papel de Tom Kane,
alcalde de Chicago, en la serie de televisión Boss
Capítulo I
¿ DE QUÉ VA ESTO ?
Mamá, quiero ser artista, oh, mamá, ser protagonista. (…). Y pensaba con toda la razón que hay dos clases de gente nada más: los artistas y todos los demás… Oh, mamá, ser la más hermosa, firmar talonarios y en el escenario…
¿L a recuerda? La cantaba Concha Velasco a principios de los ochenta, con nuestra democracia todavía en pañales. Pero ahora, en los tiempos en los que estamos, si hubiera que reescribirla quizá tendría que titularse como el libro que tiene entre sus manos, ¡Mamá, quiero ser político!
Estas páginas no son una tabla rasa: no decimos que todos los políticos son malos. No. También hablamos de algunos buenos. Sí que hubo un tiempo en que era más fácil hablar de estos últimos, cuando los electores creían en los políticos porque su honestidad estaba fuera de duda. Ahora no creen en esa honestidad porque nuestros dirigentes no saben o no quieren gestionarla y su imagen cae cada vez más por los suelos. Lo dicen las urnas, con una abstención que en las últimas autonómicas se acercó al 40 por ciento y que en las generales casi alcanza el 30 por ciento. También lo dicen las encuestas: la clase política es el tercer problema del país, por detrás del paro y la economía.
Pero aquí no le vamos a hablar de los casos de esos degenerados de la clase política que ya han saltado a las páginas de los periódicos. Todo lo que sucede en este libro es legal. Por lo que contamos aquí, nadie va a ir a la cárcel. A lo sumo, podría caer una inhabilitación. Lo que va a leer está avalado por las leyes. Así funciona esto, nos duela lo que nos duela.
Conocerlo escuece aún más, sobre todo cuando escuchamos a Gallardón, el ministro de Justicia, decir que «gobernar, a veces, es repartir dolor». El caso es que, si tiene razón, se gobierna mucho, porque nos está cayendo una somanta de palos tremenda.
Aquí nadie pide perdón dando la cara, y lo único que hacen todos es buscar excusas. El único que se excusó fue el rey, haciendo pucheritos, cuando se fue de cacería de elefantes.
Hemos buscado casos de políticos que hayan pedido perdón, pero nada. Si acaso lo ha hecho alguno excepcionalmente, pidiendo disculpas, pero solo a sus seguidores de los perfiles sociales.
Hubo un caso especial. Vicente Ferrer, el diputado del Congreso que llamó a Zapatero «timonel borracho». Pues bien, a finales de 2012, curiosamente, le cazaron triplicando la tasa de alcoholemia. Pidió disculpas, pero solo a los diputados, ni siquiera a sus votantes, por el daño que había causado a su imagen. Aquí no podía justificarse, como suele ser habitual en otros casos, diciendo que no tuvo más remedio que tomar esa medida. Imagínese la declaración: «Buscando el bien común no tuve otra opción que pillarme una cogorza después de la paella con mis amigos». No, no habría colado.
Para hacernos una idea de cómo funciona más allá de nuestras fronteras el sentimiento de perdón, ¿qué le pareció el mensaje del viceprimer ministro británico, Nick Clegg, en septiembre de 2012? Dando la cara a la cámara, tragó saliva y se disculpó así ante sus electores:
—No hay un modo fácil de decir esto: hicimos una promesa, no la mantuvimos y por eso, lo siento.
¿Sabe qué promesa incumplió?: la de no subir las tasas universitarias. Las subió y tuvo que afrontar las consecuencias. Igualito que aquí. Si llegan a hacer en las Islas todo lo que dijo el gobierno de Rajoy que jamás haría, ¿cómo reaccionarían? ¿Se tirarían todos en bloque al Támesis?
Nuestros políticos funcionan así. En nuestro anterior libro, La casta autonómica (La Esfera de los Libros, Madrid, 2012), nació nuestro personaje Contreras, una especie de asesor-funcionario, un asistente de esos que sirven para lo que sea. Por eso de vez en cuando leerá escenas surrealistas en las que se ve envuelto este ayudante, pardillo las más de las veces y listillo de turno en otras ocasiones. Es un personaje ficticio construido con todas las aportaciones de los trabajadores públicos, y también de algún que otro político que nos cuenta desde dentro todo lo absurdo que envuelve a esta casta política. A través de situaciones ficticias, diálogos inventados con grandes dosis de humor que, por muy surrealistas que sean, resultan verosímiles dentro de nuestro panorama político, Contreras nos va a enseñar de todo.
Cómo es posible que jóvenes con una escasa formación lleguen a organismos internacionales en nombre de España; cómo se puede enchufar a más de cien personas, familias enteras, sin que pase nada; cómo se puede votar una ley sin ni siquiera saberse el nombre; cómo se crean expedientes académicos falsos; por qué meten la pata nuestros políticos y todo queda en el olvido…
Ya se lo hemos avanzado, el arte de la supervivencia política consiste en lograr que nos olvidemos de sus errores. Sabiendo eso podemos entender de dónde salen declaraciones tan absurdas como la siguiente. Adivinen de quién es esta frase literal: «La visión de la primera línea política me produce gran rechazo». No, no es de ninguno de los manifestantes que rodearon el Congreso de los Diputados, la dijo en enero de 2013 José María Aznar, el expresidente del Gobierno, que estuvo en esa primera línea durante ocho años. Todavía no sabemos a qué se refiere exactamente, pero quizá usted pueda encontrar algunas pistas en este libro. Eso sí, siempre con una sonrisa. Preferimos la ironía al drama, porque lo que está pasando da ganas de llorar y no parar.
Comienza el espectáculo. Ahora sustituimos a Concha Velasco por Lina Morgan:
Llego nuevamente a seguir mi historia, que mi mundo está detrás del telón. […] Agradecida y emocionada, solamente puedo decir ¡gracias por venir!
Que disfrute del show … Perdón, queremos decir de la lectura. Aquí no hay ficción, es la pura realidad. Sí, señor Gallardón, la realidad, aunque nos duela.
Capítulo II
¿EL POLÍTICO NACE O SE HACE?
Qué tiene esta carrera que los vuelve locos. En este libro le vamos a explicar cómo gobernar sin resultados y seguir chupando del bote. Afiliaciones preadolescentes que suponen una carrera para toda la vida. Los trucos para medrar en el partido.
C ongreso de los Diputados, 31 de octubre de 2012. Sesión de control del gobierno. Pese a su importancia, al no haber votación, los parlamentarios de provincias empiezan a vaciar la Cámara para irse a disfrutar del puente de Todos los Santos. Poco después de las tres de la tarde comienzan las «interpelaciones urgentes». Un nombre muy alarmista, pero que parece que no despierta el más mínimo interés entre los asistentes. Solo una decena de los trescientos cincuenta continúa en su asiento. El primero que sube al estrado es José Luis Centella, del Partido Comunista de España, es decir Izquierda Unida. El título de su discurso es «Actuaciones en defensa de una democracia avanzada y de un Parlamento al servicio de la ciudadanía». Para que quede más claro, recoge las protestas de los ciudadanos contra los políticos y su falta de acercamiento al pueblo, un tema considerado en los sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas como el tercer problema más importante de nuestro país, solo por detrás del paro y la situación económica.
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