ÍNDICE
Me fue posible escribir este libro gracias a la perseverancia de diversos investigadores, quienes, al igual que yo, se atrevieron a hacer público el fruto de sus investigaciones y experiencias, pese a la controversia y al escepticismo que estas han suscitado. Por otra parte, mis colegas saben que serán criticados, al igual que sus publicaciones, y, si bien están preparados para afrontar las críticas, también están motivados por quienes aceptan sus descubrimientos, así como por la idea de ayudar a la gente a evolucionar. Entre ellos, al primero que debo mi agradecimiento es al psiquiatra austriaco Sigmund Freud, por su monumental descubrimiento del inconsciente y por haberse atrevido a afirmar que lo físico podía estar relacionado con las dimensiones emocionales y mentales del ser humano.
También agradezco a uno de sus discípulos, Wilhelm Reich, quien en mi opinión ha sido el más grande precursor de la metafísica y el primero en establecer realmente el vínculo entre la psicología y la filosofía, al demostrar que las neurosis no solo afectan al ámbito mental, sino también al cuerpo físico.
Años más tarde, los psiquiatras John C. Pierrakos y Alexander Lowen, ambos discípulos de Reich, postularon el concepto de bioenergía, mediante el cual establecieron que el papel que desempeña la voluntad para curar enfermedades implica tanto al cuerpo físico como a las emociones y los pensamientos.
Pero fue, sobre todo, a partir del trabajo de John Pierrakos y de su compañera Eva Brooks cuando logré establecer el planteamiento que descubrirás en este libro. El tema me atrapó a partir de un curso que tomé en 1992 con Barry Walker, discípulo de Pierrakos; me interesó sobremanera e hice observaciones y estudios asiduos que me permitieron llegar a la redacción de las cinco heridas y las máscaras que las acompañan. Por otra parte, todo lo que se describe en este libro fue objeto de repetidas comprobaciones posteriores a 1992, por conducto de cientos de personas que han asistido a mis talleres y por las experiencias obtenidas de mi vida personal.
NO EXISTE PRUEBA CIENTÍFICA ALGUNA
DE LO QUE SE PROPONE EN ESTE LIBRO, PERO
TE INVITO A COMPROBAR MI TEORÍA ANTES
DE QUE LA RECHACES Y, SOBRE TODO, A
AVERIGUAR SI PUEDE AYUDARTE A MEJORAR
TU CALIDAD DE VIDA.
Como habrás podido constatar, continúo tuteándote como lo he hecho en otros libros. Si lees uno de mis libros por primera vez y desconoces las enseñanzas que en ellos propongo, es posible que te sorprendan algunas expresiones. Por ejemplo, hago una distinción clara entre sentimiento y emoción; intelecto e inteligencia; dominio y control. El sentido que doy a estas palabras está explicado a detalle en los libros que he publicado y en los talleres que imparto.
Todo lo que aquí está escrito se dirige tanto a lectores como a lectoras. Sin embargo, cuando no sea así el caso, lo señalaré. Continúo igualmente utilizando la palabra DIOS. Te recuerdo que cuando hablo de DIOS, me refiero a tu Yo Superior, a tu verdadero ser, al Yo que conoce tus auténticas necesidades para vivir en el amor, la felicidad, la armonía, la paz, la salud, la abundancia y la alegría.
Deseo que goces enormemente al descubrirte en los siguientes capítulos, como yo lo he hecho al compartir contigo mis descubrimientos.
Con cariño,
Notas:
La creación de las heridas
y las máscaras
Cuando un niño nace, sabe en lo más profundo de su ser que la razón por la cual ha encarnado es la de ser él mismo al vivir diversas experiencias. Su alma, por otra parte, ha elegido a la familia y el medio ambiente en los que habrá de desarrollarse con una finalidad muy precisa. Todos tenemos la misma misión al llegar a este planeta: vivir las experiencias una y otra vez, hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas.
Cuando en una experiencia existe la no aceptación, es decir, juicios, culpabilidad, temor, lamento u otra forma de rechazo, el humano se convierte en un poderoso imán, que atrae sin cesar circunstancias y personas que le hacen revivir esa misma experiencia. Hay quienes no solo reviven la misma experiencia muchas veces en el transcurso de su vida, sino que deben reencarnarse una o más veces, a fin de lograr aceptarla completamente.
Aceptar una experiencia no significa que esta represente nuestra preferencia o que estemos de acuerdo con ella. Más bien se trata de ayudarnos a experimentar y a aprender a través de lo que vivimos. Sobre todo, debemos aprender a reconocer lo que nos es benéfico y lo que no lo es. El único medio para lograrlo es adquirir conciencia de las consecuencias que trae consigo la experiencia. Todo lo que decidimos o no, lo que hacemos o no, lo que decimos o no, e incluso lo que pensamos y sentimos, entraña consecuencias.
El ser humano desea vivir cada vez más inteligentemente. Cuando se percata de que una experiencia produce consecuencias perjudiciales, en lugar de reprocharse a sí mismo o de reprocharlo a alguien más, solo debe aprender a aceptar el haberlo elegido, aunque lo haya hecho de forma inconsciente, para caer en la cuenta de que tal experiencia no fue una decisión inteligente. De ello se acordará más adelante. De esta forma, la experiencia se vive en la aceptación. Sin embargo, recuerda que aun cuando te digas: «No quiero vivir ya así», todo comenzará de nuevo. Debes otorgarte el derecho a cometer varias veces los mismos errores, o de vivir una y otra vez la experiencia desagradable, antes de llegar a tener la voluntad y el valor necesarios para transformarte. ¿Por qué no lo comprendemos desde un inicio? Por nuestro ego sostenido por nuestras creencias.
Todos tenemos muchas creencias que nos impiden ser lo que deseamos ser. Cuanto más nos perjudican estas formas de pensar o estas creencias, más tratamos de ocultarlas. Incluso llegamos a creer que no nos pertenecen. Poder superarlas exige por lo tanto que reencarnemos en repetidas ocasiones. Nuestra alma podrá alcanzar la felicidad plena solo cuando nuestro cuerpo mental, emocional y físico esté atento a nuestro DIOS interior.
Todo lo que se vive en la no aceptación se acumula en el nivel del alma. Al ser esta inmortal, regresa sin cesar en diferentes formas humanas, con el bagaje que ha acumulado en su memoria de alma. Antes de nacer, hemos decidido ya lo que deseamos venir a normalizar durante esa próxima encarnación. Esta decisión, y todo lo que hemos acumulado en el pasado, no se encuentra grabado en nuestra memoria consciente, es decir, la que depende del intelecto. No es sino en el transcurso de la existencia cuando poco a poco nos hacemos conscientes de nuestro plan de vida y de lo que debemos poner en regla.
Cuando digo que algo «no está en orden», me refiero siempre a una experiencia vivida en la no aceptación de sí mismo. Existe una diferencia entre aceptar una experiencia y aceptarse a sí mismo. Pongamos el ejemplo de una niña cuyo padre la rechaza porque deseaba un varón. En este caso, aceptar la experiencia consiste en darle el derecho a su padre de haber deseado un varón y de haber rechazado a su hija. La aceptación de sí misma consiste, en cambio, en darse el derecho de reprochar a su padre y de perdonarse por haberle tenido resentimiento. No debe subsistir ningún juicio hacia su padre ni hacia ella misma, sino solo compasión y comprensión por la parte que sufre cada uno de ellos.