WESLEY ARMSTRONG - Supera la ansiedad y los ataques de pánico: Supera tu ansiedad social (en las relaciones) y la depresión de forma natural con las terapias (TCC, TDC y ACT), meditaciones y una vida saludable

Supera la ansiedad y los ataques de pánico: Supera tu ansiedad social (en las relaciones) y la depresión de forma natural con las terapias (TCC, TDC y ACT), meditaciones y una vida saludable

WESLEY ARMSTRONG

Published by Devon House Press, 2021.

Vivimos en una sociedad que nos condiciona a creer que ciertos sentimientos son malos, que ser positivo y feliz todo el tiempo es la forma en que deben ser las cosas. Así que, si eres una persona que no encaja en esa descripción (como yo) o si algo ocurre en tu camino y te das cuenta de que no eres feliz todo el tiempo, de repente, hay motivos para alarmarse. Cuando nos sentimos ansiosos, estresados, abrumados o nerviosos, a menudo nos enfadamos con nosotros mismos por tener estos sentimientos porque creemos que está mal sentirse así. Normalmente, cuando somos niños, tendemos a evitar las personas, las situaciones o los lugares que nos provocan esos sentimientos. Pero cuando crecemos, nos damos cuenta de que esos sentimientos están en todas partes. Entonces, ¿dónde nos deja eso?

La transición a la edad adulta en nuestra generación no se parece a nada de lo que vivieron nuestros padres y bisabuelos. El cambio disruptivo es real. Nuestro mundo está cambiando de una manera que ninguno de nosotros esperaba, y mucho menos se siente preparado para manejar.

Aunque pases años recibiendo una educación formal y endeudándote para obtener un título universitario, eso no garantiza que tengas una vida estupenda y feliz. Las generaciones anteriores parecían tenerlo mucho más fácil, ya que la vida era más lenta, estaba más predeterminada y la economía era menos volátil que hoy. Por tanto, era más fácil predecir el tipo de vida que te esperaba si lo hacías todo según las normas. Hoy, la historia es diferente. ¿No es de extrañar que la salud mental se haya convertido en un tema tan relevante en nuestra sociedad?

Y no sólo afecta a los adultos. Incluso los adolescentes y preadolescentes se encuentran atrapados en una mente y un cuerpo que no funcionan de forma óptima. Todo lo que los médicos pueden decir es "intenta no preocuparte tanto"... Me parece una de las frases más irritantes que alguien podría decirme. He escuchado esa afirmación demasiadas veces para mi gusto. Y probablemente hayas elegido este libro porque estás harto de algo.

Quizá estés harto de ir por la vida sintiéndote atrapado e incapaz de funcionar como los amigos con los que creciste. Puede que te hayas dado cuenta de que tu estilo de vida actual no es sostenible. El hecho de que apenas puedas conservar a tus amigos, o de que prefieras conducir durante 12 horas antes que tomar un vuelo de treinta minutos porque no soportas volar no va a hacer que tu vida sea más cómoda a medida que te haces mayor.

Y teniendo en cuenta lo importante que se ha vuelto hablar en público, las reuniones sociales y la creación de redes para una carrera exitosa, es hora de hacer algunos cambios. Pero puede que para ti ni siquiera se trate de ser social. Tal vez tu problema sea mucho más grave y estés harto de depender de la medicación y de cambiar de terapeuta porque nada funciona. Cada año, a medida que la economía cambia y tus deudas aumentan, puede que sientas que estás a punto de perder la cabeza.

No quiero parecer un sabelotodo. Soy consciente de que tu historia puede ser totalmente diferente a los distintos escenarios que acabo de compartir, pero la cosa es así. Te atrajo esta guía porque, por una razón u otra, estás cansado de ser víctima del tortuoso reino de la ansiedad y los ataques de pánico.

Cuando la ansiedad o el pánico aparecen por primera vez, lo único que quieres es escapar de esa experiencia. Supongamos que está relacionada con un lugar o una persona en particular. En ese caso, la inclinación natural es evitar por completo ese lugar o esa persona, especialmente cuando ocurre la tercera o cuarta vez. Como el problema se repite en diferentes lugares, empiezas a preguntarte si la causa eres tú. Tal vez la culpa sea tuya. Pero te resulta difícil admitir que necesitas ayuda. Al final, llega un día en el que eres tú, en el sofá, en la ducha o tumbado en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Sin ninguna razón aparente, te vienen ataques de ansiedad de repente, y sabes con certeza que necesitas ayuda.

Desgraciadamente, para muchos de nosotros, pasa un tiempo antes de que nos demos cuenta de que esta horrible experiencia nos persigue porque viene desde adentro. El día en que te das cuenta de ello es probablemente uno de los peores días de tu vida, porque de repente te sientes completamente impotente e incapaz de escapar de esta prisión invisible.

Yo también he pasado por eso.

A los once años, tuve mi primer ataque de pánico. No podía entender lo que estaba pasando, pero era una sensación abrumadora sobre la que no tenía control. Sinceramente, pensaba que el corazón se me iba a salir del pecho. Intenté ocultar mis síntomas porque estábamos en una cena con mis padres y no quería convertirme en el centro de atención.

Me sentí mareado, mi visión era borrosa y creo que por un momento perdí el conocimiento. Por suerte, pude salir corriendo al patio trasero y tumbarme en la hierba hasta que me sentí un poco mejor. Si por mí fuera, habría corrido toda la tarde hasta mi casa. Pero tuve que contenerme para no molestar ni avergonzar a mis padres. Además, ¿qué pensaría todo el mundo de mí? ¿No me llamarían débil? No quería pasar por esa vergüenza. Así que me aguanté y pareció funcionar durante un tiempo. Los meses siguientes parecían estar bien hasta que otro acontecimiento desencadenó mi ansiedad. Esta vez, era más potente e imposible de ocultar. Mis padres organizaban una cena de Navidad con amigos y familiares. Llevaba un año recibiendo clases de piano y no me iba tan mal, pero no estaba preparado para actuar ante nadie. Desgraciadamente, mis padres vieron la oportunidad de mostrar el talento de su hijo. Le dijeron a todo el mundo que iba a tocar algo. Fue el momento más horrible cuando lo anunciaron en la mesa. Todos me veían como el chico tímido que apenas habla, pero estaban ansiosos por oírme tocar. Quería que la tierra se abriera y me tragara entero.