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© 2018, HarperCollins México, S.A. de C.V.
Publicado por HarperCollins México
Tampico No. 42, 6º piso.
06700, Ciudad de México.
© Valeria Gerardina Villa Guillén
© Vale Villa
Diseño de forros: Ana Paula Dávila
Diseño de interiores: Beatriz Méndez / Grafia Editores
Fotografía de autora: Blanca Charolet
Todos los derechos están reservados, conforme a la Ley Federal del Derecho de Autor y los tratados internacionales suscritos por México. Prohibida su reproducción total o parcial en cualquier forma o medio, incluidos los digitales, sin autorización expresa del titular del derecho de autor.
Todos los comentarios, ideas, opiniones, descripciones y expresiones que aparecen en esta obra corresponden a los autores de los textos y no son responsabilidad de la editorial ni representan necesariamente su punto de vista.
Epub Edition November 2018 9786078589340
ISBN: 978-607-8589-33-3
Primera edición: octubre de 2018.
Impreso en México
E ste libro es producto de casi 20 años de trabajo como psicoterapeuta. De ser testigo privilegiado de los pequeños y grandes dramas que conforman toda vida. Es un recuento de los temas que con más frecuencia llevan a la gente a buscar mi ayuda como especialista. Nadie experimenta en cabeza ajena, pero a veces vernos en el espejo de los otros nos permite reconocer problemas que no hemos sido capaces de percibir.
El consejo no es la esencia de la psicoterapia; sí lo es la reflexión acompañada que permita encontrar respuestas dentro de uno mismo, así como la clarificación de los sentimientos, y de esa manera incrementar la capacidad para enfrentar todas las circunstancias con mayor conciencia y dirección.
La reflexión también ayuda a desarrollar una de las capacidades humanas más importantes: la toma de decisiones; es decir, renunciar a unas cosas y elegir otras, sabiendo que siempre quedará la sombra de lo que no pudo ser, de la vida no vivida.
La psicoterapia no es una ciencia exacta, pero tampoco es un compendio de obviedades y sugerencias producto del sentido común. La psicoterapia puede ser accesible para todos, lo que no la hace perder su carácter científico. No es autoayuda directiva y está más cerca de ser un detonante de preguntas y autoobservación.
Los grandes y pequeños temas de la vida cotidiana pueden estudiarse teóricamente y observarse empíricamente: el amor y el desamor, el inconsciente, el duelo, la depresión, la ansiedad, la autoestima, la infidelidad, la ira, la timidez, el miedo al cambio, la frustración, el dolor de la separación, así como las capacidades que nos fortalecen como personas y nos ayudan a vivir con mayor bienestar. Lo que hago se encuentra en alguna región sin nombre entre la psicología y la filosofía, pero no es autoayuda.
El objetivo de este libro es aumentar la flexibilidad del pensamiento y proponer una visión más incluyente de los asuntos humanos que nos permita contar historias más ricas y complejas sobre nosotros y los demás, y de esta manera alejarnos de los juicios estereotipados sobre normalidad y patología y acercarnos a una vida más amable, relajada y disfrutable.
Las preguntas que se repiten una y otra vez en las sesiones se tratan en varios capítulos: cómo fortalecer la autoestima, cómo cerrar ciclos, cómo aprender a despedirse, cómo enfrentar lo que no podemos controlar, qué hacer con la tristeza, cómo construir mejores relaciones, cómo superar la timidez, qué hacer con la ansiedad y la frustración, cómo utilizar el inconsciente en nuestro beneficio, cómo fortalecernos.
Las respuestas no son cuantificables. No es posible medir cuánto amor es “suficiente”, cuánto tiempo es “normal” estar triste después de una pérdida, cuánta inseguridad es patológica, qué grado de dependencia convierte el amor en codependencia.
Exigir respuestas prácticas y rápidas es uno de los signos de nuestro tiempo. Antes pasábamos semanas investigando. Hoy tenemos acceso a cualquier dato que se escape de nuestra memoria y no soportamos la duda, indispensable para activar los procesos reflexivos y creativos. Aquí no hay recetas, si acaso, hay historias y muchas dudas.
Tal vez quienes nos dedicamos al bienestar mental hacemos demasiadas recomendaciones, tenemos explicaciones y definiciones para todo, listas para ser más felices, manuales para los corazones rotos, para superar las pérdidas, para vivir el momento presente, para posponer menos y actuar más, para fortalecer la voluntad, para ser más compasivos, más empáticos, menos envidiosos. Probablemente tantas sugerencias terminan por abrumar porque la vida solo puede vivirse viviéndola. En algunos momentos de nuestra vida actuamos fatalmente: tomamos malas decisiones, nos relacionamos con quien nos daña, maltratamos emocionalmente a nuestros hijos o pareja, trabajamos con mediocridad, comemos chatarra y pasamos horas interminables frente a la televisión. Y luego retomamos el camino. Tal vez habría que tomarse con seriedad, pero sin solemnidad, asuntos como la superación personal, el autoconocimiento, la autoestima. En las cuestiones humanas nada es predecible ni programable, a diferencia de las máquinas.
Cuando me preguntan por mail, Twitter o Facebook qué hacer en casos específicos, me cuesta mucho trabajo contestar. No hay una respuesta o un consejo que sirva a todos. Cada historia es única y quizá solo funcione como espejo. Aquí hay varios. Que sirvan.
Todos los cambios, aun los más ansiados,
llevan consigo cierta melancolía,
porque aquello que dejamos es una parte de nosotros mismos:
debemos morir una vida para entrar a otra.
Anatole France (escritor francés)
Vivimos en el olvido de nuestras metamorfosis.
Paul Éluard (poeta francés)
No se llevan a cabo cambios sin que surjan inconvenientes,
aunque sea para pasar de peor a mejor.
Samuel Johnson (escritor inglés)
L a zona de confort es un concepto surgido en 1908 a partir de las investigaciones de Yerkes y Dodson, quienes encontraron una relación entre la zona de comodidad y el nivel de desempeño. Acuñaron el término “ansiedad óptima” para describir el estado emocional que permite a las personas maximizar sus capacidades, que se caracteriza por niveles de estrés un poco más altos de lo normal. La llamaron “óptima” porque también encontraron que demasiada ansiedad acaba con la tranquilidad necesaria para actuar.
La experiencia nos ha enseñado que los retos nos hacen crecer. Muchos hemos sido malabaristas intentando atender tareas simultáneas, lo que nos ayudó a generar una actitud de alerta frente a los problemas y nos reveló capacidades que desconocíamos.
El optimismo excesivo y el déficit de atención con hiperactividad impiden a quienes los padecen sentir la ansiedad necesaria para actuar; por el contrario, los procrastinadores —que generalmente son perfeccionistas— posponen lo urgente hasta el último segundo porque parecen necesitar una dosis artificial de ansiedad para hacer bien las cosas.
Así, el secreto radica en regular la ansiedad. Demasiada es dolorosa y destruye, como por ejemplo un trastorno de ansiedad generalizada, que es una preocupación flotante y permanente asociada con depresión, migrañas, hipertensión, cardiopatías, desórdenes digestivos y dolor crónico. No es lo mismo la ansiedad que el estrés. La primera está vinculada con la preocupación y la intranquilidad. El segundo produce enojo y frustración.