Sumario
A Devers Branden
Mi propósito en este libro es identificar, con mayor profundidad y amplitud que en mis escritos anteriores, los factores más importantes de los que depende la autoestima. Si la autoestima es la salud de la mente, son pocos los temas con una urgencia comparable.
El carácter agitado de nuestra época nos exige un fuerte yo con un sentido claro de la identidad, la competencia y la valía. La crisis del consenso cultural, la falta de modelos de rol valiosos, los escasos motivos que despiertan nuestra adhesión en la escena pública y un cambio desorientadoramente rápido característico de nuestra vida, es el nuestro un momento peligroso de la historia para desconocer quiénes somos o para no confiar en nosotros mismos. Debemos crear en nuestra persona la estabilidad que no podemos encontrar en el mundo. Enfrentarnos a la vida con una baja autoestima es estar en seria desventaja. Estas consideraciones son parte de mi motivación para escribir este libro.
En lo sustancial el libro consiste en mi respuesta a cuatro interrogantes: ¿Qué es la autoestima? ¿Por qué es importante la autoestima? ¿Qué podemos hacer para elevar el nivel de nuestra autoestima? ¿Qué papel desempeñan los demás en cuanto influencia para nuestra autoestima?
La autoestima está configurada por factores tanto internos como externos. Entiendo por factores «internos» los factores que radican o están creados por el individuo –ideas o creencias, prácticas o conductas. Entiendo por factores «externos» los factores del entorno: los mensajes transmitidos verbal o no verbalmente, o las experiencias suscitadas por los padres, los educadores, las personas «significativas para nosotros», las organizaciones y la cultura. Examino la autoestima tanto desde dentro como desde fuera: ¿cuál es la aportación del individuo a su autoestima y cuál es la aportación de los demás? Que yo sepa, nunca antes se ha intentado una investigació de este alcance.
Cuando publiqué The psychology of self-esteem en 1969, me dije que había escrito todo lo que podía decir sobre la materia. En 1970, al constatar que tenía que abordar «algunas cuestiones más», escribí Breaking free . Más tarde, en 1972, «para rellenar algunos huecos más», escribí The disowned self . Entonces me dije a mí mismo que había acabado totalmente con la autoestima y pasé a escribir sobre otros temas. Más o menos una década después empecé a pensar sobre lo mucho más que había experimentado y aprendido personalmente sobre la autoestima desde mi primera obra, por lo que me decidí a escribir «un último libro» sobre ella; este libro, titulado Honoring the self publicado en 1986. Esta vez estaba seguro de haber concluido con esta materia. Pero durante este mismo periodo explotó por todo el país «el movimiento de la autoestima»; todo el mundo hablaba sobre la autoestima; se escribían libros, se impartían conferencias y lecciones y no me entusiasmaba la calidad de lo que se ofrecía a la gente. Por entonces entablé algunas discusiones más bien acaloradas con algunos colegas. Si bien algo de lo que se decía acerca de la autoestima era excelente, pensaba que muchas otras cosas dejaban bastante que desear. Me di cuenta entonces de los muchos temas que no había abordado, de los muchos interrogantes que tenía que considerar y que no había considerado antes, y de lo mucho que había pensado sobre el particular pero que en realidad nunca había dicho o escrito. Ante todo, percibí la necesidad de ir más allá de mis trabajos anteriores detallando los factores que crean y mantienen una autoestima alta o sana (utilizo los términos «alta» y «Sana» de manera intercambiable). Una vez más estaba dispuesto a examinar aspectos nuevos de este campo de estudio inagotablemente rico, y a descender a niveles de comprensión más profundos del que para mí es el tema psicológico más importante del mundo.
Comprendí que lo que tantos años antes había comenzado como un interés, o incluso como un tema fascinante, se había convertido en una misión.
Al especular sobre las raíces de esta pasión, me remonté a mis años de adolescencia, a la época en la que mi incipiente autonomía chocó con la presión por adecuarme a los demás. No resulta fácil escribir de manera objetiva sobre ese periodo, y no deseo sugerir una arrogancia que no sentí entonces ni siento ahora. Lo cierto es que en mi adolescencia tenía una sensación no expresada de que mi vida tenía un sagrado sentido de misión. Estaba convencido de que no había nada más importante que seguir siendo capaz de ver el mundo por mí mismo. Pensaba que así era como debería sentirse todo el mundo. Esta perspectiva nunca cambió en mí. Fui muy consciente de la presión por «adaptarme» y absorber los valores de la «tribu» –la familia, la comunidad y la cultura–. Me pareció que lo que se me pedía era claudicar de mi criterio y abandonar mi convicción de que mi vida y lo que de ella hacía tenían el máximo valor posible. Vi cómo muchas de las personas de mi época claudicaban y perdían su fuego y, en ocasiones con una dolorosa y solitaria perplejidad, deseaba comprender por qué. ¿Por qué se asociaba el crecimiento a la claudicación? Si desde la niñez mi impulso dominante fue comprender, por entonces se formó otro deseo, no menos intenso, pero del que todavía no era plenamente consciente: el deseo de comunicar al mundo mi comprensión; ante todo, de comunicar mi visión de la vida. Faltaban todavía muchos años para que constatara que me sentía, al más profundo nivel, como un maestro de valores. La idea esencial, subyacente a toda mi obra, que deseaba enseñar era ésta: Tu vida es importante. Respétala. Lucha por alcanzar tus más altas posibilidades .
Tuve mis propios conflictos relacionados con la autoestima, y en este libro doy algunos ejemplos de ellos. En mis memorias, tituladas Judgment day , presento el contexto concreto. No quiero decir que todo lo que sé sobre la autoestima lo aprendí de los clientes de psicoterapia. Algunas de las cosas más importantes que aprendí fueron fruto de reflexionar sobre mis propios errores y de percibir qué es lo que había causado una disminución o aumento de mi propia autoestima. Así pues escribo, en parte, como maestro de mí mismo.
Sería insensato que dijese que ahora he escrito mi último trabajo sobre «la psicología de la autoestima». Pero siento que este libro es la cumbre de todos los trabajos que le han precedido.
Impartí mis primeras conferencias sobre la autoestima y su impacto en el amor, el trabajo y la lucha por la felicidad a finales de los años cincuenta y en los años sesenta publiqué mis primeros artículos sobre esta materia. Por entonces el reto era conseguir una comprensión de su importancia por parte del público. Por entonces el término «autoestima» no era una expresión generalizada. En la actualidad, el peligro está en que esta idea se haya puesto de moda: está en boca de todos, lo cual no quiere decir que todos la comprendan. Pero si no tenemos claro su significado preciso y los factores específicos de que depende su pleno logro –si nuestra reflexión no es cuidadosa, o sucumbimos a las simplificaciones excesivas y al almibaramiento de la psicología popular–, el destino de esta materia será aún peor que su desconocimiento: se trivializará. Ésta es la razón por la que en la primera parte empiezo la indagación acerca de las fuentes de la autoestima por el examen de lo que la autoestima es y de lo que no es.
Cuando hace cuarenta años comencé a luchar con los interrogantes relativos a la autoestima, vi que esta materia proporcionaba pistas de inestimable valor para comprender la motivación. Corría el año 1954. Tenía entonces 24 años de edad y estudiaba psicología en la Universidad de Nueva York, con una pequeña experiencia en la práctica de la psicoterapia. Al reflexionar sobre las historias que oía de los clientes, busqué un denominador común, y me sorprendió el hecho de que fuese cual fuese la queja particular de una persona, siempre había una cuestión más profunda: una sensación de insuficiencia, de no ser «bastante», una sensación de culpa, vergüenza o inferioridad, una clara falta de aceptación a sí mismo, de confianza en sí mismo y de amor de sí mismo. En otras palabras, un problema de autoestima.
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