Willow Miller - Cómo Detener Pensamientos Suicidas: Estrategias Efectivas para los que se Sienten Atrapados sin Salida

El suicidio es una amenaza prevenible para la salud pública que requiere una respuesta multisectorial. Existen estrategias de prevención prometedoras en los sectores de la atención sanitaria, la justicia penal y la educación. Es necesario seguir trabajando para difundir estas estrategias y desarrollar otras.

Las muertes por suicidio se encuentran en su punto más alto y van en aumento, una tendencia preocupante, dado el aumento del aislamiento social, el declive económico y los problemas de salud mental y de consumo de sustancias relacionados con la pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19). Es probable que estos factores exacerben las "muertes por desesperación", incluido el suicidio.

El suicidio fue la décima causa de muerte en Estados Unidos en 2018, cobrándose más del doble de vidas que el homicidio.

Ocupa aproximadamente el cuarto lugar entre todas las causas de muerte en términos de años potenciales de vida perdidos.

Desde 1999, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) comenzaron a hacer un seguimiento del suicidio, hasta 2018, las tasas de suicidio aumentaron un 35%, hasta 14,2 por cada 100.000 personas.

Esta epidemia de suicidios afecta a todas las edades y grupos étnicos, aunque ciertas poblaciones se ven afectadas de forma desproporcionada. El suicidio fue la segunda causa de muerte en adolescentes en Estados Unidos en 2019. Entre 2007 y 2018, el suicidio aumentó un 57,4% en los jóvenes de 10 a 24 años. Dentro de la demografía juvenil, hay más disparidad basada en la raza. Los jóvenes negros tienen ahora un mayor riesgo de morir por suicidio que sus compañeros blancos.

Aunque las tasas de suicidio en las poblaciones de indios americanos y nativos de Alaska han superado durante mucho tiempo la media nacional, el fuerte aumento de la tasa de suicidio entre las mujeres indias americanas y nativas de Alaska entre 1999 y 2017 (139%) es una tendencia alarmante.

Las jóvenes lesbianas, gays y bisexuales contemplan seriamente el suicidio a un ritmo casi tres veces mayor que los jóvenes heterosexuales, según un informe de 2015, y la tasa de intentos de suicidio del primer grupo es casi cinco veces mayor que la del segundo. Además, el 40% de los transexuales han intentado suicidarse a lo largo de su vida, según un informe de 2015, superando la tasa de la población estadounidense en casi nueve veces.

La tasa de suicidio de los veteranos fue 1,5 veces mayor que la de la población general de Estados Unidos en 2019, y el suicidio entre los miembros del servicio militar en activo se encuentra actualmente en el nivel más alto de los últimos seis años -una preocupante tendencia al alza- a pesar de que las tasas son inferiores o equivalentes a las de la población general de Estados Unidos cuando se ajustan por edad.

Históricamente, los responsables políticos han abordado el suicidio buscando soluciones en el sector sanitario. Sin embargo, el suicidio debe considerarse en un contexto más amplio que incluye tanto la salud física y mental del individuo como una multitud de factores sociales y comunitarios. Por término medio, cada suicidio afecta a 135 personas y repercute en las familias y los círculos sociales, lo que pone de manifiesto la necesidad de examinar el problema y sus soluciones desde una perspectiva amplia.

Sin un enfoque sistémico amplio que abarque más que el sector sanitario, las soluciones se quedarán cortas. Este informe describe los avances en la ciencia de la prevención del suicidio en los sectores de la atención sanitaria, la justicia penal y la educación. Un sector importante que no se incluye en este informe es el militar. Aunque el Departamento de Defensa y el Departamento de Asuntos de los Veteranos han emitido fuertes directrices para abordar el suicidio entre el personal militar y los veteranos, la prevención del suicidio en esta población única está fuera del alcance de este informe y se cubre en detalle en otro lugar. Este informe proporciona una visión general de la investigación sobre el riesgo de suicidio y los factores de protección, destaca las estrategias actuales de prevención del suicidio en los tres sectores mencionados y señala las oportunidades políticas para mejorar los esfuerzos de prevención multisectorial.

El término suicidio describe el acto de quitarse la vida. Hay varios tipos de suicidio, por lo que nuestra primera tarea es aclarar el uso del término. En este artículo, nos referimos al suicidio en el sentido convencional, en el que alguien planea o actúa sobre pensamientos y sentimientos autodestructivos, a menudo mientras experimenta un estrés abrumador. El "suicidio asistido" se produce cuando un médico ayuda a morir a un enfermo terminal, evitando así un declive inminente, inevitable y potencialmente doloroso. Nuestro actual debate sobre el suicidio no aborda el suicidio asistido.

La intención de la conducta suicida, ya sea motivada consciente o inconscientemente, es acabar con la propia vida de forma permanente. Los actos verdaderamente suicidas (o, como se les llama a veces, "gestos") deben distinguirse de otros actos y gestos autolesivos, autolesivos o parasuicidas que también son deliberados, pero no tienen la intención de causar la muerte. Los actos autolesivos típicos incluyen cortarse o quemarse.