PRESENTADO A:
POR:
© 2001 Max Lucado
Grupo Nelson
Una división de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, TN
www.thomasnelson.com
Título en inglés: Grace for the Moment
© 2000 por Max Lucado
Publicado por Thomas Nelson, Inc.
A menos que se haya dicho otra cosa, las citas han sido tomada
de la Versión Reina-Valera 1960
© 1960 Sociedad Bíblica en América Latina.
Otras versiones citdas
Nueva Versión Internacional (NVI)
La Biblia al Día
Traductor: Guillermo Cabrera Leyva
ISBN: 978-0-88113-627-2
ISBN: 978-0-71802-419-2 (eBook)
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total
o parcial en cualquier forma,
escrita o electrónica, sin la debida
autorización de los editores.
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PARA WENDELL HAWLEY
... por darme una oportunidad
CONTENTS
C uando viajo con mis niñas, guardo todos mis tiquetes en un bolso. Cuando llega el momento de abordar el avión o el tren, me coloco entre el empleado de la compañía y las niñas, y a medida que cada una de ellas pasa, pongo en sus manos un tiquete, y ellas se lo entregan al empleado.
Dios hace lo mismo. Él se coloca entre nosotros y nuestra necesidad, esperando ayudarnos. Por esa razón la Biblia dice: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4.16).
¿Te fijaste en esas dos últimas palabras? «Oportuno socorro». No muy pronto, ni muy tarde. Sencillamente a tiempo.
Así como mi deber es asegurarme que mis hijas tengan lo que necesitan, Dios se asegurará que tengas lo que necesitas. De su mano recibirás «oportuno socorro».Y a lo mejor quiere usar estas páginas para dártelo.
Gracias especiales a Terri Gibbs por supervisar este proyecto.
Gracias también a mi amiga y ayudante Karen Hill por repasar las páginas.
Mi agradecimiento va dirigido también a Jack Countryman por su apoyo entusiasta y sus valiosas sugerencias en el golf.
Y a ti, lector. Qué gentileza la tuya al invitarme a tu mundo. Que Dios use estos encuentros cotidianos para darte más de Él, para que recibas su gracia en todo tiempo.
MAX LUCADO
Enero de 2001
T odo está en silencio. Es temprano. Mi café está caliente. El cielo aún está negro. El mundo aún duerme. El día se aproxima.
En unos momentos llegará el día estruendosamente con la salida del sol. La quietud del amanecer se tornará en el ruido del día. La calma de la soledad se reemplazará por el golpeteo rítmico de la raza humana. El refugio de la temprana mañana lo invadirán las decisiones que deban tomarse y las obligaciones que deban cumplirse.
Para las próximas doce horas estaré expuesto a las exigencias del día. Es ahora que debo decidir. Gracias al Calvario tengo libertad de escoger. Y por eso escojo.
ESCOJO EL AMOR...
Ninguna ocasión justifica el odio; ninguna injusticia justifica la amargura. Escojo el amor. Hoy amaré a Dios y todo lo que Dios ama.
ESCOJO EL GOZO...
Invitaré a mi Dios a ser el Dios de la circunstancia.
Rehusaré la tentación de ser cínico… la herramienta del pensador holgazán. Rehusaré mirar a las personas como algo menos que seres humanos, creados por Dios, y rehusaré ver en los problemas algo menos que una oportunidad de ver a Dios.
ESCOJO LA PAZ...
Viviré perdonado. Perdonaré para poder vivir.
ESCOJO LA PACIENCIA...
Pasaré por alto las inconveniencias del mundo. En vez de maldecir a quien toma mi lugar, lo invitaré a hacerlo. En lugar de quejarme porque la espera es demasiado larga, agradeceré a Dios por el tiempo para orar. En lugar de cerrar el puño ante nuevas responsabilidades, las encararé con gozo y valentía.
ESCOJO LA AMABILIDAD...
Seré amable con los pobres, pues están solos.
Amable con los ricos, pues tienen temor. Y amable con los malvados, pues así me ha tratado Dios.
ESCOJO LA BONDAD...
Prefiero andar sin un centavo antes que tomar uno de manera deshonesta. Pasaré desapercibido antes que ser jactancioso. Prefiero confesar antes que acusar. Escojo la bondad.
ESCOJO LA FIDELIDAD...
Hoy cumpliré mis promesas.
Mis acreedores no lamentarán su confianza. Mis asociados no cuestionarán mi palabra. Mi esposa no dudará de mi amor. Y mis hijos nunca temerán que su padre no regrese al hogar.
ESCOJO LA MANSEDUMBRE...
Nada se gana por la fuerza. Escojo ser manso. Si levanto la voz que sea solo en alabanza. Si cierro el puño, que sea solo en oración. Si hago exigencias, que sea solo a mí mismo.
ESCOJO EL DOMINIO PROPIO...
Soy un ser espiritual…
Después que este cuerpo haya muerto, mi espíritu remontará el vuelo. Rehúso dejar que lo que se corromperá, impere sobre lo eterno.
Escojo el dominio propio. Me embriagaré solo de gozo. Solo me apasionará mi fe. Solo Dios ejercerá influencia sobre mí. Cristo será mi único maestro. Escojo el dominio propio.
Amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio.
A estas virtudes yo consagro mi día.
Si tengo éxito, daré gracias.
Si fracaso, buscaré su gracia.
Y luego, cuando el día haya acabado, pondré mi cabeza en la almohada y descansaré.
MAX LUCADO
Cuando Dios Susurra tu Nombre.
Con mi voz clamaré a Jehová;
con mi voz pediré a Jehová misericordia.
—SALMO 142.1
Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a Jehová misericordia.
SALMO 142.1
Puedes hablarle a Dios porque Dios escucha. Tu voz tiene importancia en el cielo. Él te toma muy en serio. Cuando entras en su presencia, se vuelve para oír tu voz. No tienes que temer que no se fije en ti. Aun si tartamudeas o tropiezas, aun si lo que tienes que decir no impresiona a nadie, sí impresiona a Dios, y Él te escucha. Él escucha la dolorosa súplica del anciano en el asilo. Escucha la ruda confesión del condenado a muerte. Cuando el alcohólico ruega por misericordia, cuando el esposo o la esposa pide orientación, cuando el empresario pasa de la calle a la capilla, Dios escucha.
Atentamente, cuidadosamente.
La Gran Casa de Dios
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios.
1 PEDRO 2.9
¿Te ha parecido alguna vez que nadie se fija en ti? La ropa nueva y los nuevos estilos pueden ayudar por cierto tiempo. Pero si deseas un cambio permanente, aprende a verte como Dios te ve: «En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas» (Isaías 61.10).
¿Ha decaído tu autoestima alguna vez? Cuando esto ocurra, recuerda lo que vales. «Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (1 Pedro 1.18-19).
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