Este libro proporciona toda la información necesaria para utilizar con seguridad los aceites esenciales en casa. Los aceites mencionados en la obra pueden obtenerse fácilmente de numerosos y reputados proveedores. Naturalmente, tendrá muchas ganas de comprar y empezar a usar los aceites, pero antes de hacerlo es vital que lea sobre cómo escogerlos y usarlos con seguridad. Los tres primeros capítulos contienen toda la información necesaria para el uso seguro y efectivo de los aceites esenciales, que, asimismo, puede aplicarse a todos los diversos aceites esenciales que se usan comúnmente en la aromaterapia. Del cuarto al sexto capítulo se indican claramente cuáles son los aceites esenciales recomendados para la salud, la belleza y el bienestar mental. Remítase a estos cuando use los cinco cuadros prácticos de aceites esenciales, presentados como tarjetas de selección de aroma desplegables. También se incluye un glosario. Es preferible que se comprenda completamente la información del libro antes de usar los aceites esenciales, de manera que se alcance un conocimiento general de la aromaterapia. El capítulo final sugiere cinco aceites que constituirían el juego ideal para iniciarse en casa, y también describe cómo aplicarlos para un amplio abanico de dolencias comunes.
¿QUÉ ES LA AROMATERAPIA?
La idea de que la terapia preventiva desempeña una función vital en el campo de la medicina complementaria gana terreno cada día. Esto implica un intento de restablecer la conexión con nuestro planeta, de la que tan naturalmente disfrutaban nuestros ancestros. Por desgracia, las sociedades occidentales modernas han perdido su antigua conciencia del planeta.
A pesar de que la medicina ortodoxa desempeña una función indiscutiblemente importante, la responsabilidad de mantener nuestra salud personal y nuestro bienestar depende en última instancia de nosotros. Nuestros cuerpos, como los de todos los seres vivos, necesitan nutrirse para prosperar. Formamos parte de los procesos vivos de la tierra, de lo que se deduce que nuestra supervivencia depende de ella. Nuestros ancestros lo sabían; lo que recibían de la tierra se lo devolvían. Nosotros, sin embargo, hemos roto esas conexiones. Ahora debemos restablecerlas para salvaguardar nuestra futura existencia.
La medicina preventiva está al alcance de todos nosotros, y las plantas son el don más precioso que nuestro planeta nos ofrece para practicarla. Hay que comprenderlas, valorarlas y utilizarlas con prudencia. La aromaterapia es una de las maneras de hacerlo.
El término aromaterapia se aplica al uso de aceites esenciales para beneficiar a un individuo. Para comprender en qué se basa, debemos empezar por conocer el sentido del olfato en sí mismo.
El sentido del olfato
La función olfativa establece una conexión directa con el cerebro. Las células sensitivas de la membrana mucosa revisten la cavidad nasal y se estimulan ante la presencia de partículas químicas disueltas en el moco. Las fibras del nervio olfativo ascienden desde los receptores del olor en la mucosa nasal hasta la parte superior de la nariz y, a través de diminutos agujeros en el cráneo, alcanzan el bulbo olfatorio del cerebro. Las señales llegan hasta el rinencéfalo (que forma parte del sistema límbico cerebral que gestiona el sentido del olfato), donde se analizan los olores. El olor percibido por el cerebro es, en realidad, un conjunto de partículas químicas. Podemos distinguir hasta diez mil fragancias distintas, a diferencia de nuestro sentido del gusto, que sólo puede registrar cuatro tipos de sabores. El sentido del olfato es de lejos el que tiene más capacidad. Sin él, los alimentos tendrían un sabor bastante más suave. Esto puede parecer extraño, pero sólo hay que pensar en lo sosa que resulta la comida cuando nuestros conductos nasales están bloqueados por un resfriado.
El sistema olfatorio
Irónicamente, de nuestros cinco sentidos, el del olfato es el menos desarrollado. Esto no fue siempre así, pues nuestros ancestros gozaban de un agudo sentido del olfato que utilizaban para cazar y detectar el peligro. Este sentido es todavía muy importante para muchas criaturas; de hecho, sólo se ha atrofiado el de los humanos modernos. En la actualidad tendemos a usar el sentido del olfato inconscientemente y no reparamos en los olores que nos rodean. Percibimos repentinas diferencias que, a menudo, provocan las consecuentes respuestas. El olor a humo o gas, cuando es inesperado, hará que inmediatamente nos pongamos a buscar su origen. Dado que el sistema límbico, el centro de las emociones, está conectado al hipotálamo, que controla todo el sistema hormonal a través de la glándula pituitaria, es lógico que los olores produzcan respuestas muy diferentes entre sí, tales como rabia, tranquilidad, ansiedad, sensualidad e, incluso, miedo. El olor del pan recién horneado probablemente haga que nos sintamos hambrientos, mientras que el olor a huevos podridos puede provocarnos náuseas. Es posible que una determinada fragancia nos despierte un recuerdo olvidado hace tiempo, ya que el sistema límbico también está asociado con la memoria. A menudo ligamos un olor a acontecimientos pasados sin que tenga relación con la situación presente en la que el olor se manifiesta. El olíbano, por ejemplo, puede estar muy vinculado a la iglesia para muchas personas. Y buena parte de la población asocia el pachulí a la década de 1960 y a la época del flower power. Los olores pueden evocar tanto recuerdos positivos como negativos. Un cierto olor puede ser desagradable no necesariamente por su fragancia, sino por el recuerdo que evoca. El olor a lavanda o rosas puede resultar atractivo porque se asocia con el perfume que utiliza alguien especial.