Capítulo 1
¿Estás trabajando demasiado?
Una conversación con
Herbert Benson, Lic. Med.
Bronwyn Fryer
Resumen de una entrevista HBR conHerbert Benson, licenciado en Medicina,destacando las ideas clave.
LA IDEA, EN RESUMEN
La clave para superar los factores que provocan estrés es el «principio de evasión»; es decir, relajarse en el punto álgido de tensión. Son cuatro los pasos a seguir:
- Ocúpate de cualquier problema espinoso y dedícate a él hasta que sientas que has alcanzado los límites de tu rendimiento.
- Olvídalo. Haz algo completamente diferente: respirar profundamente, por ejemplo, mientras piensas en un mantra tranquilizador, echas una cabezada o te das una ducha.
- Déjate llevar. Éste es el estado de evasión en sí, donde conseguirás experimentar un flujo de ideas y soluciones.
- Regresa al «nuevo estado de normalidad», de autoconfianza.
Realiza esta secuencia siempre que lo necesites y conseguirás mayor productividad y éxito.
¿Cuándo te ayuda el estrés a mejorar tu rendimiento y cuándo se convierte en algo perjudicial? Para descubrirlo, el editor de HBR, Bronwyn Fryer habló con Herbert Benson, Lic. en Medicina, fundador del Mind/Body Medical Institute en Chestnut Hill, Massachusetts. Profesor también en la Harvard Medical School, Benson lleva más de treinta y cinco años realizando investigaciones en el campo de la neurociencia y el estrés. Saltó a la fama con la publicación en 1975 de su best-seller The Relaxation Response. Describió por primera vez la técnica para llevar a cabo el complejo tránsito fisiológico entre estrés y relajación, así como los beneficios que obtienen aquellos que practican meditación en «Your Innate Asset for Combating Stress» (HBR julio-agosto, 1974). Su último libro publicado, junto a William Proctor, es Relaxation Revolution (Scribner, 2011).
Benson y Proctor han descubierto que podemos aprender a utilizar el estrés de forma productiva si aplicamos el principio de evasión: una paradójica dinámica actividad-pasividad. Empleando sencillas técnicas que nos ayuden a regular los niveles de estrés que experimentamos, podemos llegar a aumentar nuestro rendimiento y productividad, sin caer en el agotamiento. En esta conversación, Benson describe cómo podemos acceder a nuestro propio conocimiento creativo, estimular nuestra productividad en el trabajo y ayudar a nuestro equipo a hacer lo mismo. Benson reconoce abiertamente la importancia que ha tenido el pensamiento de Proctor en el desarrollo de las ideas que aquí explica.
HBR: Todos sabemos que el estrés descontrolado puede ser destructivo. Pero ¿tiene algún aspecto positivo?
Sí, pero definamos en primer lugar qué es el estrés. El estrés es una respuesta fisiológica ante cualquier cambio, sea bueno o malo, y que estimula el mecanismo de lucha-huida en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo. El estrés bueno, también llamado «eustrés», nos proporciona energía y nos motiva a esforzarnos y a ser productivos. El eustrés está presente en los atletas de élite, en los artistas creativos y en cualquier otra persona de éxito. Cuando conseguimos un buen resultado o recibimos un elogio, por ejemplo, también disfrutamos de los beneficios del eustrés, tales como pensamiento claro, concentración y conocimiento creativo.
Pero, normalmente, cuando la gente habla del estrés se está refiriendo al malo. En el trabajo, los factores de estrés suelen ser acciones vinculadas a clientes, jefes, colegas y empleados, combinadas con ajustados plazos de entrega. En el Mind/Body Medical Institute solemos trabajar con ejecutivos muy preocupados sobre el impacto de China en el mercado de sus empresas, sobre el estado de la economía, sobre las reservas de petróleo en el mundo, etcétera. Y si esto no fuese suficiente, además, la gente acude a su trabajo con el peso del estrés generado por problemas familiares, impuestos, atascos de tráfico, así como por ansiedades provocadas por una continua avalancha de malas noticias que les amargan y les hace sentirse indefensos —huracanes, política, secuestros infantiles, guerras, ataques terroristas, desastres medioambientales… y un largo etcétera—.
Muchas empresas ofrecen a sus empleados diferentes programas para reducir el estrés: desde el yoga y los masajes en la oficina hasta complejos programas de ejercicios en el gimnasio. ¿Qué tienen de malo?
Es fundamental que las empresas hagan algo para paliar los efectos negativos del estrés laboral si quieren competir eficazmente, pero muy a menudo los programas que ofrecen son sólo parches. Es posible que los de recursos humanos inviten a un conferenciante una vez al año, o que organicen sesiones de taichí y que animen a todo el mundo a acudir; pero poca gente va, porque si apenas tienen tiempo para comer, mucho menos lo tienen para invertirlo en algo que nada tiene que ver con el trabajo y que además es relajante. A no ser que sean los propios líderes de opinión o el entorno cultural los que motiven a la gente de forma explícita, los empleados seguirán sintiéndose culpables o temerosos de que les tomen por holgazanes si acuden a este tipo de actividades.
Esta situación es del todo absurda si tenemos en cuenta los miles de millones que se dedican para paliar los problemas de absentismo, sustituciones, incapacidad, costes de seguros, accidentes laborales, violencia, compensaciones y demandas; por no mencionar el coste de tener que sustituir a trabajadores válidos a causa de problemas relacionados con el estrés. Por suerte, cada uno de nosotros tenemos la clave para gestionar adecuadamente el estrés, y aquellos líderes que lo aprenden y ayudan a que sus empleados hagan lo mismo conseguirán aumentar enormemente su potencial y productividad, a la vez que reducirán costes.
¿Sobre qué fundamentos científicos se basa su investigación? ¿Qué nos revela?
En primer lugar, déjeme decirle que el Mind/Body Medical Institute no ha descubierto nada nuevo. El filósofo americano William James ya identificó el principio de evasión en Las variedades de la experiencia religiosa en 1902. Lo que nosotros hicimos fue investigar los fundamentos científicos que había detrás de lo que James había identificado.
Durante las últimas décadas, nuestros equipos han recogido datos sobre cientos de estudios demográficos, mediciones psicológicas, imaginería cerebral, biología molecular, bioquímica y otra serie de investigaciones dirigidas a medir las reacciones corporales al estrés. Gracias a esto hemos podido identificar la respuesta de relajación y hemos comprobado lo poderosa que es. Se trata de un estado físico de descanso profundo que contrarresta los efectos negativos provocados por la respuesta lucha-huida, como son el incremento del ritmo cardíaco, de la tensión arterial o de la muscular.
Neurológicamente hablando ocurre lo siguiente: cuando en el trabajo nos encontramos ante una situación generadora de estrés —un empleado problemático, una negociación dura, un plazo de entrega ajustado o algo peor— sólo podemos enfrentarnos a ella durante un breve período de tiempo, antes de que aparezcan los efectos negativos. Si nos exponemos durante períodos excesivamente largos al instinto de lucha-huida, la tensión acumulada será tal que nuestro sistema nervioso se verá saturado de hormonas epinefrinas, norepinefrinas y cortisol. Éstas, a su vez, provocarán un aumento de nuestra tensión arterial, del ritmo cardíaco y de la actividad cerebral, efectos que son muy dañinos si se mantienen en niveles elevados durante demasiado tiempo. Pero nuestros hallazgos indican que, si llegados a ese punto conseguimos evadirnos por completo del problema, a través de una serie de desencadenantes lograremos que el cerebro se reorganice de tal modo que la conexión entre sus hemisferios le permita resolver la situación con mayor facilidad.