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Introducción
E ste libro va dirigido a aquellos directivos empresariales que buscan impulsar el desarrollo de sus organizaciones, mediante la consigna de la inmediata aplicación, razón por la cual todos los planteamientos propuestos pueden ser implementados en un término de 72 horas con resultados altamente satisfactorios. Estos planteamientos son el producto de más de veinte años de experiencia en el campo de la consultoría en búsqueda de la Excelencia y la Productividad.
El afán es transmitir aquellos principios que han mostrado su eficacia en el campo práctico y de las experiencias vivenciales más relevantes en el difícil arte de lograr óptimos resultados en las organizaciones empresariales. Los últimos diez años, en los que la empresa mexicana ha vivido la más aguda crisis de la historia moderna de nuestro país, nos han dejado lecciones valiosísimas que debemos analizar y asimilar lo mejor posible para estar en posibilidades de construir una empresa que responda a los actuales retos, solidificándose ya su futuro inmediato. Tales experiencias han demostrado la potencialidad del director empresarial para sortear con éxito la crisis, manifestándose una gran capacidad de adaptación y una extraordinaria versatilidad, lo cual no hace sino confirmar mi fe en las posibilidades infinitas de lograr empresas de Excelencia.
Esta obra busca estimular a los líderes empresariales, tanto del sector público como privado, que estén honestamente comprometidos para lograr la productividad de sus organizaciones, que sientan la gran responsabilidad de generar beneficios económicos y sociales con los recursos depositados en sus manos, y que además sientan un llamado histórico de su tiempo y de su espacio para dar una respuesta trascendente a una sociedad que nos ha brindado todo, y que ahora demanda nuestra capacidad para rescatar el valor más importante que poseemos: nuestro país. Es al que dedico este esfuerzo, que me ha hecho valorar día a día las grandes potencialidades y recursos que poseemos, siendo el más importante de todos la gente, recurso infinito en el que debemos fincar el futuro, porque son muchos los que esperan un impulso para desarrollar su talento y lograr su realización: son ellos el fin último de esta obra, y los líderes que tienen los medios para lograrlo.
Los conceptos y estrategias que se plantean son el resultado de una intensa investigación académica, sometidos a prueba ya superada, en el mundo real de los negocios. Con el propósito de que estos conceptos fluyan, opté por no perder al lector en citas bibliográficas. Por lo demás, resultaría vano tratar de acreditar conceptos, originados por unos y desarrollados por otros, a los que he recurrido con el único objeto de consolidar una teoría que la práctica acredita en mi diario trabajo. Puedo, sin embargo, mencionar a Konosuke Matsushita, William Ouchi, Peter Drucker, Ezra Vogel, Thomas Peters, Robert Waterman, Vitus Dröscher, Richard T. Pascale y Anthony G. Athos, como las principales fuentes de inspiración para realizar una inquietud largamente acariciada. Por supuesto, no puedo omitir el reconocimiento a todos aquellos amigos, clientes, alumnos y compañeros, que me han enriquecido con sus comentarios y observaciones. Ellos saben quiénes son. Mi amoroso agradecimiento en particular a mi esposa Lupita, generadora de inspiración y fortaleza, a los entrañables compañeros de mi vida: mis hijos Miguel Ángel, Ana Paola y Ricardo, con la esperanza de legarles un México sólido y equitativo; a mi maestro y amigo Enrique Zamorano, con quien en largas pláticas he compartido el ideal de realizar aquella esperanza.
Finalmente, quisiera agregar que estoy totalmente convencido de los planteamientos propuestos y más me convence el gran talento empresarial que poseemos para llevarlos a la práctica con todo éxito, ya que poseemos los ingredientes básicos para lograrlo, la voluntad y la fe inquebrantable para desafiar todas las adversidades, y tengo la seguridad de que el éxito estará con nosotros.
Miguel Ángel Cornejo y Rosado
1.
El mañana, un desafío del presente
Hay muchas maneras de continuar una tradición: una de ellas es quizá la más eficaz, consiste en contradecirla.
Octavio Paz
L os acontecimientos económicos que vive el mundo empresarial obligan a reflexionar profundamente sobre el presente y el futuro inmediato, para descubrir las auténticas tendencias que está tomando nuestra economía. Ya no podemos conformarnos con los previsibles pronósticos anuales que realizan los economistas a principios de cada año; sabemos que el 50% de su exposición estará dedicada a mostrarnos lo que desean que suceda el año entrante, y el otro 50% en explicar por qué no sucedió lo que habían pronosticado el año anterior.
Los impresionantes fenómenos económicos de los últimos tiempos nos han hecho padecer de miopía analítica, ya que toda nuestra atención se centra en lo urgente y no en lo importante. Por lo mismo, es un deber el evaluar, en todas sus dimensiones, las tendencias macro que están moviendo la economía, y que marcarán decisivamente el futuro próximo.
Se plantea la más reciente crisis en los precios del petróleo como una gran catástrofe, aunque transitoria. Pero analizando más profundamente los acontecimientos de la última década, es posible detectar cambios irreversibles en el orden económico. Amanece un mundo totalmente diferente donde se ven afectados los órdenes establecidos de la vida humana misma. Estamos en lo que podemos llamar la tercera gran revolución industrial: al igual que en 1750, con la máquina de vapor y en 1880 con el motor de combustión interna y la electricidad, provocadores de la migración hacia las ciudades, así se inician los grandes cambios a partir de los ochenta, para marcar el nacimiento de nuevas costumbres políticas, sociales, económicas y de consumo. Tal vez algo más... pero nada menos.
Pronóstico con 10 años de antigüedad
La OPEP significa demasiado para los países industrializados; su origen marca una nueva era para la humanidad y que lo digan si no los siguientes hechos:
En el año de 1971 un barril de petróleo en los mercados internacionales costaba 2.10 dólares y prácticamente los vendedores eran los países árabes, a quienes les costaba extraerlo 0.50 de dólar cada barril, y si partimos del hecho de que a otros países, como a México, les costaba entre 6 y 10 dólares la extracción, resultaba evidente la conveniencia de comprar y no de producir, aun cuando hubiera sustanciales reservas del preciado recurso.
Con la creación de la OPEP y la consecuente defensa que hizo de sus precios, se planteó al mundo industrializado una de las más serias crisis económicas de nuestro tiempo, ya que a través de esta asociación de productores se elevaron los precios de crudo hasta 34.0 dólares el barril en 1981, acarreando una gran prosperidad económica para estos países, y una aguda espiral inflacionaria para los consumidores: en Estados Unidos, un automóvil VW costaba, en 1970, 1,800 dólares, y en el año de 1980, 10,500. Este impacto se dejó sentir en todos los renglones de la economía de los países altamente industrializados carentes del oro negro.
Las grandes potencias consumidoras de petróleo, en especial EUA y Japón, iniciaron entonces la gran ofensiva con el objetivo fundamental de ahorrar energéticos, cosa que lograron en tal medida que actualmente EUA consume 40% menos de petróleo que en 1980, y la tendencia es relegar este energético a un empleo secundario, de modo que la dependencia con respecto a la OPEP ha pasado ya de un 70 a un 40%, con la opción de poder elegir entre un diversificado mundo de proveedores bajo condiciones cada día más ventajosas.