P REFACIO
C uando algunos de mis colegas me preguntaban: «¿Cuál es su campo?», a veces les desconcertaba al contestarles: «Soy un especialista en todo». Por supuesto, no lo soy. Pero sí he sido, en mi larga carrera académica, bastante extravagante. Y este es un libro que trata de una parte poco conocida de mis extravagancias. Aunque durante treinta años he estado impartiendo un seminario denominado «Metodología», la metodología que enseñaba no tenía nada que ver con técnicas estadísticas y de investigación. Al haber tenido una formación, en mi juventud, en latín y griego, me tomo la palabra «metodología» muy en serio, es decir, en su sentido de método lógico. Con el transcurrir de los años he acumulado una ingente cantidad de material sobre este tema. Pero ya no tengo la energía de escribir otro (difícil) libro. Me he rendido, pues, a la solución de reunir los artículos y ensayos sobre metodología que he publicado a lo largo del tiempo. Una de las sutilezas de la lógica, y por supuesto me refiero a la lógica aristotélica clásica, es que nunca cambia. Por esta razón, los escritos recogidos en este libro deberían tener una larga vida. O eso espero.
G. S.
N OTA A LOS TEXTOS
O frecemos aquí la indicación de los títulos y de los lugares en los que se publicaron originalmente los ensayos recogidos en este volumen.
I. G. Sartori, «Concept Misformation in Comparative Politics», en American Political Science Review, 64 (4), 1970, pp. 1033-1053.
II. G. Sartori, «La scienza politica», en Íd., La Politica. Logica e metodo nelle scienze sociali, Milán, SugarCo., 1979, pp.189-208.
III. G. Sartori, «La politica come scienza», en Íd., La Politica. Logica e metodo nelle scienze sociali, op. cit., pp. 212-238.
IV. G. Sartori, «The Tower of Babel», en Íd., F. W. Riggs y H. Teune, Tower of Babel: On the Definition and Analysis of Concepts in the Social Sciences, International Studies Association, estudio nº 6, University of Pittsburgh, 1975, pp. 7-37.
V. G. Sartori, «Guidelines for Concept Analysis», en Íd. (ed.), Social Science Concepts: A Systematic Analysis, Londres, Sage, 1984, pp. 15-85.
VI. G. Sartori, «Comparing and Miscomparing», en Journal of Theoretical Politics, 3 (3), 1991, pp. 243-257.
VII. Par. 1: G. Sartori, Democrazia cos’è, Milán, Rizzoli, pp.118-120; par. 2: G. Sartori, The Nature of Political Decision, en Íd. (ed.), The Theory of Democracy Revisited, Chatam, NJ, Chatam House, 1987, pp. 214-216; par. 3: G. Sartori, «What is a “Model”»?, en Íd., Totalitarianism, Model Mania, and Learning from Error, en Journal of Theoretical Politics, 5 (1), 1993, pp. 9-11; par. 4: G. Sartori, «Where is Political Science Going?», en PS: Political Science and Poliltics, 37 (4), pp. 785-786.
Apéndice. G. Sartori, «Chance, Luck and Stubborness», en H. Daalder (ed.), Comparative European Politics: The History of a Profession, Londres, Pinter, 1997, pp. 93-100.
I
M ALFORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS EN POLÍTICA COMPARADA
«D ominar la “teoría” y el “método” es convertirse en un pensador consciente, un hombre que trabaja sabiendo cuáles son los presupuestos y las implicaciones de lo que hace. Ser dominado por la “teoría” y por el “método” significa no empezar nunca a trabajar » [Mills 1959, 27; la cursiva es mía]. La frase se aplica de maravilla al estado actual de la ciencia política. La disciplina en su conjunto oscila entre dos extremos equivocados. Por un lado, hay una gran mayoría de politólogos que se podrían definir como pensadores inconscientes puros y simples. En el otro, en cambio, se encuentra una sofisticada minoría de estudiosos superconscientes, en el sentido de que sus referencias teóricas y metodológicas proceden de las ciencias físicas.
La distancia entre el pensador inconsciente y el pensador superconsciente se oculta bajo la creciente sofisticación estadística y otras técnicas de investigación. Gran parte de la literatura que se presenta con el título de Métodos (en las ciencias sociales), en realidad trata de técnicas de investigación y de estadística social, y tiene poco o nada que ver con el problema crucial de la « metodología » , que es un problema de estructura lógica y de procedimientos de investigación científica. En rigor, no puede haber metodología sin logos, sin un pensamiento habituado a pensar. Y en el momento en que se distingue claramente la metodología de la técnica, no se puede sustituir una por la otra. Se puede ser un maravilloso investigador y manipulador de datos, y sin embargo seguir siendo un pensador inconsciente. Este capítulo sostiene que la disciplina en su conjunto está gravemente debilitada por la inconsciencia metodológica. Mientras más avanzamos técnicamente, más vasto e inexplorado es el territorio que dejamos atrás. Y mi crítica es que los politólogos carecen de manera importante (con excepciones) de formación en lógica, en lógica elemental.
Subrayo « elemental » porque no deseo dar alas al pensador superconsciente, que es aquel que se niega a discutir sobre la temperatura a menos que disponga de un termómetro. Mi simpatía está, en cambio, con el pensador consciente, que es aquel que, aun reconociendo la limitación que supone no tener un termómetro, se las arregla para suplirlo diciendo simplemente « caliente o frío » , « más caliente o más frío » . El pensador consciente debería adoptar una postura a mitad de camino entre una mala lógica, por un lado, y el perfeccionismo lógico (o la parálisis lógica) por el otro. Nos guste o no, las ciencias del hombre nadan todavía en un « mar de ingenuidad » ; la política comparada es particularmente vulnerable a, e ilustrativa de, este desdichado estado de la cuestión.
E L PROBLEMA DE CÓMO VIAJAR
La ciencia política tradicional ha heredado un vasto conjunto de conceptos que se han definido y redefinido previamente, para bien o para mal, por generaciones de filósofos y teóricos de la política. Hasta cierto punto, pues, el politólogo tradicional puede permitirse ser un pensador inconsciente: otros ya han pensado por él. Esto resulta tanto más evidente para el enfoque legalista o formalista del estudio de las instituciones, que no requiere ningún tipo de profunda reflexión, por muchas y buenas razones.
Una de estas razones es la expansión de la política. La política se hace « más grande » porque el mundo se hace cada vez más politizado (hay más participación, más movilización y en ciertos casos más intervención del Estado en esferas que antes no eran de gobierno). Además, la política se engrandece también desde un punto de vista subjetivo porque hemos desplazado nuestro foco de atención tanto hacia la periferia de la política (en relación con el proceso gubernamental) como hacia la cuestión de los inputs. Ahora ya, como dice Macridis, estudiamos todo lo que es « potencialmente político » [Macridis 1968, 81]. Aunque este último aspecto conduzca en última instancia a la desaparición de la política, no es preocupante solo para la política comparada, pues otros sectores de la ciencia política se ven también afectados [Macridis 1968].