Primera edición: junio 2020
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Ediciones Arcanas
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©Óscar Fernández García
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Edición: Ediciones Arcanas
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Índice
Introducción
La gran mayoría de la humanidad tiene como objetivo la ambición de vivir lo mejor posible con felicidad, pero de la noche a la mañana los planes se han trastocado. La palabra coronavirus o Covid-19 siempre estará presente en el recuerdo. Escucharla o leerla tantas veces de forma repetida ha causado miedo, ansiedad, precaución e incertidumbre. Por desgracia, este bichito parece que ha llegado para quedarse, cambiando nuestra forma de vivir.
En realidad, somos virus y bacterias. Estos bichitos invisibles conviven con nosotros dentro de nuestro cuerpo, pero nunca pensé —y seguro que ustedes tampoco— que un bichito que ni siquiera podemos ver sería tan cruel y nos atacaría como un arma biológica, destruyendo la economía de muchos países y provocando un clima social cargado de confrontaciones y crispación.
Muchas de las cuestiones que planteo no tendrán la aprobación legal de algunos doctores y profesionales de la medicina, adoctrinados por la industria farmacéutica desde la facultad. Posiblemente mis métodos antivirus tampoco serán acogidos con los brazos abiertos por aquellas personas con pensamientos inamovibles. Además, sé que revelar la verdad puede ser algo incómodo para el escepticismo radical, a pesar de que al final del libro muestro todas las referencias científicas. En definitiva: no hay más ciego que el que no quiere ver.
Estamos ante una obra literaria diseñada desde la sensatez y la experiencia clínica. Antes de enfrentarnos a un problema de salud de una gran magnitud, debemos conocer algunos detalles importantes que minimizan su impacto. En la pandemia mediática del coronavirus hay muchas cosas que no se cuentan por los medios oficiales y que todo el público merece saber, ya que no se puede jugar con la vida y la salud de las personas. Pues bien, yo me he atrevido a contar la verdad, destacando algunos detalles primordiales de la cronología que se ha dado en diferido. Mucha gente está confundida con tanta información, que se acaba convirtiendo en desinformación por sus contradicciones, lo que limita la capacidad de saber cómo actuar.
Estamos ante un virus muy contagioso con efectos negativos que se puede llevar la vida de personas de edad muy avanzada o atacar a los que tengan un sistema inmune deteriorado o muy deprimido por diferentes razones sin patologías previas. Seamos realistas y no ingenuos, la solución no es una mascarilla o la «milagrosa» vacuna. La verdadera solución para frenar su propagación y erradicarlo pasa únicamente por tomar el control de la salud, conociendo algunos métodos preventivos, hábitos saludables y tomando los antivirus que pronto conoceréis. No obstante, los peores virus se frenan con solidaridad, generosidad, conciencia, valentía y sentido común.
Prólogo del doctor Miguel Vida
Como médico de familia siempre me he sentido orgulloso de ayudar a mejorar la salud de las personas, pero nunca había aportado mi opinión en un libro. Para mí es una alegría inmensa poder participar en esta guía terapéutica como respuesta frente al coronavirus y otros patógenos. Creo que el drama del también llamado Covid-19 se nos ha ido a todos de las manos y hay muchas preguntas básicas, y a la vez complejas, que necesitan una respuesta diferente.
Queda claro que el coronavirus está dejando muchas secuelas de todo tipo: económicas, psicológicas, de convivencia social e incluso de libertad. El estado de alarma y la grave recesión económica de algunos sectores ha pillado por sorpresa a todos los ciudadanos. He podido observar y aplicar durante muchos años diferentes protocolos o medidas preventivas en la sanidad que, a mi entender, algunos eran acertados mientras que otros no me parecían adecuados ni eficaces. En el caso del coronavirus, es cierto que los profesionales sanitarios no estábamos preparados para una situación que requería una cuidada organización previa y material médico de calidad.
En los hospitales y centros médicos estamos acostumbrados a resolver asuntos sanitarios graves o delicados con frecuencia, pero en este caso tan mediático tenemos que combatir un virus que, desde el principio, ha causado pánico en la sociedad y no es fácil enfrentarse al caos que se ha generado. Yo siempre he dicho que es un virus como otro cualquiera, parecido a una gripe, aunque más contagioso y hay que controlarlo para que no sea letal. Pero tengo que confesaros que he alucinado con la gestión, tanto por las autoridades sanitarias como por los responsables políticos, medios de comunicación y sociedad civil. Muchos de ellos son responsables, directos e indirectos, de causar una psicosis desproporcionada. Los medios de comunicación han convertido al coronavirus en un show mediático, alarmando a la población como si fuese lo más malo que te puede ocurrir en la vida o exagerando la probabilidad de morir. Algunos responsables políticos tampoco han estado a la altura y admito de ante mano que no soy de ningún partido político, esto no es una cuestión de izquierdas o derechas. Las autoridades sanitarias reaccionaron tarde, quizá pensaban que se trataba de un asunto similar a otras pandemias que se controlaron rápido, como la del Ebola o Zika.
En mi libre y crítica opinión, España estaba avisada del posible riesgo un mes y medio antes. Sabían lo que estaba ocurriendo en China, pero tomaron las medidas tarde y algunas fueron erróneas. Os pongo un ejemplo vulgar: es como ponerse un preservativo en el parto. Con esto quiero decir que se están repartiendo mascarillas homologadas muy tarde y los confinamientos son demasiados extremistas, por no hablar de los test no fiables que no solo dan error, sino que pueden confundir los resultados con la gripe u otras cepas víricas. Y qué decir del criterio a la hora de prohibir la apertura de comercios… Permitieron que los estancos pudieran abrir, cuando se sabe que fumar incrementa el riesgo de padecerlo, ya que entre sus muchos efectos negativos para la salud está la afección a las vías respiratorias.
España es el país que ha tenido más normas estrictas de confinamiento, sin embargo, es uno de los que tiene más contagiados y muertos por metro cuadrado. Es cierto que, al tener más contagios y muertes, debía tomar medidas más exigentes, pero también han acontecido malas prácticas, como no hacer test masivos a la gente de riesgo, no tener test fiables o no hacer ni una sola autopsia. ¿La gente está muriendo por este virus o por otra enfermedad? De este modo es complicado conocer la estadística real.
Por supuesto, estoy a favor de cuarentenas, evitar sitios de riesgo y aglomeraciones de gente y de llevar a cabo las medidas preventivas necesarias. Pero para evitar la preocupación excesiva y la incertidumbre necesitamos soluciones rápidas con argumentos que lo justifiquen, porque en medio de tanta insensatez y distorsión hace falta alguien que ponga un punto de cordura y explique algunos detalles con claridad y valentía, aparte de ofrecer soluciones sin efectos secundarios que puedan ayudar a vencer al coronavirus y a otros virus con los que convivimos.
Y, por último, señores lectores, os pido que compartáis lo que estáis apunto de leer y nos unamos todos con conocimiento y valor para proteger a nuestro queridos padres y abuelos, que dieron todo por nuestras vidas y ahora son los más vulnerables. Defendamos una sanidad pública digna y seamos solidarios con los más necesitados.
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