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Sinopsis
Una guía para liberarnos de las emociones que son causa de nuestro mayor sufrimiento.
Destilado de las páginas de sus muchas obras enormemente populares, El arte de domar a tu tigre interior es una guía repleta de meditaciones, analogías y reflexiones que ofrecen técnicas pragmáticas para suavizar la ira, transformar el miedo y cultivar el amor en cada uno de los ámbitos de la vida; una guía sabia y exquisita para aportar harmonía y curación a nuestras vidas y a nuestras relaciones.
PARTE I
DE LA IRA
A LA COMPASIÓN
CAPÍTULO UNO
RECONOCIMIENTO
Una de las principales causas de nuestro sufrimiento es la semilla de la ira en nuestro interior.
Reconoce y abraza tu ira cuando esta se manifieste. Atiéndela con ternura en lugar de suprimirla.
Somos mucho más que nuestra ira, mucho más que nuestro sufrimiento.
¿Por qué te enfadas tan fácilmente? ¿Es porque tu semilla de la ira es demasiado intensa?
¿Por qué te enfadas tan fácilmente? ¿Es porque tu semilla de la ira es demasiado intensa?
Si el enfado se apodera fácilmente de ti, tal vez sea porque se ha regado con frecuencia la semilla de tu ira interior a lo largo de los años, y por desgracia lo has permitido o incluso fomentado.
Muchas otras personas, al enfrentarse a una misma situación, no se enfadarían tal como te sucede a ti. Reciben las mismas palabras, contemplan una idéntica situación y, sin embargo, son capaces de conservar la calma y no dejarse llevar.
La ira arraiga en elementos que no tienen que ver con la ira. Echa sus raíces en nuestra forma de afrontar la vida cotidiana. Si velamos por todo cuanto hay en nuestro interior, sin discriminación, evitaremos el predominio de nuestra energía negativa. Reducimos la fuerza de nuestras semillas negativas a fin de que no se apoderen de nosotros.
Antes de realizar grandes cambios en nuestra vida, hemos de considerar nuestra dieta, nuestra forma de consumo. Hemos de vivir de forma tal que evitemos consumir aquello que nos envenena e intoxica. Entonces tendremos la fuerza para permitir que en nuestro interior brote lo mejor, y ya no seremos víctimas de la ira o la frustración.
Observa a quien ha sucumbido a la ira. Al contemplar la tensión que lo sacude, el miedo se apodera de ti, porque la bomba en su interior puede estallar en cualquier momento.
Cuando aparece la ira, colócate ante un espejo y contempla tu imagen. Cuando el enfado te recorre, no eres hermoso ni estás presentable. Cientos de músculos se tensan en tu rostro. Tu cara parece una bomba a punto de estallar.
Cuando tu rostro se asemeja a una bomba a punto de explotar, aparece la motivación de actuar para cambiar esa realidad. En tu corazón sabes lo que puedes hacer para recuperar tu belleza. No necesitas cosméticos. Tan solo tienes que respirar serenamente, en calma, y sonreír con atención plena. Si lo haces una o dos veces, te sentirás mucho mejor. Mira al espejo, inspira serenamente, espira con una sonrisa, y sentirás alivio.
Resulta muy útil observarte cuando la ira se apodera de ti. Es una campana de mindfulness.
La ira siempre va acompañada de confusión e ignorancia.
La ira nace de la ignorancia y de las percepciones erróneas. Puedes ser víctima de una percepción equivocada. Tal vez has tergiversado lo que has visto u oído. Tal vez te has hecho una idea falsa de lo que has percibido, de los acontecimientos.
Cada uno de nosotros debe practicar la observación profunda de nuestras percepciones, tanto si somos padres, madres, hijos, compañeros o amigos.
Nuestro cuerpo es efímero, nuestras emociones son efímeras y nuestras percepciones son efímeras. Nuestra ira, nuestra tristeza, nuestro amor, nuestro odio y nuestra conciencia también son efímeros.
Tanto la ira como el amor son de naturaleza orgánica, y por lo tanto ambos pueden cambiar. El odio siempre se puede transformar en amor. Y, por desgracia, muchas veces el amor se transforma en odio.
Muchos de nosotros empezamos una relación con gran amor, con un amor intenso. Tan intenso que creemos que, sin esa persona, no podremos sobrevivir. Sin embargo, si no practicamos el mindfulness, bastarán uno o dos años para que nuestro amor se transforme en odio. Entonces, en presencia de nuestra pareja experimentamos el sentimiento opuesto, nos sentimos fatal. Resulta imposible seguir viviendo juntos, por lo que el divorcio es la única salida. El amor se ha transformado en odio; nuestra flor se ha convertido en un despojo.
Si descubres elementos inmundos en ti, como el miedo, el desánimo y el odio, no temas. Como buen jardinero ecológico, como buen practicante, puedes afrontarlo así: «Reconozco que en mí persisten aspectos lamentables. Voy a transformar esa inmundicia en un abono nutritivo que permita al amor renacer».
Que la ira o el odio estén presentes no implica que la capacidad de amar y aceptar se haya desvanecido; el amor siempre habita en ti.
En épocas de ira o aflicción, aun cuando nos sintamos desbordados, el amor siempre está ahí. Nuestra capacidad para comunicarnos, para perdonar, para ser compasivos, sigue estando presente. Debes creerlo. Somos mucho más que nuestra ira, mucho más que nuestro sufrimiento. Hemos de reconocer que en nuestro interior portamos la capacidad de amar, de comprender, de ser compasivos, siempre.
CAPÍTULO DOS
ATENDER A LA IRA
Buda nunca nos aconsejó suprimir nuestra ira. Nos enseñó a volver sobre nosotros mismos y a velar por ella.
No es saludable conservar la ira en nuestro interior durante largo tiempo. Siempre aconsejo a mis amigos: «No guardéis la ira dentro más de un día».
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