© 2018, Cristina Cortés Viniegra
© 2018, Editorial Desclée De Brouwer, S.A.
Henao, 6 – 48009
www.edesclee.com
EditorialDesclee
@EdDesclee
ISBN: 978-84-330-3822-7
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos –www.cedro.org –), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Adquiera todos nuestros ebooks en
www.ebooks.edesclee.com
A mis padres y a mis abuelos.
A mis hijos Oskia y Aitor.
A mi compañero Javier, sin cuyo apoyo y ayuda este libro no habría visto la luz.
A Jesús Javier Juanotena, que me ayudó a mirar con nuevos ojos.
Consideraciones de la autora
A lo largo del libro usamos términos como madre, cuidador principal, figura de apego o figura de vínculo principal, sin ánimo de implicaciones sexistas. En todos los casos nos referimos a la persona principal responsable de los cuidados y atención del bebé. Teniendo en cuenta que durante el primer año el papel de la madre es fundamental.
Igualmente cuando utilizamos la expresión el bebé, el niño lo hacemos extensible a la bebé, la niña. Cuando el caso práctico tiene como protagonista una niña, utilizamos la bebé o la niña, haciéndolo extensible igualmente al bebé o niño.
Los casos expuestos son la suma representativa de casos clínicos que comparten historias similares y sintomatología parecida.
Introducción
Stephen W. Porges, PhD
Distinguished University Scientist Distinguido Científico Universitario Indiana University Bloomington
(traducido por Javier Elcarte)
Como científico académico, siempre me complace comprobar cómo los terapeutas van integrando la teoría polivagal en su labor clínica. Tal es el caso de este atractivo libro, Mírame, siénteme, en el que Cristina Cortés incorpora aspectos de la teoría polivagal en un modelo de tratamiento integrado. En Mírame, siénteme, Cristina Cortés teje una cautivadora narración de cómo los niños y sus padres navegan a través de los cortes y rupturas en el desarrollo y el apego. Cristina, como terapeuta sensible e inteligente que es, se nutre de técnicas variadas (tales como, EMDR y Neurofeedback ) y de enfoques teóricos distintos (tales como, la teoría del apego y la teoría polivagal ) para guiar a sus clientes a través de desafíos explícitos y experiencias corporales implícitas, con resultados terapéuticos muy positivos. Dentro de su modelo de tratamiento, se basa en la teoría polivagal para entender las reacciones corporales y estados fisiológicos como una plataforma neurofisiológica a partir de la cual integrar sin problemas diferentes técnicas de intervención, conformando un modelo terapéutico eficaz.
Desde una perspectiva polivagal el título Mírame, siénteme, puede ser deconstruido para ilustrar dos características relevantes de la teoría: el sistema de compromiso social y la retroalimentación de nuestros órganos corporales que contribuyen a los sentimientos subjetivos manifestados en nuestros estados de ánimo y emociones. El sistema de compromiso social es una colección funcional de vías nerviosas que regulan los músculos estriados de la cara y la cabeza. El sistema de compromiso social proyecta sensaciones corporales (es decir, “siénteme”) y es un portal para cambiar las sensaciones corporales a lo largo de un continuo que se extiende desde un estado de calma seguro que promueve la confianza y el amor hasta un estado de vulnerabilidad que provocaría reacciones defensivas. “Mírame” incluye un atributo importante del sistema de compromiso social, ya que el proceso de mirar a una persona es a la vez un acto de compromiso y proyecta el estado corporal del observador. Basándose en el estado corporal proyectado por el observador, la persona que está siendo ‘mirada’ sentirá que la persona que “le mira” es acogedora o indiferente. “Siénteme” incluye la reacción del cuerpo a la conducta de compromiso y la proyección de las sensaciones corporales en la conducta de compromiso.
Las palabras “Mírame, siénteme”, que componen el título, proporcionan una metáfora de la comunicación bidireccional dinámica entre el estado corporal y los procesos emocionales durante una interacción social. Para que la interacción social propicie el apoyo mutuo y permita una co-regulación del estado fisiológico, las claves expresadas a partir de la diada de los sistemas de compromiso social necesitan comunicar seguridad y confianza mutuas. Cuando esto ocurre, los participantes activos, ya sean el niño y el padre o una pareja de adultos, ambos están a salvo, uno en brazos del otro. El proceso de la obtención del estado de una experiencia intersubjetiva compartida es metafóricamente como introducir el código en una cerradura de combinación; de repente los resortes encajan y la cerradura se abre.
La relación entre las conductas sociales de compromiso y los estados fisiológicos es un producto evolutivo de la transición de los reptiles primitivos extintos a los mamíferos. A medida que los mamíferos evolucionaron, las modificaciones en su neurofisiología les permitieron señalar y detectar los estados afectivos de los individuos dentro de su especie. Esta innovación les dotó de la capacidad para detectar si, en un momento dado, es o no seguro el acercamiento para hacer contacto físico, y para crear relaciones sociales. Alternativamente, si las señales del otro reflejan defensa o agresión, entonces el compromiso se dará por terminado inmediatamente sin conflictos o posibles lesiones.
A través de los procesos evolutivos, los nervios y estructuras que definen el sistema de compromiso social regulando la expresión facial, la ingestión, la escucha y la vocalización acabaron integrándose en una vía neural del sistema nervioso autónomo, que calma el corazón y regula a la baja las defensas. Los procesos evolutivos que fueron relacionando los estados fisiológicos con los circuitos que producen (por ejemplo, expresiones faciales y vocalizaciones) y detectan (por ejemplo, sonidos y sabores) características de la emoción son una característica típica de los mamíferos.
Funcionalmente, esta conexión integral entre el estado corporal y las expresiones vocales y faciales permitió a los congéneres generar compromisos con aquellos que expresan señales de seguridad; lucha o huida con aquellos que expresan señales de peligro y fingir estar muertos, pareciendo inanimados, cuando eran incapaces de luchar o de huir. Este sistema bidireccional que une los estados corporales con las expresiones faciales y las vocalizaciones proporcionó el portal de comunicación social que incluye los requisitos para la co-regulación y los mecanismos para calmar y reparar la co-regulación que sigue a la des-regulación.
Este sistema integrado incluye la regulación neural de los músculos de la cara y la cabeza, que a su vez son señales de que el otro es alguien a quien uno puede acercarse con seguridad. Incrustado en el sistema de compromiso social está nuestra búsqueda biológica de la seguridad y un imperativo biológico implícito para conectar y co-regular nuestro estado fisiológico con el otro. Cómo nos miramos el uno al otro es una característica fundamental de esta capacidad de conectarse, donde transmitimos señales sutiles de intención, de entendimiento y de sentimientos compartidos.