Agradecimientos
S eguramente me olvidaré de alguien, porque son muchas las personas a las que tengo que agradecer, no solo por la realización de este proyecto, sino también por el gimnasio, los seminarios, etc. Aquí vamos:
En primer lugar agradezco a Andy Deas, mi gran co-conspirador en el podcast de la Solución Paleolítica y el responsable de que dejara de hablar sobre este libro y finalmente me decidiera a escribirlo.
Agradezco enormemente al Dr. Mat Lalonde, PhD. Mat me ayudó muchísimo con la edición técnica del libro y colaboró para que el producto final fuera mucho mejor (desde la exactitud científica hasta la fluidez, pasando por... todo lo demás) de lo que habría sido sin su ayuda. Gracias, Mat.
En cuanto a los temas técnicos y científicos, las siguientes personas me fueron de enorme ayuda con las publicaciones científicas y referencias: Pedro Bastos, Amy Kubal y Brad Hirakawa.
Gracias a Yael Grauer (mi “extraño de pelo largo”) que también me ayudó con la edición y la fluidez del texto.
Agradezco a las siguientes personas que me ayudaron con la cubierta del libro: John Welbourn, Joey Jimenez, Diane Sanfilipo y Lou Mars. Hicimos docenas de versiones de la cubierta, algunas de ellas muy interesantes. John y Joey trabajaron muchísimo al principio, y Diane dio los últimos retoques al diseño a altas horas de la noche. Agradezco a los amigos de Tuttle Publishing, Barnes & Noble y Borders, que me ofrecieron sugerencias que muchas veces yo no quería escuchar pero que eran necesarias. Estoy muy agradecido por la ayuda de todas estas personas en este proyecto.
Agradezco a Mike St. John. Hermano, eres uno de mis mejores estudiantes y una verdadera inspiración. Algún día llegaré a ser “St. John Delgado”.
Agradezco a mi mentor, el Prof. Loren Cordain. Si hago lo que hago es porque él hizo lo que hizo. No me alcanzan las palabras para agradecerle por su orientación y su amistad.
Agradezco a mi editor, Erich Krauss, no solo por hacerse cargo de este proyecto, sino por tomárselo con la misma seriedad y entusiasmo que yo. No podría haber terminado el libro sin tu ayuda.
Agradezco a Glen Cordoza por la amistad y el consejo de llevar el libro a Victory Belt y a un mercado más amplio.
Agradezco a Dave Werner, a Nancy Meenen, a Michael Rutherford, a Greg y Aimee Everett, y a Chris Sommer: estuvieron conmigo en los momentos más difíciles con una amistad inquebrantable. Este libro no existiría y mi vida no sería lo que es sin ustedes, amigos.
Agradezco al Prof. Arthur Devany por su orientación inicial en mi estudio de la vida de nuestros ancestros.
Agradezco a nuestro equipo de NorCal Strength & Conditioning. Los últimos dos años tuve que viajar mucho, y ustedes han hecho crecer y desarrollar al gimnasio y a ustedes mismos.
Agradezco a los miles de personas que he conocido a través de mis seminarios, del blog y del podcast. Este libro es, literalmente, “su” historia. Sin su apoyo e interacción, yo no sería más que un químico con un cronómetro en la mano.
Agradezco a Scotty Hagnas por su amistad, por las sesiones de “brainstorming” y por las deliciosas comidas que preparó para este libro.
Vaya un agradecimiento pantagruélico para Craig “Chops” Zielinski. Sin la pericia informática de Craig, no tendría un blog, el podcast ni el libro. En honor a Craig, te pido que leas el libro con un acento escoses fuerte y con música de gaitas de fondo.
Por último, agradezco a mi esposa, Nicki Violetti. Sigo sin saber cómo te convencí de que te casaras conmigo, pero todas las noches elevo una plegaria de agradecimiento por estar contigo. Sin ti, este libro jamás habría existido y mi vida carecería de amor, diversión y aventuras. Eres Mi Chica.
ROBB WOLF, en otros tiempos un investigador bioquímico, es uno de los expertos mundiales en nutrición paleolítica. Estudiante del Prof. Loren Cordain (autor de La dieta paleolítica), Wolf ha transformado la vida de decenas de miles de personas en todo el mundo a través de su exitoso podcast y de su famosísima serie de seminarios. Wolf es co-fundador de la revista de nutrición y entrenamiento atlético The Performance Menu, co-propietario de NorCal Strength & Conditioning, uno de los “mejores 30 gimnasios de Estados Unidos” según la revista Men’s Health, y ha trabajado como editor y revisor del Journal of Nutrition and Metabolism. Visita el sitio web del autor en robbwolf.com.
Fotografía del autor de Nicole Bedard
UNO
Mi historia, tu historia, nuestra historia... (trillado, pero cierto)
E ste libro te puede salvar la vida. No, no como dispositivo de flotación: me refiero a la información que contiene. Habrás visto en la cubierta que es un “libro de salud y dieta”, pero es mucho más que eso: es también una historia tan antigua como la humanidad. Ya sé que es una afirmación grandilocuente. A estas alturas, no tienes por qué creerme una palabra. Todavía tengo que invitarte un trago, hace menos de un párrafo que nos conocemos. De modo que lo mejor probablemente sea que te cuente un poco más acerca de mí.
Me crié en Redding, California, una ciudad de tamaño mediano sobre la Interestatal 5, unas tres horas al sur de la frontera con Oregón. Teniendo en cuenta que soy de la zona rural del norte de California, tal vez pienses que en esta historia se hablará de vacas, NASCAR y puestos de cerveza. Todo esto ciertamente forma parte de mi patrimonio cultural, y podría contarte un montón de historias sobre “rednecks” dignas de lo mejor del Jerry Springer Show. Pero este libro no se trata de esa historia. Ésta es la historia del hijo de padres bien intencionados pero perennemente enfermos, lamentablemente. Mamá y papá fumaban y padecían de enfermedades cardíacas y de otros problemas de salud. Desde pequeño, me introdujeron a cosas “divertidas” como la cirugía de vesícula, los niveles elevados de triglicéridos, los marcapasos, el asma, el enfisema y la artritis. Mis primeros recuerdos de mis padres incluyen una asombrosa combinación de preocupaciones médicas, visitas del doctor y medicamentos. Desde luego, estas cosas no dominaban cada minuto de nuestra vida, pero mirando atrás, me doy cuenta de que estas afecciones se convirtieron en la música de fondo de nuestra familia.
Además de estar enfermos (o quizá a causa de ello), mis padres tendían a una actitud derrotista. Recuerdo una edificante conversación con mi madre:
Yo: “¿Cómo piensas que será tener 100 años?”
Mamá: “¡Por Dios! ¡Espero no vivir tanto!”
Yo: “¿Por qué?” (Más adelante, esta pregunta definiría mi carrera y me metería en problemas con más frecuencia de la que puedes imaginarte).
Respuesta de mamá: “Si llegas a tan viejo, seguramente te DOLERÁ tanto todo que no puedes ni caminar. Debe ser horrible”.
Mamá era un verdadero rayito de sol... la mayor parte del tiempo.
A pesar de ser muy joven y de haberme criado en un medio decididamente poco saludable, siempre tuve la idea de que la forma en que comemos puede influir sobre nuestra salud, bienestar y longevidad. Combinada con la mala salud de mis padres, esta convicción innata avivó mi interés en la nutrición y el estado físico. Ya en aquella época sospechaba que con una elección de alimentos inteligente, uno no tiene por qué padecer enfermedades cardíacas y decrepitud. Armado con esta idea, tomé la firme decisión de no correr la misma suerte que mis padres.