Anarquismo: lo que significa realmente
Emma Goldman
Booklassic
2015
ISBN 978-963-526-141-3
Anarquía:
Siempre despreciado, maldecido, nunca comprendido
Eres el terror espantoso de nuestra era.
"Naufragio de todo orden", grita la multitud,
"Eres tú y la guerra y el infinito coraje del asesinato."
Oh, deja que lloren. Para esos que nunca han buscado
La verdad que yace detrás de la palabra ,
A ellos la definición correcta de la palabra no les fue dada.
Continuarán ciegos entre los ciegos.
Pero tu, oh palabra, tan clara, tan fuerte, tan pura,
Vos dices todo lo que yo, por meta he tomado.
Te entrego al futuro! Tú eres segura.
Cuando uno, por lo menos despertará por sí mismo .
¿Viene en la solana del atardecer? ¿En la emoción de la tempestad?
!No puedo decirlo—pero ella la tierra podrá ver!
!Soy un anarquista! Por lo que
No reinaré, y tampoco reinado seré!
John Henry Mackay
L a historia del desarrollo y crecimiento humano es, a la vez, la historia de la lucha terrible de cada nueva idea anunciando la llegada de un muy brillante amanecer. En su agarre persistente de la tradición, lo viejo con sus medios más crueles y repugnantes pretende detener el advenimiento de lo nuevo, cualesquiera sean la forma y el período en que aquel se manifieste. Tampoco necesitamos recaminar nuestros pasos hacia el pasado para darnos cuenta de la enormidad de la oposición, las dificultades y adversidades puestas en el camino de cada idea progresista. La rueca, la tuerca y el azote permanecen con nosotros; al igual que el ajuar del convicto y el coraje social, todos conspirando en contra del espíritu que va marchando serenamente.
El anarquismo no podía tener la esperanza de escapar el destino de todas las demás ideas innovadoras. Por supuesto, como el innovador de espíritu más revolucionario, el anarquismo necesariamente debe topar con la ignorancia y el envenenado rechazo del mundo que pretende reconstruir.
Para rebatir, aun de manera escueta, con todo lo que se está diciendo y haciendo contra el anarquismo, sería necesario un volumen entero. Por lo tanto, solamente rebatiré dos de las objeciones principales . Al así hacerlo, trataré de aclarar lo que verdaderamente quiere decir anarquismo.
El extraño fenómeno de la oposición al anarquismo es el que trae a la luz la relación entre la llamada inteligencia y la ignorancia. Y aún esto no es tan extraño, cuando consideramos la relatividad de las cosas. La masa ignorante tiene a su favor que no pretende simular conocimiento o tolerancia. Actuando, como hace siempre, por puro impulso, sus razonamientos son como los de los niños. "¿Por qué?" "Porque sí." Aún así, la oposición del no educado hacia el anarquismo merece la misma consideración que la del hombre inteligente.
¿Cuáles son las objeciones entonces? Primero, el anarquismo es impráctico, aunque sea un ideal precioso. Segundo, ambos el hombre inteligente y la masa ignorante no pasan juicio luego de un amplio estudio del tema, sino de lo que escuchan o de una interpretación falsa.
¿Cuáles son, pues, las objecciones? Primero, el anarquismo no es práctico, aunque sea una idea muy atrayente. En segundo lugar, el anarquismo equivale a violencia y destrucción, por lo que debe ser rechazado por vil y peligroso. Tanto el hombre inteligente como la masa ignorante juzgan no a partir de un conocimiento profundo del tema, sino de rumores o falsas interpretaciones.
Un esquema práctico, dice Oscar Wilde, es uno que ya tiene existencia, o una forma que podría llevarse a cabo bajo las condiciones existentes; pero son exactamente esas condiciones que uno objeta y cualquier propósito que pudiese aceptarlas necesariamente es incorrecto y una locura. El verdadero criterio de lo práctico, por lo tanto, no es si puede mantener intacto lo incorrecto e imprudente; hasta cierto punto consiste en averiguar si el esquema tiene la vitalidad suficiente para abandonar, dejar atrás las aguas estancadas de lo viejo y edificar, al igual que mantener, una nueva vida. A la luz de esta concepción, el anarquismo es definitivamente práctico. Más que ninguna otra idea, es de ayuda acabar con lo equívoco e irracional; más que ninguna otra idea, está edificando y manteniendo nueva vida.
Las emociones del hombre ignorante se ven continuamente aplacadas por las historias sangrientas del anarquismo. Nada hay demasiado ofensivo para ser aplicado en contra de esta filosofía y sus oponentes. Por lo tanto el anarquismo representa para el no-pensante, lo que el proverbial malvado, hace al niño,—un monstruo obscuro empeñado en tragarlo todo; en pocas palabras, destrucción y violencia.
!Destrucción y violencia! ¿Cómo va a saber el hombre ordinario, que el elemento más violento en la sociedad es la ignorancia; que su poder de destrucción es justamente lo que el anarquismo está combatiendo? Tampoco, no está al tanto de que el anarquismo; cuyas raíces, como fuesen, son parte de las fuerzas naturales, destruyen, no células saludables, sino el crecimiento parasítico, que se nutre de la misma esencia de la vida social. Está meramente librando el suelo de yerbajos y arbustos para eventualmente producir fruta saludable. Alguien ha dicho que se requiere menos esfuerzo mental para condenar, que lo que se requiere, para pensar. La indolencia mental esparcida mundialmente, tan prevaleciente en la sociedad nos prueba una vez más que este hecho es demasiado cierto. En vez de ir al significado de cualquier idea dada, para examinar su origen y razón de ser; la mayoría de las personas, la condenarán enteramente, o dependerán de definiciones de aspectos no esenciales superficiales o llenas de prejuicios .
El anarquismo reta al hombre a pensar, a investigar, a analizar cada proposición; pero para no abrumar al lector medio también comenzaré con una definición y luego elaboraré sobre lo último.
ANARQUISMO:—La filosofía de un nuevo orden social basado en la libertad sin restricción, hecha de la ley del hombre; la teoría que todos los gobiernos descansan sobre la violencia y por lo tanto son equívocos y peligrosos, al igual que innecesarios.
El nuevo orden social descansa, por supuesto, en la base materialista de la vida, pero mientras todos los anarquistas concuerdan en que el mal actual es uno económico; mantienen que la solución a esa maldad puede conseguirse solamente bajo la consideración de cada fase de la vida, —individual, al igual que colectiva; la interna, al igual que la fase externa.
Un escrutinio a fondo de la historia del desarrollo humano descubrirá dos elementos en un agrio conflicto el uno contra el otro, elementos que ahora comienzan a ser entendidos, no como extranjeros entre sí, pero estrechamente relacionados y verdaderamente armoniosos, si son colocados en ambientes propios: de los instintos individuales y los sociales. El individuo y la sociedad han mantenido una guerra persistente y sangrienta por la supremacía, porque cada uno estaba ciego ante el valor y la importancia del otro. Los instintos individuales y sociales; el primero, el factor más poderoso para la iniciativa individual, su crecimiento, sus aspiraciones y autorealización; el segundo, un factor igualmente importante para la ayuda mutua y el bienestar social.
No se está lejos de encontrar explicación a la tormenta desatada dentro del individuo, y entre éste y su entorno. El hombre primitivo, incapaz de entender su ser, menos aún la unidad de toda la vida, se siente absolutamente dependiente de fuerzas ciegas y escondidas, siempre listas para burlarse y ridiculizarle. De esas actitudes crecieron los conceptos religiosos del hombre, como una mera partícula de polvo, dependiente en los poderes supremos elevados que sólo pueden se aplacados a través de la sumisión a su voluntad. Todas las sagas tempranas sobre esa idea, que continúan siendo el Leitmotiv de las historias bíblicas, bregando con la relación del hombre con Dios, con el Estado y con la sociedad. Otra vez el mismo motivo, el hombre es nada, los poderes son todo. Entonces, Jehová solamente tolerará al hombre que manifiesta la condición de entrega completa. El hombre puede tener todas las glorias de la tierra. El Estado, la sociedad, y las leyes morales, todas cantan el mismo refrán: el hombre puede tener todas las glorias de la tierra, pero no podrá ser consciente de sí mismo.