Me encontraré: Manual para despertar la vida plena
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Derechos reservados © 2018, respecto a la primera segunda en español, por:
© Daniel Velarde Ruiz
© Editorial Samarcanda
ISBN: 9788417103194
ISBN e-book: 9781524303488
Producción editorial: Lantia Publishing S.L.
Plaza de la Magdalena, 9, Planta 3, 41001, Sevilla
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IMPRESO EN ESPAÑA-PRINTED IN SPAIN
Prólogo
Escribir el prólogo de un libro no es tarea fácil, ya que supone no sólo leer el manuscrito, sino conocer a su autor y entender lo que quiere transmitir. Y eso es precisamente lo que más me ha gustado de esta obra, el entender lo que quiere decirnos su autor con las reflexiones a las que nos lleva.
Se han escrito muchos libros de autoayuda. Sabemos que el público lee con avidez para que los consejos que se plasman en sus páginas sirvan para modificar sus vidas, sus trayectorias profesionales y, en general, para materializar éxitos laborales, en las relaciones personales y de reconocimiento público. Sin embargo, el contenido de este libro va más allá. En él se habla y se expresan sentimientos muchas veces encontrados entre la reflexión, la capacidad de superación y el ambiente que nos rodea. Lo cotidiano y repetitivo que genera tanta frustración, tanto desagrado, tanta queja sin aprender que de todo ello siempre sacamos enseñanzas, que la vida no es improvisación, que las aventuras siempre traen consecuencias y que al fin de todo, lo diario y normal, es lo que da seguridad, madurez y deja poso.
Soy médico de familia. Como vocación y como profesión y la atención a las personas me exige un máximo respeto a sus creencias y situación, algunas de ellas muy complicadas, no por ello debo de evadir el consejo, no sólo en lo que respecta a la salud física, sino también como apoyo y refuerzo moral y anímico. Muchas veces nos encontramos ante circunstancias personales, dramas familiares en las que se produce una huida hacia delante, sin pararnos a meditar, reflexionar a escuchar a nuestro yo, a nuestra voz interior que nos señala y alerta de que existe otra alternativa a esa situación. Es en ese momento cuando se necesita valentía para asumir las limitaciones, para aceptar el fracaso y darnos cuenta de que no todo gira a nuestro alrededor, que hay personas que nos intentan ayudar aunque no lo creamos. El ser humano necesita del cariño, de la atención, del amor; muchas veces nos encontramos dispersos y distantes por el día a día, debido a nuestras múltiples obligaciones, y sólo con una pequeña sonrisa, con un pequeño gesto, podemos hacer más fácil y llevadero el sufrimiento o las cargas de los que nos rodean.
La vida es más natural y simple de lo que nos creemos y, sin embargo, vemos dificultades que no asumimos. Cuando encontramos la mínima dificultad, desistimos, no peleamos, esperando que las cosas se resuelvan solas o que nos las resuelvan los demás, incluida la sociedad. Este concepto de lucha, de no rendirse ante la adversidad lo vemos reflejado en nuestra práctica asistencial de forma diaria los médicos, y el enfrentarse con la enfermedad, con las limitaciones o con la soledad ciertamente supone gran esfuerzo y arrojo. Sin embargo lo que rodea al ser humano es algo mucho más grande, más profundo es la esencia de la persona, la existencia de sentimientos, el estar rodeado de otras personas que permanecen a tu lado en los momentos difíciles. Si es cierto que en muchos casos esperamos de otros, de los nuestros, mayor respaldo y apoyo, pero esto a veces no se da, no recogemos ese amor, ese cariño y debemos asumir y quererlos tal y como son. Pero uno crece y se supera con las experiencias, con el dolor y con los fracasos. Asumir la realidad no está al alcance de todos y los padres y profesionales estamos para ayudar, para enseñar y para acompañar, no para tapar u ocultar ni dar una información o matiz falso de lo que sucede.
Y en este punto entra en juego algo presente en nuestras vidas: el sufrimiento, ¿Por qué y para qué? El autor hace una perfecta reflexión sobre cómo intentar encajar los acontecimientos adversos intentando buscar un motivo que en muchas ocasiones no existe. No podemos culpar a nadie ni hacerle responsable de lo que nos ocurre, pero de estas circunstancias se aprende y se gestionan cambios en nuestra vida que supondrán una mejora como persona.
Tal como vivimos, nuestras metas y objetivos están dirigidos hacia el acumulo de bienes materiales y tangibles. Cierto es que en la vida se necesitan esas cosas para poder tener cubiertas necesidades, pero ¡hasta ahí!! No hagamos de eso el centro de nuestra existencia olvidando el amor, el cariño y la salud. La locura en la que estamos inmersos nos hace perder de vista la importancia de la salud, bien inapreciable hasta que se pierde. La propia y de los nuestros, que nos permite vivir de forma intensa nuestra vida. Como médico me doy cuenta de la importancia de este bien, no sólo para el que no la tiene, sino para todo el entorno que rodea al ser querido.
Intentar negar la falta de amor, de la complementariedad del otro yo, de la dependencia del ser amado es algo que se utiliza como mecanismo de defensa. Levantar muros, sin embargo, sería negar la necesidad, el sentido completo de nuestra vida.
La ambigüedad en las relaciones interpersonales, la política de lo políticamente correcto, la ausencia de sinceridad y las máscaras del qué dirán hace que nuestras metas y amistades sean elegidas para nuestros intereses, sin realmente buscar el afecto profundo, la comprensión o simplemente el respeto, lo cual se hace más patente y doloroso en las relaciones de pareja. Porque el quererse tal y como uno es ya no se lleva. Quiero un estereotipo, algo que sea socialmente admitido y me dé caché y prestigio, mirando siempre por los cánones de la sociedad, esa misma sociedad que cuando la necesitas de verdad, te falla. Porque la sociedad no tiene alma, la tienen las personas, las que la integran, las que se ayudan en el sentido más humano de la palabra. Los sentimientos van acompañados de gestos y de palabras que nunca pueden sustituirlas. En la atención a los demás en las consultas médicas nos damos cuenta de que la palabra lo dice todo, de la atenta mirada, de la expresión de seguridad de ser escuchado. Y la sonrisa final, simplemente por la amabilidad recibida.
Si de algo somos conscientes todos es de la brevedad de la vida. Eres y recibes lo que das; por eso debemos tener tiempo para poder decir a nuestros seres queridos cuánto nos hacen falta y lo que los necesitamos. Es nuestro legado. Gente con nombres en calles que con el tiempo nadie conoce. No obstante, nuestros consejos, las enseñanzas y el amor transmitido perviven en los que nos rodean como el mejor mensaje con el que recrearse.
Para concluir estas líneas, sólo expresar que tenemos entre nuestras manos una obra que es una muestra de sinceridad, de recuperar nuestro interior, de expresión de calidez, de amor y de reconocimiento en los valores que perduran y subsisten en el ser humano. Por su agilidad y frescura nos permitirá regresar a él en las distintas etapas de nuestra vida.
Dra. Carmen Valdés y Llorca
Médico
Mira por tus soldados como miras por un recién nacido; así estarán dispuestos a seguirte hasta los valles más profundos; cuida de tus soldados como cuidas de tus queridos hijos, y morirán gustosamente contigo.
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