Hacia la batalla
Existen numerosos libros de divulgación científica sobre los más diversos temas, pero no abundan sobre inmunología. Esto puede ser debido a una variedad de causas, entre las que sospecho que la principal es que la inmunología es una materia realmente complicada de explicar y de comprender. Por ello, considero un serio desafío y una fascinante aventura divulgativa intentar explicar las bases del funcionamiento del sistema inmunitario de la manera más sencilla posible y estimular a los lectores a conocer más sobre la inmunología o a refrescar sus conocimientos. Con la lectura de este libro, nos sumergiremos progresivamente desde la superficie de esta materia a algunas de sus más sorprendentes profundidades.
Sin duda, parece existir un elevado interés en las defensas, nombre popular del sistema inmunitario. Es igualmente cierto que uno de los temas que más preocupa es la vacunación. ¿Cómo se fabrica una vacuna inofensiva de manera que el sistema inmunitario «crea», no obstante, que se trata de un microorganismo peligroso que es necesario erradicar? ¿Supone esta manipulación algún peligro? Si es así, ¿cuál es su importancia, cuál la probabilidad de que se materialice? Solo podremos responder a estas cuestiones si conocemos algo mejor los realmente asombrosos procesos de funcionamiento del sistema inmunitario y la interacción dinámica entre los microorganismos que intentan sobrevivir a sus eficaces métodos para aniquilarlos.
A pesar de que las defensas interesan, no es menos cierto que son un ente ciertamente misterioso, del que las personas, en general, solo conocen que sirven para luchar contra las infecciones. Sin embargo, nuevos y no tan nuevos descubrimientos han mostrado que las defensas son fundamentales para mantener a raya también al cáncer, e incluso imprescindibles para nuestro equilibrio mental, para nuestra capacidad de aprender y recordar y para mantener un buen estado de ánimo. Además, determinados fallos en el funcionamiento de las defensas conducen a confundir células propias con microorganismos extraños y generan una diversidad de las llamadas enfermedades autoinmunitarias, que incluyen la diabetes mellitus de tipo 1, la esclerosis múltiple, el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide, entre las más frecuentes y conocidas.
Acompáñame, pues, a dar un paseo, aunque sea corto, por el fascinante mundo de las defensas. Vamos, poco a poco, a conocer a sus protagonistas, cómo estos se comunican entre sí para coordinar su actividad contra los enemigos, cómo aprenden a distinguir a «los suyos» de estos y cómo los suyos manifiestan su identidad, lo que resulta fundamental para que las células de las defensas, literalmente, les perdonen la vida. Intentaremos comparar los mecanismos de las defensas con aspectos conocidos de la vida corriente y con sistemas más o menos familiares, como el ejército, el cual se organiza en parte de manera similar a como lo hace el sistema inmunitario, puesto que, como este, su misión es defendernos de los enemigos y los rebeldes.
No obstante, antes de comenzar a pasear, permíteme algunos consejos. Para empezar a comprender el complejo mundo del sistema inmunitario, conviene que lo tratemos como si de una fotografía o de un cuadro se tratara. Esto es importante, porque las fotografías y los dibujos solo se entienden cuando los contemplamos en su globalidad. No es posible captar la totalidad de una imagen si nos centramos solo en una de sus esquinas, o en una parte lateral. Del mismo modo, una imagen sería difícil de comprender si solo pudiéramos ver un centímetro cuadrado de ella cada día, es decir, si solo pudiéramos captar una pequeña porción de sus detalles cada vez que la miramos, sin tener acceso a la globalidad de lo representado en ella hasta haberla contemplado muchas veces.
La anterior es una de las principales dificultades que, en mi opinión, conlleva la comprensión del sistema inmunitario. Si lo asimiláramos a una imagen, si pudiéramos verlo todo globalmente, «desde arriba», como sobrevolándolo con un dron, lo comprenderíamos más fácil y rápidamente. Huelga decir que es imposible hacer eso. Debemos conformarnos con ir desvelando la imagen del sistema inmunitario poco a poco, como si de un puzle se tratara. Nos vemos en la obligación de ir examinando las piezas que lo componen y, con paciencia, averiguar dónde y cómo encajan en la imagen final.
Evidentemente, existen puzles simples y puzles complejos según el número y tamaño de las piezas que los forman. La misma imagen puede descomponerse en cien piezas grandes o en mil pequeñas. Por suerte, aunque el puzle del sistema inmunitario contiene miles de piezas, estas vienen agrupadas en piezas más grandes, las cuales podemos empezar a utilizar para componerlo sin necesidad de separar las piezas más pequeñas que las forman. Es como si se tratara de un puzle que puede ser resuelto, en primer lugar, por principiantes utilizando las piezas grandes y, más tarde, por expertos que ya pueden utilizar las piezas pequeñas que componen las grandes, al conocer ya su forma y dónde encajan.
Puesto que no tenemos más remedio que ir formando un puzle para comprender el sistema inmunitario, vamos a comenzar, como es natural, con el puzle de piezas grandes, un puzle relativamente sencillo. Una vez formado este puzle, podremos dedicarnos a analizar las piezas más pequeñas con cierto detalle y estudiar cómo estas encajan para componer cada pieza grande, hasta quedarnos satisfechos con nuestro nivel de comprensión. Esta segunda etapa de resolución del puzle no la llevaremos a cabo aquí, sino que dependerá de la motivación e interés de cada lector y de si este desea profundizar más en este tema.
Un importante consejo que te ruego que consideres es que, además de tener paciencia con la construcción del puzle, te dispongas a construirlo al menos dos veces. El funcionamiento del sistema inmunitario desde que se produce el primer ataque hasta la victoria final es como una novela de acción: suceden muchas cosas y muchos personajes y sucesos se ven involucrados en la historia. Como ocurre con las buenas historias, en ocasiones es necesario y placentero leerlas dos o hasta tres veces para extraerles todo el jugo, para realmente comprender las motivaciones de los protagonistas y las razones de sus actos. Lo mismo sucede con el sistema inmunitario, con sus personajes y con sus motivaciones: conviene leer la historia de nuevo para comprender en profundidad los mecanismos y las razones de su desarrollo. En resumen, estimado lector, no necesitas una paciencia, sino al menos dos. No obstante, te prometo que la paciencia y la tenacidad que te pido habrán merecido la pena, porque comprender la inmunología te ayudará también a comprender las batallas cotidianas de la vida y el funcionamiento general de los sistemas, incluido el sistema del que formas parte: la sociedad.