Steven Novella es neurólogo clínico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, además de anfitrión y productor del podcast Skeptics’ Guide to the Universe, autor del blog NeuroLogica y editor del sitio web Science-Based Medicine.
Colaboran con él Bob Novella, Cara Santa Maria, Jay Novella y Evan Bernstein, quienes aportan su personalidad y conocimiento al podcast y a este libro. Son un dinámico grupo de amigos a quienes les gusta hablar de ciencia de vanguardia, filosofía y temas controvertidos.
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GUÍA DEL UNIVERSO PARA ESCÉPTICOS
Cómo saber lo que es real en un mundo cada vez más falso
Título original: THE SKEPTICS GUIDE TO THE UNIVERSE. How to Know What’s Really Real in a World Increasingly Full of Fake
© 2018, SGU Productions, LLC.
Esta edición se publica según acuerdo con Gran Central Publishing, New York, New York, USA. Todos los derechos reservados.
Traducción: Ana Pedrero Verge
Diseño de portada: Jarrod Taylor
Portada © 2018, Hachette Book Group, Inc.
D.R. © 2020, Editorial Océano de México, S.A. de C.V.
Homero 1500 - 402, Col. Polanco
Miguel Hidalgo, 11560, Ciudad de México
www.oceano.mx
Primera edición en libro electrónico: enero, 2020
eISBN: 978-607-557-028-0
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo y por escrito del editor.
Libro convertido a ePub por Capture, S. A. de C. V.
Dedicado a Perry DeAngelis,
amigo y notorio escéptico .
Introducción
Existe una teoría que establece que, si en algún momento se descubre cuáles son la función y la razón de ser exactas del universo, éste desaparecerá en el acto y será reemplazado por algo todavía más extraño e inexplicable. Existe otra que dice que esto ya ha ocurrido.
—Douglas Adams
Spock me engañó.
Pero Spock (o, más bien, Leonard Nimoy en su papel de presentador de la serie de televisión In Search of…, tan célebre como discutible) no fue el único que me mintió; a él se sumaron medios de comunicación, periodistas, corporaciones, políticos, agentes comerciales y, en general, todos los adultos y figuras de autoridad que había en mi vida. Algunos mentían de forma deliberada, mientras que otros maquillaban la verdad con sus mejores intenciones. Sin embargo, la mayoría simplemente estaban equivocados o desinformados, o bien se habían autoengañado y ahora difundían información que creían verdadera, pero que no era más que las mentiras que otros les habían contado.
De pequeños, todos creemos prácticamente todo lo que nos cuentan. La brecha de conocimiento y experiencia entre los adultos y los niños es tan abismal que los más pequeños perciben a cualquier adulto como la máxima autoridad en cualquier campo. A medida que maduramos, nos damos cuenta de que no todos los adultos están de acuerdo, lo que significa que algunos deben de estar equivocados. Nuestra elección de figuras de autoridad se vuelve más sofisticada, pero seguimos tendiendo a apoyarnos en otras personas para saber qué pensar, ya sea en expertos, líderes, figuras religiosas, famosos, presentadores o, sencillamente, en el “saber popular”.
La ciencia es otra autoridad. De pequeño, me fascinaba todo lo que tuviera que ver con la ciencia. Y es que los científicos eran quienes mejores historias contaban: que los gigantescos dinosaurios habían habitado la Tierra hacía millones de años; que nuestros primitivos ancestros fabricaban herramientas de piedra; que el Sol, la Tierra y la Luna se formaron hace miles de millones de años; que una célula se desarrolla hasta producir un humano; y que la vida evolucionó a partir de criaturas simples hasta convertirse en todo lo que vemos hoy.
Mis hermanos y yo veíamos todos los documentales sobre ciencia que se emitían por televisión; sabíamos, de forma instintiva, que eran mucho mejores que cualquier serie o película sentimentaloide. Sin embargo, los documentales sobre ciencia convivían, en la misma categoría, con lo que hoy sé que se trata de pseudociencia o de falsos documentales. Y aquí es donde entra Leonard Nimoy, como presentador de la conocida serie In Search of…, emitida desde 1977 hasta 1982.
En cada capítulo, Nimoy explicaba que los científicos habían descubierto que fueron los alienígenas quienes trazaron las líneas de Nazca (esos enigmáticos dibujos grabados en las arenas del desierto de Nazca, en Perú), o que estaban a punto de descubrir una enorme criatura que vivía en el lago Ness. Presentaba unos argumentos de lo más convincentes (o eso me parecía a mí) sobre la existencia de la percepción extrasensorial, de la Atlántida y del yeti. Igual que los presentadores de otros documentales sobre ciencia que veíamos, nos mostraba pruebas y entrevistaba a expertos. Y nosotros nos lo tragábamos todo.
Paralelamente, estábamos siendo educados para ser buenos católicos. Al echar la vista atrás, me maravilla ver hasta qué punto, de pequeño, llegué a acomodar mi creencia en la evolución con mi creencia en Adán y Eva. Para mí, Abraham, María y José eran personajes históricos sobre cuyas vidas se me enseñaba con la misma autoridad que sobre las hazañas de George Washington. En la iglesia nos enseñaban que la fe era una virtud absoluta, así que, para ser buena persona, había que creer.
El apasionante mundo de los relatos fantásticos que la sociedad me había metido en la cabeza —la evolución, el Génesis, los monstruos del lago Ness, entre muchos otros— no era sostenible. Llegó el momento en el que debí enfrentarme a los evidentes conflictos que existían entre todas estas explicaciones. Los argumentos de la biología evolutiva y la interpretación literal del Génesis no podían coexistir como verdaderos. Empecé a cuestionar y a dudar. Debía decidir qué explicaciones iba a creer y cuáles iba a rechazar.
He aquí la esencia del escepticismo: ¿cómo discernir lo que debemos creer de lo que debemos cuestionar?
Una vez que empiezas a hacerte preguntas del estilo de: “¿Cómo sabemos qué es verdad?”, tus creencias empiezan a derrumbarse una tras otra. ¿Cómo podemos saber si los alienígenas han estado visitando la Tierra, o si clavar agujas en puntos especiales del cuerpo cura enfermedades? Este tipo de cuestionamientos no siempre termina bien, ya que muchos deciden ignorar la ciencia para poder conservar su convicción en los extraterrestres o en los milagros. Otros lo cuestionan todo. El proceso es interminable; es un camino sin fin.
La pregunta es: ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar, y en qué dirección piensas ir? En última instancia, este viaje es una odisea personal, pero no estamos totalmente solos. Formamos parte de círculos sociales que no paran de crecer, círculos que comparten nuestro interés por el conocimiento y el entendimiento. El mayor círculo de todos abarca a toda la humanidad. Como especie, hemos emprendido un viaje hacia el descubrimiento en el que tratamos de discernir qué debemos creer y qué conocimiento es fiable.
Este viaje te llevará por sendas interesantes y excitantes. A veces, puede que te dé miedo. En algún momento deberás enfrentarte a una creencia que deseas con todas tus fuerzas que sea real, que puede incluso que forme parte de tu identidad, pero que no supera un análisis exhaustivo. Y es que éste es un viaje de autoconocimiento, y esperamos que este libro te sirva como guía durante tu camino. En estas páginas aprenderás sobre las muchas formas en las que tu cerebro falla; su tendencia a preferir las historias limpias, sin astillas y tranquilizadoras; el caos absoluto que es tu memoria; y todos los sesgos preprogramados que empañan tu raciocinio.
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