Introducción
Desde hace tiempo, soy un fiel admirador de la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams, una fantástica saga sobre «la vida, el universo y todo lo demás». Su inconfundible mezcla de humor, ciencia ficción y filosofía ejerció una gran influencia en mí de adolescente, allá por la década de 1980, y, sin duda, fue un gran aliciente para decidirme a estudiar filosofía en la universidad.
Si me he acercado lo más mínimo a responder la pregunta central planteada por Adams: «¿Por qué nacemos? ¿Por qué morimos? ¿Por qué queremos pasar la mayor parte de la existencia llevando relojes digitales?» (Guía del autoestopista galáctico, pág. 119), sería tan solo al decir que lo más probable es que, en el fondo, ninguna de estas cuestiones tenga solución. Cuando afirma que «cuarenta y dos» es la respuesta a la pregunta «¿Cuál es el sentido de la vida, el universo y todo lo demás?», Adams pretende ilustrar que no existe una respuesta satisfactoria y que el problema reside en la propia pregunta. Deshaz la pregunta, como diría un budista.
Los existencialistas sostienen que la vida solo tiene el significado que cada individuo elige darle. Al imaginar la respuesta que daría un existencialista a la pregunta de Adams y con cuántas de sus profundas reflexiones se identificaría en general, me puse a pensar en cómo sería una guía existencialista sobre la vida, el universo y todo lo demás. ¿Qué ideas y temas incluiría esta guía, dirigida a existencialistas en potencia que quisieran viajar por el universo del existencialismo?
En dicha guía no se hablaría mucho sobre viajes en el tiempo. Los existencialistas son seres con los pies en la tierra, entre otras cosas porque se preocupan por temas prácticos como la existencia, la experiencia y las interacciones que sufre el ser humano en el entorno urbano. Aun así, las afirmaciones existencialistas sobre la condición humana también serían válidas para alienígenas de otros planetas, siempre y cuando estos también fuesen orgánicos, materiales, conscientes, inteligentes, sociales y mortales.
La visión que tienen los existencialistas sobre la vida humana está muy sesgada por su visión sobre la mortalidad, según la cual «ser humano» equivale a ser un ser-para-la-muerte inmerso en un proyecto de vida inevitablemente finito. No es cuestión de morbosidad por su parte, sino simplemente de sinceridad y de un planteamiento racional a las llamadas verdades existenciales clave de la condición humana. En mi opinión, esta preocupación por la muerte como verdad fundamental llevaría a los existencialistas a mencionar la «muerte» en lugar de la «vida» en el propio título de su guía, tan solo para recordar cuáles son las raíces filosóficas del existencialismo y cuál es, a fin de cuentas, nuestro destino existencial.
Del mismo modo, en el título se referirían a la «nada» en lugar de a «todo lo demás», debido al papel esencial que suele desempeñar el fenómeno de la nada en la cosmovisión existencialista. Según explica esta guía, los existencialistas consideran la nada como la base de la consciencia, y solo cuando emerge el poder negador de la consciencia el universo se divide en los distintos fenómenos que experimentamos. Para un existencialista, la nada no se encuentra en los confines del universo. Es lo que somos cada uno de nosotros; una nada relativa al ser, en una búsqueda incesante de ser «uno» consigo mismo y con el mundo. Si este párrafo te ha resultado algo confuso, pero curiosamente intrigante, es que esta guía está hecha para ti.
Ya se lo avisa la Guía del autoestopista galáctico a sus lectores: «¡Que no cunda el pánico!». Sin duda, los existencialistas reconocen la importancia de no dejarse llevar por el pánico al afrontar las múltiples dificultades de la vida. Al igual que Adams, recomiendan enfrentarse a la realidad mediante elecciones y acciones positivas y decisivas. Aunque quizá prefiriesen, ante todo, avisar a la gente: «¡No pierdan la esperanza!».
A pesar de que la vida, en definitiva, es absurda y sin sentido —y aquel que no lo vea vive en un cuento de hadas—, aún es posible darle cierto sentido y valor, afrontando cada desafío con valentía y dignidad y aspirando a alcanzar objetivos realistas. Fijar objetivos no realistas es intentar vivir en un cuento de hadas y anhelar cosas imposibles, como la felicidad completa y la plenitud total. Los existencialistas defienden que, si quieres ser feliz o, al menos, aumentar tu felicidad, debes dejar de luchar por la felicidad completa, ya que ese camino conduce irremediablemente a la frustración y a la decepción.
Esta guía explora una fascinante variedad de temas interconectados que son esenciales para la filosofía existencialista, desde el tiempo, la muerte y la nada hasta el amor, el odio y el deseo sexual. Pero que sirva de aviso: esta guía está repleta de verdades existenciales duras y contundentes sobre la condición humana, que pueden resultar desconcertantes a nivel físico, emocional y filosófico. Los existencialistas son como todo el mundo: libres, responsables, mortales, abandonados… La única diferencia es que son conscientes de ello, no intentan negarlo y tratan de sacarle el máximo partido. He aquí el crudo punto de vista del existencialismo. ¿Eres capaz de soportarlo y aceptar la realidad?
Es importante destacar que este libro constituye una guía al existencialismo, tanto si se aspira a ser existencialista como si no. No se trata de un reglamento ni de un libro de leyes que diga lo que debe pensar y hacer un existencialista: cómo vestir, qué comer, cómo comportarse o qué decir. Tal como se indica en la propia guía, el existencialismo no consiste en dictar una serie de normas, como algunas religiones pensadas para guiar al rebaño. Consiste en animar a los individuos a entrar en sintonía con su libertad inherente y a pensar y actuar por sí mismos. Por encima de todo, el objetivo del existencialismo es animar a la gente a asumir la responsabilidad individual sobre sus decisiones y acciones, en lugar de culpar a las normas, al sistema, a la sociedad, a terceras personas o, en general, al inmenso e impasible universo.
Te puedes centrar tan solo en algunos capítulos o leer la guía de arriba abajo. En cualquier caso, estoy seguro de que le sacarás mucho partido y te servirá para ser el centro de atención en los eventos sociales cuando surja el tema del existencialismo. Si no frecuentas eventos donde pueda surgir este tema, quizá es que no vas a los eventos adecuados. Aunque todo es cuestión de gustos, de preferencias personales y del valor que le des a las cosas.
También puedes usar esta guía como un libro de referencia a la antigua usanza, y consultarla cuando lo necesites. Por ejemplo, en momentos difíciles, situaciones especiales o encrucijadas importantes de tu vida. Siempre que sientas el impulso de comprobar qué opinan los existencialistas sobre la libertad, la angustia, la infancia, la autenticidad, la indiferencia, el sadomasoquismo, el absurdo o Dios.
Como diría cualquier existencialista que se precie, el uso que le des a esta guía queda por completo en tus manos. Puedes usarla para informarte y encontrar inspiración, o como tope para sujetar la puerta. Incluso puede servirte de libro sagrado. La uses como la uses, es algo que solo depende de tu criterio, de tu elección existencial y de tu responsabilidad, y a mí no me incumbe en absoluto.
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Los existencialistas y el existencialismo
«¿Y usted, señora? —preguntó él—. ¿Es usted existencialista?» Aún recuerdo mi vergüenza ante esta pregunta.