Anna Freixas. Barcelona, 1946. Escritora feminista y profesora de universidad jubilada. Barcelonesa afincada en Córdoba, se licenció y doctoró en Psicología en la Universidad de Barcelona, donde desarrolló los primeros años de su actividad docente. En 1981 llegó a Andalucía, al ingresar en la Universidad de Córdoba, primero en el Instituto de Ciencias de la Educación y luego en la Facultad de Ciencias de la Educación. Entre 1994 y 2001 creó y dirigió el Aula de Estudios de las Mujeres, transformada luego en la Cátedra Leonor de Guzmán. Sus líneas de investigación han versado sobre el envejecimiento de las mujeres, coeducación y feminismo, y la evolución de la investigación y docencia en Psicología desde una perspectiva de género. Ha tenido aportaciones pioneras para el desarrollo de la gerontología feminista en España. Su obra Mujer y envejecimiento: Aspectos psicosociales recibió el Premio Dr. Rogeli Duocastella de Investigación en el Campo de las Ciencias Sociales, otorgado por la Fundación La Caixa, en 1993. En 1999 le fue concedido el VI Premio de Divulgación Feminista Carmen de Burgos, otorgado por la Asociación de Estudios Históricos y sobre la Mujer de la Universidad de Málaga. En 2006 recibió la medalla de plata de la Junta de Andalucía y en 2009 el Premio Meridiana de la Junta de Andalucía, en reconocimiento a su labor en pro de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
© Del libro: Anna Freixas
© Del prólogo: Manuela Carmena
Edición en ebook: septiembre de 2021
© Capitán Swing Libros, S. L.
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ISBN: 978-84-123903-7-7
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Corrección ortotipográfica: Álvaro Villa
Composición digital: leerendigital.com
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Yo, vieja
Este es un recorrido por los derechos humanos en la vejez y, concretamente, por los derechos de las mujeres, sintetizados en tres principios que a Anna Freixas le parecen fundamentales en la edad mayor: la libertad, la justicia y la dignidad. Por tanto, estos apuntes de supervivencia están pensados para la nueva generación de viejas que van estrenando libertades, para las que mantienen su dignidad, para las ancianas que mientras se desplazan por el calendario son capaces de escudriñar la vida y las relaciones cotidianas con perseverancia y agudeza. Este libro pretende ser una reflexión y un divertimento sobre un surtido de pequeñas cosas que en este momento de la vida nos la pueden amargar o, por el contrario, hacérnosla más fácil. Una especie de foco para iluminar situaciones de la vida cotidiana que creemos tan normales que no las consideramos importantes y que, sin embargo, constituyen el grueso de la discriminación y el rechazo social hacia las personas mayores, únicamente por el hecho de serlo. Freixas también trata de visibilizar determinados factores que consolidan los estereotipos que la sociedad tiene sobre las veteranas. Yo, vieja es un canto a la libertad y al desparpajo; a la vejez confortable y afirmativa. Con la pretensión de que entre todas consigamos vivir una edad mayor elegante, relajada y firme.
Índice
Cuando ellas llegaron
«… y los llevó donde Adán para ver cómo los llamaría»
Génesis, 2:19
Los peces y las aves
habían recibido ya sus nombres
cuando ellas llegaron.
Extrañas en su idioma,
no pisaban el césped
para evitar el ruido.
En sus cuencos recogían la sangre
por otros derramada,
lavaban los agravios
junto al brocal del pozo,
amasaban el pan que no comían.
Siempre al filo del fuego
las vistieron con camisas de azufre,
les lacraron los libros
y ellas, bajo la lámpara,
supieron recitarlos de memoria.
Denunciadas por respirar el aire
les sellaron las grietas de la alcoba.
Y ahora
el vuelo detenido
bajo las almohadas
remonta.
Es el principio,
hermanas.
Marisa Calero (Para Anna)
Agradecimientos
E ste libro es fruto del buen humor y la paz que sentí a la vuelta de un tiempo de salud oscilante, que dejé atrás de la mano de mi amiga Rosa Sender y, por encima de todo, gracias a la mirada y el cuidado que tuvieron Juan Serrano — en este equipo tú no puedes ponerte enferma — y nuestro hijo Bruno. Ellos, junto con mis hermanas y mi vigilante charpa de amigas y amigos, formaron un conjunto orquestal perfectamente afinado en pos de mi curación. Y aquí estoy. En ese tiempo de compartir y disfrutar, cuando di por terminado el libro en julio de 2020, aún no sabía que muy pronto iba a tener que despedirme de mi compañero de vida a lo largo de cuarenta años. ¡Ay!
Durante el proceso de escritura del libro me ha asaltado una preocupación intermitente acerca de su pertinencia; en ocasiones me parecía demasiado loco, atrevido, quizás descarado. Marisa Calero — urgencias lingüísticas 24 horas— y Marina Fuentes-Guerra han seguido paso a paso su proceso de elaboración y han bandea do mis neuras. Ellas, junto con Consuelo Borreguero y Araceli Velasco, lo han leído con ojo crítico y me han hecho aportaciones que lo han enriquecido. Heide Braun ha deslizado sobre estas letras su atenta mirada azul. A todas les debo sus buenos consejos y un eficaz limpia, brilla y da esplendor . Mi corazón agradecido y mi mente en paz. En determinados momentos una se da cuenta de que la vida está trufada de gentes generosas. Veamos. Manuela Carmena aceptó a la primera escribir el prólogo, entusiasmada, en sus propias palabras. Cuánto honor. Mis poetas de cabecera, Juana Castro y Marisa Calero, han escrito para mí sendos poemas que enmarcan el libro. Son ya muchos lustros de amistad robusta y feminista. Gracias siempre, Juana, amiga generosa; y qué puedo decirte a ti, Marisa, en todo momento hada silenciosa. Con Bri gitte Rossignot comparto una mirada crítica y divertida sobre la parte ridícula y chistosa de la existencia; le agradezco las ilustraciones que me ha ido enviando a medida que leía fragmentos del libro, aunque ahora mismo no formen parte de él. On verra . Marisa Pineda, donde estés, tu generosa libertad disponible iluminó nuestra amistad. Siempre en mi corazón. Por otra parte, un aspecto crucial en mi vida ha sido poder compartir con mis compañeras de las Veladas —durante veinticinco años— una reflexión sistemática desde el prisma poliédrico del feminismo, en una complicidad que traspasa cualquiera de los vendavales que airean nuestras vidas. La música de fondo que envuelve mi pensamiento feminista se la debo a ellas y también la consiguiente felicidad del sentimiento de pertenencia. Con estos mimbres, en los últimos años, he disfrutado afilando el lápiz de la frescura de la tertulia Las frescas, una habitación propia . Soy una vieja afortunada. También en este libro, como en todos los demás, Rosa Bertrán, mi agenteamiga, desde su atalaya, ha movido hilos y consejos, impagables. A Dani, el Capitán Swing, le agradezco su confianza reincidente, en esta y en otras pequeñas complicidades. Y, finalmente, llega el momento de nombrar a l@s innombrables. A esa plétora de mujeres —y algunos hombres, por supuesto— jóvenes, medianas y viejas que, en mi vida de cordobesa de adopción y barcelonesa errante, me han acompañado generosamente en diversos charcos y proyectos, generalmente frescos. Mujeres de muchos lugares de este país y de Latinoamérica que han sido y son claves en mi vida. Algunas son amigas de muchos años, otras de antes de ayer, pero todas forman parte constitutiva del mosaico de diminutas teselas que configura mi pensamiento y mi corazón saltimbanqui y agradecido.
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