Anna Vives - Si crees en mi te sorprendere

De muy pequeños aprendemos a admirar a las personas que se encuentran bajo el foco de la popularidad. Vemos por televisión a actores, deportistas y modelos, y nos parece que poseen un aura especial, algo que los hace distintos de los demás y que justifica que estén en la élite.

Los adolescentes forran sus carpetas y adornan sus fondos de pantalla con las imágenes de ídolos a los que nunca conocerán, y, si tuvieran esa posibilidad, en la mayoría de los casos la magia desaparecería al instante.

Gracias a mi trabajo como periodista y escritor, he tenido la suerte de conocer a muchas personalidades, y no siempre es oro todo lo que reluce. Junto con mujeres y hombres de gran mérito, he coincidido con personas amargadas que ya no se sentían felices con su trabajo o que habían dejado de disfrutar del contacto con la gente.

Este no es en absoluto el caso de Anna Vives. El día que su hermano Marc me la presentó fue uno de los más alegres de este año que hemos dejado atrás. Yo esperaba encontrarme a una chica tímida que se sentiría a disgusto ante la presencia de un extraño, pero sucedió todo lo contrario.

Lo primero que hizo Anna al verme fue regalarme una bondadosa sonrisa que no se le borró del rostro en ningún momento de mi visita a la fundación donde trabaja con su familia. El buen humor continuó en la cafetería del World Trade Center, donde desayunamos juntos y pude hacerle mis primeras preguntas.

Enseguida percibí dos cosas. La primera es que Anna Vives es un alma generosa que irradia calidez y amistad allí donde va. La segunda, que su familia le ha enseñado a disfrutar de cada pequeño logro y a amar las cosas que hace. Y ahí reside el secreto de su éxito y lo que ha acabado inspirando este libro.

La diferencia entre una persona gris y otra que transmite ilusión es el amor que esta segunda pone en todo lo que hace, incluso en una sencilla conversación. Y ese amor se lo deben enseñar al principio personas que conocen lo que es la pasión.

Yo mismo soy un ejemplo de cómo el llamado efecto Pigmalión , fenómeno que explicaremos en uno de los capítulos de este libro, puede obrar cambiosncip asombrosos. Nos convertimos en aquello que las personas que nos quieren bien esperan de nosotros.

Después de un extenso historial de suspensos —nunca menos de cuatro o cinco por trimestre— a lo largo de mi primera etapa escolar, en el instituto e incluso en la universidad, a la que accedí casi de milagro, mi vida cambió completamente gracias a una profesora que también se llamaba Anna.

Anna Rossell impartía lengua alemana, el gran hueso de los estudiantes de Anglogermánicas, la carrera que empecé en la Universidad Autónoma de Barcelona.

El primer día de curso oí el rumor de que en sus clases solían aprobar tan solo cinco o seis estudiantes, lo cual sumió el aula en un angustioso silencio. Con dicho precedente, yo aguardaba inquieto el inicio de la asignatura, pues era un firme candidato a suspenderla.

Sin embargo, algo maravilloso sucedió y mi vida dio tal giro que, si no fuera por eso, ahora yo no estaría aquí presentando este libro: la profesora de lengua puso sus ojos en mí y me hizo creer que yo podía ser un buen alumno de alemán, por muy difícil que me pareciera el idioma.

Desde el primer día me planteaba preguntas a menudo, así que empecé a preparar las clases en casa para no hacer el ridículo. Cuando comencé a entusiasmarme con el alemán, ella lo notó y me hacía salir al estrado para que explicara al resto de la clase algún tema de gramática o léxico.

La responsabilidad que la profesora puso en mis manos terminó con mi época de mal estudiante, y todo gracias a ese gran ingrediente secreto de la vida llamado pasión .

Cuando conocí a Anna Vives percibí en su mirada y en el mimo con el que trabajaba en sus papeles la llama que convierte lo imposible en posible. A medida que fui descubriendo a través de su familia más detalles de su vida y de su trayectoria, me di cuenta de hasta qué punto nuestros compañeros de viaje nos pueden llevar a alcanzar cotas insospechadas.

La misma persona que había fracasado trabajando en un supermercado ha conseguido crear una tipografía que ha dado la vuelta al mundo, además de muchos otros éxitos menores y no tan menores que contaremos en este libro.

A lo largo de mi carrera he entrevistado para diferentes revistas a muchos famosos de los que hablábamos al principio, y no ha sido su popularidad, su belleza o sus conocimientos lo que me ha impactado de ellos.

Como dice Álex Rovira: «La asignatura pendiente de la humanidad es humanizarse», y a mí lo que me impresiona profundamente de una persona es su humanidad.

Anna Vives es el ejemplo más bello que he conocido de amabilidad, pasión y superación. A través de sus gruesas gafas, que interrogan constantemente el mundo, nos enseña mucho más que un docto conferenciante con sus distinciones académicas.

La protagonista de este libro ha aprendido en la universidad de la vida, donde cada dificultad es una asignatura, que todo es posible cuando alguien está dispuesto a creer en nosotros.

Y el primero que debe creer en uno mismo es uno mismo.

Muchas gracias, Anna, por enseñarnos con tu ejemplo el alfabeto de la superación.

Empieza el viaje.

Francesc Miralles

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