ÍNDICE
No te aferres a un error solo porque te tomó mucho tiempo cometerlo.
Aubery de Graf
(y tú después de leer este librazo).
He nadado con cocodrilos gigantes en Sudáfrica, he buceado en el arrecife de coral más grande del mundo, he dado conferencias frente a muchísima gente (con miedo de hablar en público) y he estado al lado de un león sin ninguna reja de por medio. Todo esto me dio mucho, mucho miedo, pero nada de lo anterior me ha aterrado tanto como dejar un proyecto a medias, terminar una relación en la que ya no era feliz o dejar un lugar porque ya no me hacía crecer. Aun así, lo hice y me rendí con asuntos que en su momento no aportaban nada positivo a mi vida.
Me salí de la carrera de Gastronomía cuando me di cuenta de que no era lo mío (se me quemaba el huevito), decidí cerrar canales de YouTube cuando ya no eran negocio (aunque el ego me gritara lo contrario) y terminé una relación cuando las cosas ya no funcionaban (aunque sabía que iba a doler y que iba a llorar con canciones de Intocable).
Así que tengo algo de experiencia con esto de rendirse y quiero explicarte por qué es importante que aprendamos a hacerlo.
Nos rendimos para seguir adelante
Nunca debemos rendirnos para detenernos por completo, sino para mejorar y sentirnos bien. El problema es que no sabemos cómo. Todo mundo te enseña a seguir tus sueños, a cumplir retos y metas, pero nadie te enseña a decir que no, a reconocer que no quieres seguir con eso a lo que le has dedicado tanto tiempo pero que simplemente ya no quieres continuar. No, no está mal «tirar la toalla» y muchas veces es lo mejor, créeme. Yo he renunciado un montón de veces y te voy a enseñar cómo tú también puedes hacerlo. Dale un traguito a tu café, agua o whisky.
¿Recuerdas al amigo que se salió en segundo semestre de la carrera y al que todos vieron como un maldito fracasado? ¡Ah! ¿Fuiste tú? ¿Y de verdad piensas que eres un fracasado por dejar algo que no te gustaba para buscar lo que realmente querías hacer? Si supiéramos rendirnos, no nos costaría tanto cambiar de carrera. Parece una decisión difícil aun cuando ya sabemos la terrible verdad: no nos gusta lo que estudiamos y nos preparamos durante cinco años o más en un área que no nos interesa, para terminar trabajando en otra cosa completamente distinta. ¡PUM! Verdad reveladora y dolorosa. Hay quienes ignoran esta realidad por años, incluso para siempre, solo por no querer dejar algo a medias, y con ello hacen a un lado sus pasiones o habilidades. Nos detienen las expectativas que tienen los demás sobre NUESTRO FUTURO.
Veamos la gran ventaja que tiene renunciar a un trabajo o carrera para buscar algo distinto. No somos un disco duro que podamos borrar. Los contactos y el conocimiento de la carrera que dejaste se quedan contigo, y eso será una ventaja cuando llegues a tu nuevo proyecto. Tendrás conocimientos de otro campo que te ayudarán a identificar nuevas formas de hacer las cosas y contarás con perspectivas que te distinguirán de los demás.
Hemos sido formados con historias de éxito, vamos a conferencias de gente que presume cómo lo logró. «La historia la cuentan los ganadores», dicen, y eso también nos ha educado con estrés y presión gracias a expectativas inalcanzables. Las historias de los ganadores suelen ser atractivas, pero yo estoy obsesionado con las historias de la gente que se rindió. ¿Por qué? Porque ahí está el verdadero conocimiento; para poder dejar un trabajo, una inversión, un proyecto o a una pareja hay que aprender a rendirse.
¿Te imaginas cuántas veces debieron rendirse los ganadores para llegar a donde están? Tuvieron que hacer sacrificios y fallar, pero nosotros solo vemos el resultado final. Miramos los logros de los ganadores y aspiramos a ser como ellos, pero raras veces aprendemos de los errores ajenos. Si alguien ya recorrió un camino y regresa llorando, sudando, sangrando y sin dinero, diciéndome que no me vaya por ahí, LE VOY A HACER CASO. Pero como somos malísimos para hacer caso, a veces es necesario tocar fondo para reconocer que debemos detenernos, que si continuamos vamos a lastimarnos y terminaremos traicionando quiénes somos en realidad.
Seguir está sobrevalorado gracias a esas historias únicas e increíbles. ¿De qué sirve seguir sin parar si vamos haciendo daño a los demás, gastando dinero o tiempo como si nada más importara? Además, ya acordamos que se trata de rendirse para mejorar, y saber hacerlo puede tener cosas buenas.
¡AH, PERO NO! Nos aferramos a todo:
A las bolsas de súper que metemos una dentro de otra hasta que se vuelven la megabolsa. Todos tenemos esa tía abuela que se rehúsa a quitarle el plástico transparente a los sillones (¿planea quitárselo cuando la reina o el papa quieran tomar Nescafé en la sala?). A tener el celular o el coche más nuevo o costoso, solo para mantener una imagen ante personas a quienes sí les importan esas cosas (personas que a veces ni nos caen bien).
¿No quieres ser un aferrado? Para poder rendirte necesitas estar dispuesto a cuestionar tu realidad y tus decisiones. El secreto está en no cansarte de rendirte por el miedo de volver a empezar. ¿Qué no es eso lo que nos hace falta a veces? Nuevos comienzos, para eso nos rendimos.
Vas a tener que hacer tus cagadas, y sobre todo tus logros, completamente TUYOS. Podrás compartir los frutos de tus éxitos, pero tienes que hacerlo por ti.
Que algo sea difícil o doloroso no es una señal de que venga una recompensa, sobre todo si no se tiene la recompensa clara y en especial si nadie nunca la ha mencionado. La gente piensa que difícil significa éxito : le agregamos un valor sentimental pero irracional a nuestro trabajo, y no hay resultados porque pensamos que mientras más sufrimos, más vamos a disfrutar en el futuro. La idea platónica de recompensa: si damos todo, las cosas se solucionarán mágicamente. Nop.
La recompensa de seguir en una relación es estar en la relación. Puedes enfrentar retos con tu novio. Juntos pueden superar pruebas difíciles, pero si tu novio es el difícil, si estar feliz con él es el verdadero reto, ¿de dónde crees que va a salir la recompensa? Tal vez estás superando dificultades para cargar con un obstáculo para tu felicidad, tu pinchi novio.
«Pero, Héctor, no amo mi trabajo, aunque AMO COMER. No solo AMO COMER, necesito comer, para seguir viva y pues… soy fan de estar viva».
No te preocupes, eso lo veremos más adelante. Quiero que te sientas cómoda, por favor, así que si te hace sentir mejor, no lo llames rendirte. Puedes ponerle el nombre que tú quieras: llámalo cambiar, evolucionar, superar, borrar, dejar ir, eliminar, ganar, saltar.
Cómo leer este libro
Tal vez veas los nombres de los capítulos y te parezca una lista muy larga, llena de cosas que tienes que dejar atrás, en las cuales deberías rendirte, ¡pero no es así! Respira, esto de dejar ir y rendirnos es como uno de esos restaurantes de ensaladas en los que eliges base, verduras, crotones, aderezo y proteínas.