Agradecimientos
Debo especial gratitud a una serie de personas cuya ayuda me permitió terminar este libro sin descuidar mis demás responsabilidades. A Ivana Trump, mi excelente esposa, y a mis tres hijos, por la comprensión demostrada durante los muchos fines de semana que dediqué a trabajar en él. A Si Newhouse, la primera persona que me persuadió, cuando yo no andaba muy convencido. Y a Howard Kaminsky, Peter Osnos y otros muchos de la editorial Random House, que se han mostrado partidarios enérgicos y entusiastas de la obra.
Tony Schwartz desea manifestar su gratitud a las numerosas personas que le concedieron generosamente su tiempo, en especial a Robert Trump, Der Scutt, Nick Ribis, Blanche Sprague, Norman Levine, Harvey Freeman, Tony Gliedman, Al Glasgow, John Barry y Dan Cooper. Gracias a Ruth Mullen, Gail Olsen, Adina Weinstein, Deborah Immergut y Nancy Palmer, por mecanografiar, fotocopiar, corregir, localizar datos y verificar hechos. Sin Norma Foerderer, la dulce Norma que se encargó de todos los recados, nunca habría tenido el tiempo ni los medios que necesitaba. A mi agente Kathy Robbins, que además de ser la mejor en su oficio, es muchas cosas más: lectora, auxilio moral, confesora. A Ed Kosner, el extraordinario redactor del New York, tradicional fuente de ideas, inspiración y sabios consejos. A mis hijas Kate y Emily porque son alegría, inspiración y desafío. Y a mi esposa Deborah, la mejor ayuda que he conocido, mi primera correctora, mi mejor amiga y, todavía después de diez años, el amor de mi vida.
Nacido en Nueva York el 14 de junio de 1946 es un político, empresario y personalidad televisiva estadounidense. Desde el 20 de enero de 2017 es el 45.º presidente de los Estados Unidos.
Nacido y criado en un barrio del borough neoyorquino de Queens llamado Jamaica, Trump obtuvo el título de bachiller en economía en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania en 1968. En 1971, se hizo cargo de la empresa familiar de bienes raíces y construcción Elizabeth Trump & Son, que más tarde sería renombrada como Trump Organization. Durante su carrera empresarial, Trump ha construido, renovado y gestionado numerosas torres de oficinas, hoteles, casinos y campos de golf. Poseyó los concursos de belleza Miss USA y Miss Universo desde 1996 hasta 2015, y ha prestado el uso de su nombre en la marca de varios productos. De 2004 a 2015, participó en The Apprentice, un reality show de NBC. En 2016, Forbes lo enumeró como la 324.ª persona más rica del mundo (113.ª en los Estados Unidos), con un valor neto de 4500 millones de dólares.
Trump buscó la nominación presidencial del Partido Reformista en 2000, pero se retiró antes de que comenzara la votación. Consideró postularse para el cargo como republicano para las elecciones de 2012, pero finalmente decidió no hacerlo. En junio de 2015, anunció oficialmente su candidatura para las elecciones de 2016, y se convirtió rápidamente en el favorito entre los diecisiete candidatos en las primarias republicanas. Sus rivales hacia el final suspendieron sus campañas en mayo de 2016, y en julio fue nominado en la Convención Republicana junto con Mike Pence como su compañero de fórmula. Su campaña recibió una cobertura mediática sin precedentes y gran atención internacional. Muchas de sus declaraciones en las entrevistas, en las redes sociales y en las manifestaciones de la campaña eran polémicas o consideradas falsas.
Ganó las elecciones generales del 8 de noviembre de 2016 contra la rival demócrata Hillary Clinton, y accedió a la presidencia el 20 de enero de 2017 a la edad de 70 años, 7 meses y 6 días, por lo que ha sido el presidente con mayor edad en asumir este cargo en su país; asimismo, es el presidente con la mayor riqueza, el primero sin servicio militar ni cargo político ejercido anteriormente y el quinto en haber ganado por los votos del colegio electoral pese a perder la elección por voto popular.
Tony Schwartz (1952) es un periodista estadounidense y autor de libros. Schwartz comenzó su carrera como escritor en 1975 y pasó 25 años como periodista. Schwartz fue columnista de The New York Post, editor asociado de Newsweek, reportero de The New York Times y redactor de New York Magazine y Esquire.
1. Negociación: una semana de mi vida
No lo hago por dinero. Tengo mucho, más del que necesitaré nunca. Lo hago por amor al arte. La negociación, yo la entiendo como un arte. Que otros pinten magníficas telas o escriban poesías maravillosas. A mí me gusta hacer negocios, preferiblemente grandes negocios. Ésa es mi vocación.
Mi estilo de trabajo sorprende a muchos. Lo llevo con soltura. No uso portafolios. Procuro no programar demasiadas reuniones. Dejo abierta la puerta del despacho. Quien acarrea demasiada «estructura» no puede ser imaginativo ni emprendedor. Prefiero acudir a la oficina todos los días, a ver qué pasa.
En mi vida no hay ninguna semana típica. Casi todas las mañanas me levanto muy temprano, hacia las seis, y dedico una hora, poco más o menos, a leer los periódicos. Por lo general, me presento en la oficina a las nueve y me cuelgo del teléfono. Casi ninguna jornada supone menos de cincuenta llamadas, y muchas veces pasan de cien. Al mismo tiempo, tengo como una docena de reuniones, o más, la mayoría improvisadas, y pocas de más de quince minutos de duración. Casi nunca hago un alto para almorzar. Salgo de mi despacho a las seis y media, pero con frecuencia sigo telefoneando desde mi casa hasta medianoche, y durante los fines de semana.
No paro, y no me gustaría que fuese de otro modo. Intento aprender del pasado, pero preveo el futuro basándome exclusivamente en el presente. Es más divertido. Y si no lo fuese, ¿de qué serviría todo lo demás?
LUNES
9:00. Mi primera llamada es para Alan Greenberg (apodado el As) y de la división comercial de Bear Stearns, una importante banca de inversiones de Wall Street. El director ejecutivo de Bear Stearns es Alan, mi banquero de negocios desde hace cinco años, el mejor que hay. Hace dos semanas empezamos a comprar acciones de Holiday Inn. Estaban a cincuenta y pico. Esta mañana, Alan me ha dicho que tengo poco más de un millón de acciones, o sea algo más del 4 por ciento de la compañía. El viernes cerraron a sesenta y cinco dólares, principalmente, según dice Alan, porque la gente se ha enterado de que estoy comprando fuerte, y se especula que pienso hacerme con la empresa.
En realidad, mantengo abiertas mis opciones. Es posible que quiera hacerme con el control de Holiday, que en mi opinión se encuentra algo infravalorada. A la cotización actual me costaría algo menos de 2000 millones controlarla. Los tres hoteles-casino que tiene Holiday los valen, y además la compañía tiene otras 300 000 plazas de hotel.
Una segunda opción, si la cotización sube bastante, sería vender mi parte y embolsarse un bonito beneficio. Si lo hiciese hoy mismo, habría ganado ya unos siete millones. La tercera posibilidad sería que la Holiday me ofreciese recomprar mis acciones, pagando además una prima para librarse de mí, sencillamente. Si la prima es lo bastante grande, venderé.
En cualquier caso, es gracioso ver a qué extremos son capaces de llegar los malos administradores para defender lo que ellos llaman su independencia…, con lo que quieren decir la «poltrona».
9:30. Abraham Hirschfeld me llama para pedirme consejo. Es un próspero promotor inmobiliario, pero quiere dedicarse a la política. Pero Abe, para desgracia suya, vale mucho más como promotor que como político.