A la memoria de Juan y de otros que, como él, no hallaron otro camino que el de huir de la vida.
PRÓLOGO
Recibí del querido profesor de psicología y amigo, licenciado Humberto García Penedo, la gentil petición de que fuese prologuista de su libro Controlar las depresiones, tarea que asumí con mucho gusto por conocer su alto prestigio como científico, como terapeuta, como hombre de bien y como fiel seguidor de las enseñanzas de nuestro Apóstol.
Puede inferirse que los trastornos depresivos han acompañado al ser humano desde los albores de la historia y existen papiros egipcios escritos cuatro mil años atrás, expresivos de evidentes tendencias suicidas.
Expertos de la Asociación Psiquiátrica Mundial plantean que al menos una de cada cuatro personas presentarán en el transcurso de sus vidas algún trastorno depresivo que requerirá ayuda profesional, cifra a la que se añaden muchos millones más, que por diferentes causas se incluyen en la denominación epidemiológica de morbilidad oculta.
Los trastornos depresivos en sus categorías menor y mayor, agudos y de curso prolongado, con patogenia predominante constitucional o ambiental, se manifiestan en todas las etapas de la vida e incluyen tanto a mujeres como a hombres, ganando en las primeras especial relieve cuando se manifiestan en la etapa de posparto.
El viejo señalamiento psiquiátrico de que en nuestra especialidad no siempre el sentirse muy mal expresa el estar muy enfermo, parece derivado en gran parte de los malestares que acompañan los trastornos depresivo-ansiosos de tipo situacional, que junto a las reacciones normales de duelo ante pérdidas sensibles, constituyen vivencias inherentes a la propia vida y determinan malestares desproporcionados con su favorable pronóstico.
Existen, sin embargo, los cuadros depresivos mayores que junto con los procesos esquizofrénicos y las adicciones, resultan los mayores responsables de la ocurrencia en nuestro planeta de un suicidio cada 40 segundos y de un intento no exitoso cada 3 segundos.
Las cifras de suicidios consumados, que rondan el millón de personas, equivalen a todas las muertes por accidentes de tránsito, guerras y homicidios en el mundo de hoy.
El desarrollo de la ciencia ha posibilitado la aparición de recursos terapéuticos farmacológicos cada vez más efectivos y mejor tolerados, así como de otros novedosos medios que actúan igualmente por mecanismos biológicos, como la prescripción de vigilia y la lumino-terapia que junto con el tratamiento de electroestimulación en sus diferentes modalidades han contribuido a salvar muchas vidas en los casos de mayor severidad.
No obstante, existen otros recursos que fueron utilizados por nuestros antecesores en el arte y la ciencia de curar, cuya acción se determina por vía psicológica y que fueron registrados en la memoria histórica de los pueblos desde la etapa del chamán (behique en nuestro medio) y que afortunadamente han llegado a nuestros días en los que las técnicas de la magia han dado paso a la magia de la tecnología.
Es en esta categoría de “herramientas” utilizables en el marco de la relación profesional de ayuda psicológica entre los miembros del equipo de salud y quienes recaban su ayuda, que se inscriben los libros de autoayuda, elaborados por personas dedicadas al verdadero sacerdocio de la medicina desde diferentes perfiles ocupacionales para quienes nada humano debe resultar ajeno.
La relación equipo de salud, paciente, familiar, comunidad, resulta la versión moderna de la clásica relación médico paciente, paradigma histórico que tuvo su clímax humanístico en el médico de familia del siglo pasado... Es en este contexto que se utilizan las diferentes modalidades psicoterapéuticas, entre las que la biblioterapia o terapia mediante lecturas profesionalmente orientadas logra la expansión de las influencias positivas inherentes a las gestiones de salud.
Existe consenso entre los profesionales de las ciencias “Psi” (psicología y psiquiatría) acerca de que el intercambio de experiencias, conocimientos y orientaciones entre los participantes de una relación terapéutica directa o mediada, dan como resultado esa ósmosis bienhechora de que habló Biswanguer y que constituye la esencia de la psicoterapia humanística que permite las influencias positivas recíprocas, ya que en dicha experiencia la satisfacción del paciente por la ayuda recibida constituye el mayor reforzamiento conocido de la vocación de servicio, presente en religiosos, miembros del equipo de salud, maestros y juristas.
Durante los 12 años en que el autor del presente libro y quien suscribe colaboramos en La comunidad terapéutica Rogelio Paredes del “Hospital Psiquiátrico de la Habana Dr. Eduardo Ordaz”, se hizo evidente la profunda vocación de ayuda presente en Humberto, así como su alta calificación, formidable calidad humana y sentido del deber.
Considero que estas virtudes se expresan con mucha nitidez en el contenido de su obra organizada en cuatro capítulos fundamentales titulados: “Generalidades de las depresiones”, “La personalidad y su relación con la depresión”, “Circunstancias y contextos”, “Recursos y estrategia para afrontar las depresiones”, temáticas desarrolladas a partir de las reflexiones sobre la vida aportadas por grandes mujeres y hombres entre los que se destaca nuestro apóstol José Martí, quien en uno de sus brillantes aforismos sentenció que “las palabras están de más cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero” y en el caso que nos ocupa estas virtudes presentes en el autor constituyen la mejor garantía de la profundidad y utilidad de sus obras.
Por el profundo contenido humanístico de este libro, considero que el espectro de lectores interesados en su lectura incluirá no solamente a quienes hayan experimentado en el curso de sus vidas algún tipo de manifestación depresiva, sino también a sus familiares y a los miembros del equipo de salud.
Dr. Ricardo Ángel González Menéndez
INTRODUCCIÓN
… la mayor enfermedad de nuestra época es la depresión y el mayor mal la angustia. Y su influencia, como negros nubarrones, nos ensombrece el alma y el entendimiento.
Laura Esquivel
Las depresiones emocionales son uno de los problemas de salud de mayor significación que suelen acontecer y que afectan a una considerable cifra de personas a nivel mundial. Si bien en mis años de ejercicio de la profesión como psicólogo me dediqué más tiempo a la atención al paciente adicto al alcohol, a otras drogas o a ambas, la depresión ha estado relacionada con estos problemas en un gran número de los casos; muchos adictos fueron víctimas primero de alcohol, desarrollando después la toxicomanía, otros la adquirieron más tarde como consecuencia del impacto que las drogodependencias generan en quienes las padecen.
La importancia de la depresión como problema de salud estriba en que ha sido causa de suicidios, de invalidez temporal para la actividad laboral y pérdidas, por ello, de años de vida laboral, de costos elevados para la atención a este problema de salud; además de que afecta a los convivientes y a otros seres queridos, lo que repercute directamente sobre la calidad de vida de terceros. Es peligrosa la depresión, además, porque muchas veces pasa escurridiza, de manera oculta, sin que los dolientes sepan con certeza que están atrapados en medio de esta; se crean situaciones de convivencia muy difíciles de sobrellevar, la calidad de vida del que la padece merma en gran medida, así como el rendimiento en cualquiera de las áreas de la vida, laboral, de estudio, matrimonial, etcétera.
Es oportuno un texto que facilite la comprensión y manejo de las depresiones, que bien pueden evolucionar hacia niveles de cuidado, pues sus causas pueden ser múltiples y el conocimiento de los recursos para combatirlas podría ayudar a superarlas, así como a mejorar la calidad de vida, no solo del que la padece, sino, además, la de aquellos seres muy cercanos al que las sufre. Se conoce que las depresiones explican muchos de los problemas de salud que presenta el hombre, entre los que se incluyen también accidentes de tránsito, laborales y otros.