¡Nada hacia la orilla!
Un viaje al descubrimiento de nuestros talentos / Marisela Blanco
Formato eBook
Autopublicado y autoeditado
Categoría: Relato,Motivación, Autoayuda, Emprendedurismo.
1° Edición
e-mail: drem.salome@gmail.com
Costa Rica, 2020
Dedicatoria…
A todos aquellos a quien pueda ayudar,
Y muy especialmente a las mujeres inmigrantes y desempleadas...
A esas mujeres que han decidido quedarse en casa cuidando de sus niños…
A esas que se han sentido atrapadas...
...¡Hay algo más para nuestras vidas!...
En el agua...
A veces te sientes como si estuvieras en el medio del mar, y nadas y nadas y no te mueves a ningún lugar. No sabía cómo había llegado allí, cómo me dejé arrastrar por la marea. Pero ya tenía mucho tiempo en ese lugar, tal vez años...
Una negativa a trabajar me había dejado abatida, sin oportunidades. Me sentí segregada, negada, inmigrante sin estatus definido.
La empresa del “Trabaja duro, diviértete y haz historia” ni siquiera verificó mis capacidades para el cargo ⎼ no tienes cédula de residente, “¡no puedes trabajar con nosotros!”.
Mis planes de ayudar a mis padres que están en Venezuela, comprar una cama con un colchón nuevo, mudarme de este lugar, pagar la educación de mi hijo, el fondo de inversión, todo se desvaneció.
Quería culpar a migración y sus retrasos; me pregunté por qué habíamos venido a este lugar, pudiendo estar en otro país. En Argentina a las dos semanas ya te dan tus papeles migratorios de residencia, y al año optas por el DNI ⎼ por lo menos así era cuando fuí en el año 2008. Aquí llevábamos ya más de tres años y no teníamos respuesta.
Aún peor, comencé a cuestionar a Dios y a desvalorizarme. Me sentía una inútil, la mantenida ⎼ como si el trabajo que se hace en casa de limpiar, cocinar y cuidar de mi hijo no fuese importante ⎼ pero así me sentía. Es increíble que esa labor sea considerada muchas veces como nada o menos importante o de menor esfuerzo que el trabajo que trae dinero a una casa.
Una frase en mi mente me carcomía por dentro: “no puedo porque no tengo”.
No puedo comprarme un colchón con una cama nueva, porque no tengo; así que debemos dormir en un colchón usado y ya maloliente, lleno de humedad porque no tenemos cama para elevarlo del suelo. No puedo comprarme ropa, porque no tengo, no puedo hacer ese curso on-line, porque no tengo… no puedo, porque no tengo ⎼ ¡eso me hacía sentir ahogada! Comencé a odiar este lugar.
“Todo es limitado y pequeño, ¡y me quieren forzar a entrar por el pasillo donde marcan a las vacas con el herrado caliente!” ⎼ me repetía constantemente. Y la marca decía: Acostumbrate, no aspires a más, esto es lo que ofrecemos para gente como tú”.
Pues como el hombre piensa, así es su vida...
Entonces aún en el agua, sabiendo que el bote salvavidas no vendría, tenía dos opciones: o me ahogaba aquí en la amargura, dejando que mi mente fuese domada y amoldada a este lugar. Sin sueños, sin esperanza y con el “no puedo” en la cabeza.
O pateaba duro y salía del agua, con la mente fija en lo que quiero que sea mi vida y fe en que en Dios no hay imposibles.
Porque hay algo que nunca nos dicen, y es que Dios hace Su parte, pero nosotros también tenemos una parte, una responsabilidad que cumplir.
Desde finales de 2018, no puedo decir cuántos seminarios, cursos y talleres asistí ⎼ por supuesto gratis y on-line, porque no tenía para pagarlos ⎼ Mel Robbins, Enrique Delgadillo, Jürgen Klaric, Mauricio Benoist, videos gratis en Youtube de Evan Carmichael...
Un libro de Tony Robbins en digital, El Club de las 5 de la Mañana, en audiolibro y en Youtube ⎼ porque no tenía para comprarlo.
Y debo decir que me ayudaron, con el tiempo no pensaba igual, escucharles me hacía ver las cosas de manera diferente, les recomiendo que lo hagan. Si quieres ver un cambio en tu vida, debes cambiar tu manera de pensar.
pues como piensa dentro de sí, así es…
Prov 23:7
Pero como dice Tony Robbins, “el camino al éxito es tomar acciones masivas y decisivas”.
Hace falta pasión…
Para 2019 no sé cuántos proyectos había comenzado ⎼ todos desde casa por supuesto, estábamos aquí solos, sin familiares cercanos y con un niño pequeño. Yo no estaba dispuesta a dejarlo al cuidado de alguien más y le doy la gloria a Dios que tampoco necesité hacerlo por tener que irme a trabajar en una oficina.
Así que comencé a hacer postres, hacer salsas, luego hice tequeños, por último pensé en hacer accesorios para el cabello. Y así de rápido como los comenzaba, los abandonaba.
Al final me dediqué a dar clases particulares de inglés a chicos, me dediqué a hacer lo más fácil. Tan fácil que ni diseñaba las clases, sólo ayudaba a los niños en sus tareas, no les aportaba nada nuevo. Y ese fácil nuevamente comenzó a incomodarme.
Ya no quería las clases, me hacían sentir igual que si estuviera en una oficina de 9 a 5. Era una sola clase al día y sentía que me quitaba todo el tiempo con mi familia.
“No existe tal cosa como encontrar tu pasión. Pasión no es algo que tu encuentras. Pasión es algo que sientes si estás buscando encontrar eso para lo que naciste.”
Mel Robbins
¿Qué es lo que realmente quieres?
Finalmente para mediados de 2020 me decido y envío mi resumen curricular. Ya el pequeño estaba más grande y debía comenzar a asistir a clases al año siguiente. No quería seguir con el ciclo del no tengo ⎼ no puedo, y no quería que mi hijo estudiara en escuela pública.
Y sucedió lo que sucedió.
En ese momento cobró más sentido para mi el todo pasa por algo y todo nos ayuda para bien.
¿Acaso un trabajo de 9 a 5 me daría lo que yo realmente quiero? ¿Acaso un trabajo de 9 a 5 no me apartaría de esos momentos con mi familia, e incluso de desarrollar esos talentos con los que Dios me ha dotado?
¡Olvidalo! en las oficinas solo dan un cheque y una patada por las nalgas al final de los mejores años de tu vida, para dejarte vieja, desgastada y sin fuerzas para iniciar realmente lo que siempre has querido, para luchar y desarrollar esos talentos que realmente te darán lo que quieres.
En el momento en que debes sembrar, cultivar, negociar, traer las ganancias a casa y seguir sembrando con tus talentos ⎼ en ese momento en que debes tener todas tus fuerzas, es el momento que usas para trabajar en una oficina calentando un puesto, subestimando tus dones y tus capacidades.
Cuando finalmente te levantas de esa silla, después de varios años, no sólo estás débil, sino que se te olvidó hasta sembrar, se te olvidó lo que querías cosechar para tu vida.
No me había dado cuenta, pero la verdad es que soy una bendecida.
Si puedes atender a tus hijos y a tu familia y no tienes que usar tu tiempo para trabajar por los sueños de otros, sino que puedes trabajar en ti y en tus sueños y disfrutar de tu familia, entonces eres una bendecida también.
La pregunta del millón ¿En qué soy buena?…
Así que aquí estaba yo, luego de una decepción laboral y migratoria decidí comenzar a escribir.
Muchas veces el darte cuenta de tus talentos lleva tiempo, a veces años, como me pasó a mi.
¿Por qué me llevó tanto tiempo descubrirlo?
Tengo dos causas posibles: una, fui programada (educada) como tú, para buscar lo seguro, buscar un trabajo que pague mis cuentas. Tal vez te pasó como a mi, quería estudiar una carrera y me decidí por otra porque me decían que lo que yo quería no me daría dinero, me moriría de hambre, “todo el mundo estudia eso”, decían.
Dos, como estaba ocupada perdiendo el tiempo recibiendo mi salario seguro, no me había arriesgado a hacer lo que realmente quería. A pesar de tantos años metida en oficinas, donde veía por la ventana queriendo hacer otras cosas, preguntándome cuál sería mi talento, nunca realmente me esforcé por encontrarlo.
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