Yves-Alexandre Thalmann - Las virtudes del poliamor
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- Libro:Las virtudes del poliamor
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2006
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Las virtudes del poliamor: resumen, descripción y anotación
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¿Quién dijo «natural»?
Los amantes que se besuquean en los bancos públicos, en la canción y en la realidad, lo hacen siempre de a dos. En los cuentos de hadas, los príncipes encantados (igual que los sapos) encuentran a su princesa, se casan con ella y tienen muchos niños en pareja. Romeo no tenía ojos más que para una única Julieta. Y no se puede menos que constatar que, en el cine y en la televisión, las grandes historias de amor se resuelven casi siempre de a dos.
Así pues, la mayoría de los modelos de amor romántico producidos por nuestra cultura occidental se basan en el número dos. Por lo demás, las únicas formas legales autorizadas, sean el matrimonio, la pareja de hecho. o el concubinato, son uniones de dos personas. La diferencia de sexos ya no es determinante. Lo que ahora importa es que se haga de a dos.
Por otro lado, todos sabemos que la transmisión de la vida, entre los seres sexuados, es el resultado de la unión de dos sexos y únicamente de dos. Ni todas las técnicas de reproducción asistida pueden modificar en lo más mínimo esta ecuación fundamental.
¿Qué hay más evidente, pues, que considerar el amor como el lazo que une a dos seres? Además, todos aquellos que se han enamorado lo han sentido ya en su propia piel: los terceros deben ser excluidos. La fuerza del amor nos impulsa hacia una sola persona y excluye a todas las demás, en una deliciosa fusión casi autista.
Todo esto nos lleva a una sola conclusión: la forma natural del amor, para los humanos, es la pareja y su regla, la exclusividad.
Si comprendemos bien la problemática, sin embargo, el asunto no puede ser tan sencillo… A lo largo de nuestra existencia, somos conducidos por la mayoría a vivir amores múltiples: amistades con derecho a roce, relaciones fáciles, parejas sexuales, grupos, amantes, otro grupo, etc.
Si se mira más atentamente, raros son los individuos que no han amado y deseado más que a una persona a lo largo de su vida.. De hecho estamos inmersos en un universo de atracciones diversas y frecuentes. Nuestra propia orientación sexual traiciona esta realidad: ser heterosexual u homosexual, ¿no es sentirse atraído por las personas de uno u otro sexo?
Estamos permanentemente sometidos a atracciones, más o menos fuertes, más o menos numerosas, en función de nuestro tipo de vida. A veces, eso desemboca en lo que uno llama amor. Pero el amor, grande o pequeño, con «a» mayúscula o minúscula, sea el proyecto de una noche o de una vida, no impide que esas atracciones sigan produciéndose. El amor no impide el amor.
Sentirse atraído por otras personas, tener ganas de conocerlas en profundidad, acercarse, compartir el amor con ellas, ¡parece que es lo más natural! Si nos relacionamos los unos con los otros, sin prohibiciones morales y sociales, el amor aparecerá en múltiples estratos capaces de brillar simultáneamente. Nos debería llamar la atención que el matrimonio sea un contrato oficial y que los votos de fidelidad para toda la vida deban pronunciarse delante de testigos: la exclusividad amorosa no es ni evidente ni fácil, en una palabra, no tiene nada de natural.
En consecuencia, el número dos no tiene un lazo natural sino cultural con el amor. La forma binaria del amor es el producto de la sociedad en la que nos desarrollamos a través de sistemas de valores y de reglas. La cuestión es saber por qué ha privilegiado la monogamia en detrimento de otras formas posibles, elevándola al rango de dogma. Y, sobre todo, es el momento de revertir la tendencia y de permitir a todos lo que aspiran a vivir amores múltiples y simultáneos que lo hagan a la luz del día, sin arriesgarse al estigma social. Ha llegado la hora de dejar que el amor se despliegue sin límites y sin reservas, de dejar que acabe su camino hacia el poliamor.
Sin embargo, vivir amores plurales no es sencillo. Los obstáculos, ya sean sociales o de orden privado, son numerosos: los celos y la posesividad están ahí, el miedo a ser abandonado en provecho de otra pareja no desaparece, los peligros de la superficialidad y de la utilización del otro para satisfacer nuestras propias necesidades son importantes, etc. Hay que analizar de forma conveniente todas estas objeciones antes de lanzarse al camino del poliamor.
Ese es el periplo que les invita a realizar esta obra. En primer lugar, constatar, aunque sea amargo, la decadencia, para no decir el fracaso, de la monogamia. Para presentar a continuación la imagen de lo que es el poliamor y de las diferentes formas que puede adoptar, antes de tratar las diversas objeciones que se pueden plantear ante este modo de vida. Finalmente, ofrecer una nueva perspectiva de la naturaleza misma del amor.
Se trata de un viaje apacible en el que los peligros y las sorpresas han sido sabiamente controlados. Los amantes de esos «Clubs Med» del pensamiento se verán defraudados. El camino que proponemos en las páginas que siguen se adentra en una región más bien salvaje y hasta el momento poco explorada. Las incertidumbres y los peligros no se han ocultado de forma artificial. Como los aventureros de un nuevo mundo, apréstense a enfrentarse a tomas de consciencia desestabilizadoras y a atravesar profundos cuestionamientos, el mayor de los cuales puede ser descubrir que quizá es un poliamoroso en el fondo de su alma.
«Creo que estoy enamorado… del amor.» Este tema me ha apasionado desde que tengo memoria. Gracias a mis experiencias personales, a través de estudios psicológicos, del trabajo espiritual y de innumerables lecturas, he tratado de comprender sus mecanismos y desentrañar sus misterios. Hoy día todavía insisto en ello.
Dos enigmas me han atormentado durante mucho tiempo. El primero podría enunciarse como: «¿Por qué tanto odio en el amor? ¿Cómo puede explicarse la violencia conyugal, el asesinato pasional o incluso la guerra que pueden llegar a sostener dos ex cónyuges?». El segundo enigma concierne al amor incondicional preconizado por diferentes credos: «El amor que une, o debería unir, a los miembros de una pareja y el que se conoce como “amor universal”, ¿son el mismo amor? ¿Cómo puede el primero serlo si no coincide con la descripción que los guías espirituales hacen del segundo?».
La respuesta a estas dos preguntas me llegó cuando descubrí el concepto del «poliamor»: la posibilidad de amar a varias personas a la vez, sin celos ni posesión (o cuando menos trabajando para reducirlos). El entusiasmo suscitado por esta revelación fue tan grande como la desconcertante sensación de libertad que experimenté cuando fui consciente de que yo mismo era un poliamoroso largo tiempo ignorado.
¿Tiene usted tendencias poliamorosas?
El siguiente cuestionario tiene por objetivo ayudarle a situarse en relación al poliamor. Se trata de un instrumento sobre todo lúdico, destinado a desenmascarar algunas ideas recibidas y a instar a la reflexión. También propone una tipología de tres categorías principales de actitudes ante el poliamor: refractario, simpatizante y convencido. Finalmente, permite dar respuesta a la pregunta: ¿tiene usted tendencias poliamorosas (aunque no lo sepa)?
Conteste con la mayor sinceridad posible a las siguientes preguntas con «sí» o «no». No hay más alternativas que esas dos posibilidades. En caso de duda, decántese por una u otra, por ejemplo, convirtiendo un «con frecuencia» en un «sí».
Algunas preguntas tienen que ver con la vida en pareja. Si en la actualidad no tiene, piense en los momentos en los que vivió en pareja.
1. Cuando era adolescente, en el momento de iniciar su vida amorosa, ¿se sintió atraído por numerosas personas?
2.¿Cree usted que existe UNA pareja amorosa ideal para cada uno de nosotros (lo que algunos llaman una alma gemela)?
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