John LeFevre - Directo al infierno
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- Libro:Directo al infierno
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2015
- Índice:4 / 5
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Directo al infierno: resumen, descripción y anotación
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Un libro que ha escandalizado a la opinión pública de Estados Unidos.
Libro en la línea de El Lobo de Wall Street, el que el exdirectivo de banca John LeFevre cuenta el lado más sórdido, escandaloso e inhumano de la élite del negocio bancario mundial. Durante buena parte de la pasada década, la vida de este joven banquero y trader texano era orgía de alcohol, cocaína, sexo y machismo, honorarios amañados con los colegas de otros bancos y soplos a los buenos clientes. Su norma no escrita era «las reglas son para los tontos». Su carrera empieza pronto, cuando consigue, nada más salir de la universidad, uno de los 350 empleos que ofrece la firma Salomon Brothers. Desde Nueva York salta a Londres. Es la época en la que es un honor despertarse en un vagón de metro sin recordar nada y dirigirse a la oficina vestido con el esmoquin de la víspera y el compañerismo consiste en inspeccionarse mutuamente las narices para comprobar que no sangran antes de una reunión.
John LeFevre
Sexo, drogas y codicia: las escandalosas confesiones de un banquero de Wall Street
ePub r1.1
NoTanMalo 29.08.17
Título original: Straight to Hell
John LeFevre, 2015
Traducción: Albert Cuesta
Editor digital: NoTanMalo
Reporte de erratas: faemino
ePub base r1.2
Para mi esposa y mis hijos.
He escrito para vosotros, con la condición de que nunca lo leáis.
JOHN LEFEVRE desarrolló una exitosa y fulgurante carrera en el mundo de las finanzas al conseguir, nada más terminar la universidad, una de las 350 plazas vacantes en Salomon Brothers. Trabajó también para Citigroup en Nueva York, Londres y Hong Kong, ciudades en las que se sitúan la mayoría de vivencias que relata en el libro. En 2010 fue contratado por Goldman Sachs para ocupar un cargo en Asia al que finalmente no accedió debido a un problema contractual. En 2011 empezó a publicar de forma anónima en Twitter, en la cuenta @GSElevator, los trapos sucios de ese mundillo que tan bien conocía. Actualmente vive retirado del mundo de la banca.
[1] Rapero estadounidense (1971-1996), fue uno de los mayores artistas en ventas en su género a nivel mundial y número uno en la lista de los mejores raperos de todos los tiempos para la revista Rolling Stone. (N. del t.)
[2] Nombre comercial del metilfenidato. Usado por su efecto estimulante, está clasificado como un narcótico de clase II, esto es, como la cocaína, la morfina y las anfetaminas. (N. del t.)
[3] Serie dramática de la televisión británica, ambientada a principios del siglo veinte, en la que se describe la vida de una familia aristocrática. (N. del t.)
[4] Término cantonés peyorativo para referirse a los extranjeros, sobre todo a los caucásicos. (N. del t.)
[5] Los anglosajones llaman silueta muffin top a aquella que presenta grasa acumulada en la cintura, tanto en la parte anterior y lateral como la posterior. (N. del t.)
[6] Juego de palabras entre «Fellatio» y «Horatio», uno de los personajes principales de Hamlet. (N. del t.)
[7] Comedia televisiva escocesa que no ha sido emitida en España. (N. del t.)
[8]Taitai quiere decir «esposa» en chino. (N. del t.)
[9] A continuación viene un juego de palabras entre uno de los términos que se tiene que incluir, butt plug, que es un juguete sexual anal y but plug que simplemente significa «que hay que promocionar… o anunciar». (N. del t.)
[10] Son medicamentos ansiolíticos e hipnóticos. (N. del t.)
«La jodida Goldman Sachs. ¿Te suena?».
Era el tuit inaugural perfecto. «¿Te suena?» es una coletilla tan común (e irritante) entre los banqueros que se había convertido en una broma con entidad propia, como cuando un banquero dice, «Bonita corbata. ¿Es de Brooks Brothers?», y el otro banquero le corta respondiendo «No, de Charvet. ¿Te suena?». Siempre me he burlado de esta mentalidad añadiendo «¿Te suena?» a cualquier mención desvergonzada de lugares o personas hecha con intención de presumir.
Pocas horas antes, estaba en un bar de Hong Kong con un grupo de amigos, todos ellos gente de las finanzas. Aunque los mercados ya habían superado lo peor de la crisis financiera, el verano de 2011 era todavía una época tumultuosa.
El «movimiento ocupa» empezaba a cobrar impulso. La gente seguía estando muy cabreada. Pese al colapso de la vivienda, a la crisis que siguió y a los rescates consiguientes, ni un solo banquero había sido considerado responsable penalmente. Las bonificaciones se mantenían relativamente intactas y los mercados de renta variable se habían recuperado espectacularmente desde los mínimos de 2009. El hecho de que la mayoría de la gente no se estuviera beneficiando de esa recuperación del mercado, y que la desigualdad de ingresos estuviera superando los máximos generacionales, alentó aún más las llamas de la ira y el resentimiento. Un amigo mío me contaba que su esposa casi había sido expulsada de la consulta de su médico en Manhattan cuando alguien la oyó decir a la recepcionista que su seguro médico era de Goldman Sachs. El sentimiento anti-Wall Street era rampante. «Puto populacho».
Ese mismo día había leído un artículo en el Daily Mail sobre un perfil anónimo de Twitter (@CondeElevator) que reproducía con humor las conversaciones más ridículas escuchadas en los ascensores del tristemente célebre edificio Condé Nast. Joder, pensé. Si a la gente le interesan tanto esas chorradas, no quiero ni imaginar lo que pensarían si supieran las cosas escandalosas que dicen y hacen los banqueros. A pesar de todo el vilipendio y el desprecio, la mayoría de la gente seguía sin tener ni idea de cómo es realmente la cultura de Wall Street. Así que a la noche siguiente, en plena borrachera, nació @GSElevator, «Lo que se oye en los ascensores de Goldman Sachs no se queda en los ascensores de Goldman Sachs. Enviadme por correo electrónico lo que oigáis». La premisa era simple: poner al descubierto la cultura de Wall Street de una manera entretenida y perspicaz.
Elegí Goldman Sachs debido a su posición de enemigo público número uno, a la fascinación de la gente por los «tiburones» y a lo absurdo de que Lloyd Blankfein asegure estar «haciendo una obra divina». Más en concreto, al haber pasado recientemente por el arduo proceso de que te ofrezcan el prestigioso puesto de Director de Deuda Sindicada de Goldman Sachs en Asia (un fichaje que Bloomberg y otros consideraron de interés periodístico), tuve ocasión de comprobar que su cultura es una versión ampliada de la cultura bancaria general. Conservé lo del ascensor simplemente como homenaje al original de Condé Nast, pero dejando claro que no se trataba, literalmente, de conversaciones escuchadas en los ascensores de Goldman Sachs.
Durante los días que siguieron, fui mencionado en el Daily Mail, en Gawker, en ZeroHedge y en el New York Post, entre otros. Varios amigos me llamaron acusándome de ser la fuente, o el culpable, dependiendo de su punto de vista. También vi como otros amigos eran acusados de ser ellos. Incluso hubo una exnovia mía (la Alcaide) que le contaba a quien quisiera escuchar que era yo. De repente, una bromita interna fruto de una borrachera se había descontrolado, poniendo en peligro mi identidad y mi sustento y amenazando con afectarme a mí y a mis amigos.
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