Ética para el mundo real
83 artículos breves sobre cosas
que importan
Peter Singer
Traducción de Joan Soler Chic
Antoni Bosch editor
Manacor, 3, 08023, Barcelona
Tel. (+34) 93 206 0730
www.antonibosch.com
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© 2017 Peter Singer
© 2017 de esta edición: Antoni Bosch editor, S.A.U.
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ISBN: 978-84-947376-2-6
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Diseño de la cubierta: Compañía
Maquetación: JesMart
Corrección: Raquel Sayas
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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright .
Muchos de estos artículos, aunque no todos ni mucho menos, fueron escritos para Project Syndicate, servicio de noticias que proporciona un amplio surtido de comentarios a más de 450 medios de comunicación de 153 países. A instancias de Andrzej Rapacynski, desde 2005 he estado escribiendo una columna mensual para Project Syndicate, por lo que me siento en deuda con esta organización por haberme incorporado a su equipo de columnistas. A lo largo de todos estos años, Agata Sagan me ha señalado temas sobre los que he acabado escribiendo alguna columna, ha llevado a cabo investigaciones de las que yo me he servido y ha hecho útiles comentarios sobre los borradores de mis textos. Los editores de Project Syndicate, Ken Murphy y Jonathan Stein, me han enseñado qué puedo hacer para escribir con más claridad. Agradezco a Project Syndicate su autorización para reproducir las columnas. Otros artículos proceden del New York Times , el Washington Post , el New York Daily News y el Free Inquiry . En algunos figuro como coautor, y reconozco las importantes aportaciones que han hecho, tanto a mi pensamiento como a mi escritura, los otros autores: Nick Beckstead, Teng Frei, Marc Hauser, Frances Kissling, Agata Sagan y Matt Wage. He actualizado algunos trabajos cuando me ha parecido conveniente, pero básicamente todos están como el primer día.
La idea de este libro fue de Rob Tempio, de Princeton University Press. Así que gracias en especial a ti, Rob, por concebir el proyecto y supervisarlo hasta el final. Agata Sagan revisó muchos de mis escritos más cortos y sugirió incluir otros. Acepté la mayoría de sus propuestas, y le agradezco el valioso papel que ha desempeñado en la configuración del libro. Doy asimismo las gracias a dos anónimos críticos de prensa por sus numerosos y constructivos comentarios; a Ellen Foos, la directora de producción, por su eficiente gestión del proceso; y a Jodi Beder, correctora, por sus ligeros retoques acompañados de sugerencias que han aumentado la claridad y la amenidad del texto definitivo.
Peter Singer
Centro Universitario para los Valores Humanos, y Escuela de Estudios Históricos y Filosóficos, Universidad de Melbourne
Índice
(con Marc Hauser)
(con Agata Sagan)
Los chimpancés también son personas
(con Agata Sagan)
(con Nick Beckstead y Matt Wage)
(con Teng Fei)
(con Frances Kissling)
(con Agata Sagan)
Todos tomamos decisiones éticas, a menudo sin ser conscientes de ello. Damos por supuesto demasiado a menudo que la ética tiene que ver con obedecer las normas que empiezan con un «No debes…». Si vivir con arreglo a valores éticos fuera únicamente eso, mientras no violásemos ninguna de esas normas, cualquier cosa que hiciéramos sería ética. Sin embargo, esta idea es incompleta, pues no tiene en cuenta el bien que podemos hacer a otros menos afortunados que nosotros, no solo en nuestra propia comunidad, sino en cualquier lugar al alcance de nuestra ayuda. También hemos de extender nuestra preocupación a las generaciones futuras y, además de a los de nuestra propia especie, a los animales no humanos.
Hay otra responsabilidad ética importante aplicable a los ciudadanos de sociedades democráticas: ser un ciudadano instruido y participar en las decisiones que toma la sociedad. Muchas de estas decisiones conllevan opciones éticas. En las discusiones públicas sobre estas cuestiones, las personas con formación en el ámbito de la ética, o de la filosofía moral, pueden desempeñar un papel muy valioso. En la actualidad, esto no es una afirmación especialmente controvertida, pero cuando yo estudiaba, los propios filósofos proclamaban que era un error creer que tenían algún conocimiento especial que los habilitase para abordar problemas éticos fundamentales. La idea comúnmente aceptada sobre la disciplina, al menos en el mundo de habla inglesa, era que a la filosofía le concernía el análisis de palabras y conceptos, y que era neutra en las cuestiones éticas sustantivas.
Por suerte para mí –porque quizá no habría seguido en la filosofía si hubiera prevalecido el punto de vista anterior–, la lucha del movimiento estudiantil de finales de la década de los sesenta y principios de la de los setenta cambió el modo de practicar y enseñar la filosofía moral. En la época de la guerra del Vietnam y las movilizaciones contra el racismo, el sexismo y la degradación medioambiental, los estudiantes exigían que los cursos universitarios guardaran relación con las cuestiones importantes del momento. Y los filósofos respondieron a esta reivindicación volviendo a los orígenes de su disciplina. Evocaban el ejemplo de Sócrates al preguntar a sus conciudadanos atenienses qué era la justicia y en qué consiste vivir justamente, y reunieron el valor necesario para formular preguntas similares a sus alumnos, a sus colegas filósofos y a la gente en su sentido más amplio.
En mi primer libro, escrito en un momento en el que existía una fuerte reacción contra el racismo, el sexismo y la guerra del Vietnam, me preguntaba cuándo está justificada la desobediencia civil en una democracia. Desde entonces, he intentado en buena medida abordar temas que importen a gente ajena a los departamentos de filosofía. En determinados círculos filosóficos, se piensa que una cosa que puedan entender personas sin formación filosófica no es lo bastante profunda para que merezca la pena comentarla. En cambio, yo tengo la impresión de que si una cosa no puede decirse con claridad, es que probablemente tampoco se ha pensado con claridad.
Si muchos profesores creen que escribir un libro dirigido al público en general es indigno de ellos, redactar un artículo de opinión para un periódico será caer aún más bajo. En las páginas que siguen, el lector encontrará una selección de mis escritos más breves. Las columnas de diarios suelen ser efímeras, pero las que he escogido aquí analizan cuestiones perdurables o abordan problemas que, desgraciadamente, siguen acompañándonos. La presión de no sobrepasar las mil palabras obliga a uno a escribir en un estilo no solo claro sino también conciso. Es cierto que en este tipo de artículos es imposible exponer las investigaciones de manera que puedan ser evaluadas por otros especialistas y estudiosos, e inevitablemente hay que omitir algunos de los matices y reservas que cabría explorar en un escrito más largo. Es agradable que tus colegas de los departamentos de filosofía valoren lo que estás haciendo, pero también considero que mi trabajo tiene éxito si mis libros, artículos y charlas logran tener algún efecto en una audiencia mucho más amplia, interesada en pensar acerca de cómo vivir éticamente. Según un estudio, los artículos publicados en revistas especializadas –revisados por expertos– son leídos en su totalidad por apenas diez personas. En cambio, es posible que un artículo de opinión para un periódico importante o una columna vendida a través de agencia tengan miles, quizá millones, de lectores. Como consecuencia, puede que miles de individuos cambien de parecer sobre algún asunto importante, o incluso su manera de vivir. Sé que esto sucede, pues muchas personas me han dicho que, a raíz de leer algún texto mío, han modificado lo que donaban a organizaciones benéficas, han dejado de comer productos animales o han decidido (al menos en un caso) donar un riñón a un desconocido.
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