Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia
Moreno Blanco, Lácydes, autor
Diccionario de vozes culinarias [recurso electrónico] / Lácydes Moreno Blanco; [presentación, José Rafael Lovera]. – Bogotá : Ministerio de Cultura : Biblioteca Nacional de Colombia, 2016.
1 recurso en línea : archivo de texto ePUB (2.7 MB). – (Biblioteca Básica de Cultura Colombiana. Cocina / Biblioteca Nacional de Colombia)
ISBN 978-958-8959-59-7
1. Cocina – Diccionarios 2. Gastronomía - Diccionarios 3. Cocina – Terminología - Diccionarios 4. Libro digital I. Lovera, José Rafael II. Título III. Serie
CDD: 641.503 ed. 23 | CO-BoBN– a995153 |
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ISBN: 978-958-8959-59-7
Bogotá D. C., diciembre de 2016
© Universidad Externado de Colombia
© 2008, Universidad Externado de Colombia
© De esta edición: 2016, Ministerio de Cultura –
Biblioteca Nacional de Colombia
© Presentación: José Rafael Lovera
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ÍNDICE
- La cocina helenística.
Los siete cocineros legendarios
U SUALMENTE PENSAMOS QUE LA terminología científica, particularmente la de la química y la de la medicina, es muy complicada. Cuesta retenerla y por más que se den claves etimológicas, como recursos de comprensión y nemotecnia, no deja de causar, al no profesional, desasosiego y desorientación. Pero este efecto laberíntico no es privativo de las mencionadas disciplinas, sino que también afecta ámbitos de la vida cotidiana cuya nomenclatura, pese a que se considere familiar, suele sorprendernos, develando nuestra ignorancia. Esto sucede dentro de los límites de nuestra propia lengua y aumenta considerablemente cuando se pretende abarcar un ámbito universal que cubra varios idiomas. No escapa a este obstáculo de la debida comprensión intercultural el muy extenso vocabulario de la cocina. De allí que sea para todo lector un alivio el encontrar un instrumento que le permita superar esa especie de limitación. Cuando leemos un texto cualquiera rápidamente percibimos, no sin cierta angustia, las dificultades de comprensión que se nos presentan y es entonces cuando sentimos con urgencia la necesidad de consultar un buen diccionario.
El léxico que tiene el lector en sus manos viene a llenar esa insuficiencia en una materia cuya importancia está más allá de toda discusión. La actividad de comer es base primordial de la existencia, pero no sólo tiene que ver con la supervivencia, sino que se extiende al vasto campo de la cultura. A medida que enriquecemos adecuadamente nuestro lenguaje avanzamos en el conocimiento de nuestros semejantes y del mundo que nos rodea, por eso uno de los medios más eficaces de la comunicación es un buen diccionario. Este ensancha a la vez el propio conocimiento y la mutua comprensión con nuestros semejantes. La relación estrecha que existe entre cocina y lenguaje llega al extremo de que se haya sostenido que el segundo se origina en aquella actividad básica. Práctica destinada a satisfacer la necesidad primordial del sustento, desde muy temprano requirió el trabajo de los integrantes de la horda y la determinación de ciertas operaciones que fueron, a fuerza de ser repetidas, convirtiéndose en costumbre y reflejándose en una especie de habla primitiva. El descubrimiento del uso del fuego contribuyó notablemente al desarrollo de esas técnicas de cocción que en los tiempos más remotos se transmitían primero mediante la gesticulación y más adelante verbalmente. Si bien al comienzo se proferían voces naturales, algo así como exclamaciones, con el paso del tiempo se fueron articulando hasta llegar a convertirse en lenguaje.
Este Diccionario de vozes culinarias, así con z, a la manera del siglo XVI , se debe al avezado conocimiento lexicográfico de uno de los más ilustres gastrónomos colombianos que supo armonizar su inclinación por los fogones con una curiosidad lingüística que lo llevó durante varios lustros a indagar los vocablos propios del arte coquinario: Lácydes Moreno, quien fue además periodista, diplomático, miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua y poseedor de una notable y extensa biblioteca especializada en la materia primordial de su interés, que hoy reposa en la institución de enseñanza Academia de Cocina Verde Oliva de Bogotá, por cesión que le hiciera en vida su propietario.
Refiriéndose a este diccionario, José Antonio Carbonell, en la biografía del autor, asienta:
Vale la pena insistir en que este gran catálogo de términos especializados, pese a su rigor y fundamentada investigación, fue preparado, como él mismo lo indica, como un gozo del idioma, de la expresión escrita. Entre las definiciones se incluyen poemas, dichos o recetas. Leer sus enunciaciones y descripciones resulta placentero e ilustrativo. Se nota el afecto por las palabras, el gusto por desentrañar su íntimo significado. Las palabras no mueren del todo —sostiene—, conservan el misterio de su significación a través del tiempo, y, por su gracia, su duende, vale la pena resucitarlas para bien de la cultura (Lácydes Moreno. La palabra y el fuego. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2015, pág. 92).
Entrañable amigo de muchos años, en carta que me dirigió al enviarme un ejemplar de la primera edición de este Diccionario, me decía:
Se trata de un largo esfuerzo, que, como digo en el Pórtico, carece de pretensiones científicas o de sabiduría filológica, pues en el fondo lo que buscaba era un diccionario algo alegre, ameno, útil a quienes nos acercamos a la cocina como fuente de fraternidad, de nobles placeres. No sé si lo conseguí.
Bogotá, enero 22 del 2009.
Por supuesto que lo logró, y tenemos la seguridad de que quien lo lea, no sólo como consulta sino también como entretenimiento, convendrá en que el autor alcanzó su meta.